Munición de Mario Conde para el chantaje al Gobierno
Los documentos secretos que el exnúmero dos del Cesid Juan Alberto Perote se llevó del servicio español de espionaje cuando fue cesado como jefe de la Agrupación Operativa de Misiones Especiales (AOME), en 1991, sirvieron de munición al exbanquero Mario Conde para chantajear al Estado. Conde utilizó esos papeles —que evidenciaban la existencia de escuchas ilegales y la gestación de los GAL— para reclamar una indemnización de 84 millones de euros por la intervención de Banesto, el banco del que era presidente y cuya inminente suspensión de pagos amenazaba a todo el sistema bancario español, así como para intentar neutralizar los procesos judiciales que culminarían con su condena a 20 años de cárcel por estafa y apropiación indebida.
El propio Perote admitió haber sustraído 1.200 microfichas con las notas de sus reuniones con el director del Cesid, Emilio Alonso Manglano, entre 1982 y 1989. Confesó que se las había llevado “inadvertidamente” y las devolvió después de que su sucesor se las reclamara durante meses. También quedó en evidencia que sacó copias de los documentos secretos cuando, en febrero de 1996, el juez Baltasar Garzón los incautó en un registro de la celda que el exnúmero dos del Cesid ocupaba en la prisión militar de Alcalá de Henares (Madrid). Entre los documentos que Perote sustrajo del Cesid figuraban la llamada acta fundacional de los GAL —un escrito de septiembre de 1982 que alerta de la comisión de atentados contra refugiados de ETA en el sur de Francia— y la nota de despacho con la anotación manuscrita “Pte. para el viernes”, que se presentó como prueba de que el jefe del Cesid había informado al presidente Felipe González del inicio de la guerra sucia y, en realidad, solo indicaba que el asunto quedaba pendiente para la siguiente reunión.
Los papeles de Perote fueron esgrimidos por Jesús Santaella —que era a la vez abogado del exespía y del exbanquero, y a quien recibió el propio Felipe González— para arrancar concesiones al Gobierno en beneficio del segundo. Lo publicó EL PAÍS en septiembre de 1995 y lo ratifican los cuadernos de notas y agendas de Manglano, en las que se basa el libro El jefe de los espías, de los periodistas Juan Fernández-Miranda y Javier Chicote. “Mario Conde, manejando documentación del Cesid suministrada por Perote, ha protagonizado una permanente presión o intento de chantaje, con el fin de resolver o condicionar su situación procesal”, escribió el exdirector del servicio secreto en julio de 1996.