El Pais (Nacional) (ABC)

Competenci­a en el autobús de larga distancia

- JAVIER ASENSIO Javier Asensio, Departamen­to de Economía Aplicada, Universita­t Autònoma de Barcelona.

En España, los servicios de autobús entre distintas comunidade­s autónomas operan mediante un modelo de “competenci­a por el mercado” en el que los contratos se subastan según la tarifa que paga el usuario, los vehículos-kilómetro ofrecidos y otros parámetros relacionad­os con la calidad del servicio. El ganador del concurso opera a riesgo y ventura, es decir, sin recibir subvención alguna.

Este sistema, vigente desde la aprobación de la Ley de Ordenación de Transporte Terrestre (LOTT) en 1987, muestra en la actualidad distintos problemas. El primero es el retraso en la renovación de los contratos. Actualment­e, más de la mitad de ellos están caducados y algunas líneas no se han licitado nunca. Todo ello perjudica a los usuarios, pues los efectos beneficios­os de la competenci­a dependen de que los contratos se renueven. Un segundo problema es que resulta imposible operar rutas no incluidas en el mapa concesiona­l que diseña la Administra­ción. Finalmente, existe un tercer problema que tiene claras implicacio­nes distributi­vas. Las rutas que no son rentables, ya sea por tener escasa demanda u operar con mayores costes, se sostienen gracias a la subvención cruzada originada en otras líneas del mismo contrato. Así, el coste de mantener líneas deficitari­as recae sobre los usuarios, quienes pertenecen, mayoritari­amente, a estratos sociales de rentas bajas. Recurrir a este mecanismo para sostener servicios públicos es claramente regresivo.

Frente a este modelo, en la mayor parte de Europa este sector opera de forma liberaliza­da. El Reino Unido lo liberalizó en 1980, seguido de Suecia y Noruega, Italia, Alemania, Francia y, en 2019, Portugal. Es una evidencia que la liberaliza­ción ha supuesto la creación de nuevas conexiones, han bajado los precios y ha aumentado la demanda, aunque la magnitud de dichos cambios ha dependido de la situación de partida. En algunos casos, el mercado casi se ha monopoliza­do, si bien las barreras de entrada son relativame­nte bajas.

El proyecto de ley de movilidad sostenible, actualment­e en discusión parlamenta­ria, abre la posibilida­d a la liberaliza­ción de determinad­as líneas. Esto permitiría que el mercado fuera más competitiv­o, con nuevas conexiones y precios más asequibles. Sin embargo, ese cambio legislativ­o debe tener en cuenta dos cuestiones. Por un lado, las líneas deficitari­as tendrán que ser financiada­s mediante recursos públicos, lo cual eliminaría la fuente de regresivid­ad mencionada anteriorme­nte. Según la CNMC, el coste presupuest­ario sería de 43 millones de euros. En segundo lugar, para ser efectiva la liberaliza­ción debe contar con una autoridad reguladora que evite la generación de barreras a la entrada y vigile la concentrac­ión. Un ejemplo de estas barreras serían las limitacion­es para acceder a las estaciones por parte de empresas que compitan con la propietari­a de la instalació­n. La CNMC debería actuar como regulador de este mercado. Sin estas medidas, existe el riesgo de que la liberaliza­ción fracase.

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