Diálogo entre los gobiernos
“México jamás permitiría algo así”, zanjó Marcelo Ebrard, el secretario de Relaciones Exteriores, que apuró su regreso de una gira de trabajo por Asia tras el episodio del secuestro de los estadounidenses. El canciller afirmó que la propuesta de los republicanos de intervenir en suelo mexicano es “inaceptable” y lamentó que se enarbole un discurso anti-mexicano con fines electorales: “Saben que la pandemia del fentanilo no se origina en México, sino en Estados Unidos”, agrega.
“Son discursos para consumo interno, en los que media un componente nacionalista, pero la relación entre ambos países va más allá de todo eso”, señala Roberto Zepeda, académico de la Universidad Nacional Autónoma de México. En su opinión, el escenario de una ruptura definitiva aún es lejano e improbable. Ambos países comparten más de 3.000 kilómetros de frontera, el flujo fronterizo más intenso del mundo, y actividades comerciales que superan los 660.000 millones de dólares anuales, según datos oficiales.
Desde los círculos diplomáticos mexicanos de Washington, se recuerda que, que en medio de las tensiones, López Obrador recibió a finales de la semana pasada en la sede del Gobierno a Elizabeth Sherwood-Randall, asesora de la Casa Blanca para Seguridad Nacional, para hablar del tráfico de fentanilo y de armas. Es decir, de lo que cada socio reclama al otro: Washington quiere frenar el narcotráfico y México quiere que el comercio ilegal de fusiles estadounidenses deje de nutrir a los carteles.
En paralelo, el embajador de EE UU, Ken Salazar, se reunió en México con el fiscal general, Alejandro Gertz Manero, para tratar los mismos temas. La intención tras esos gestos es mostrar que se puede mantener el diálogo, a pesar del ruido de los últimos días.