El Pais (Nacional) (ABC)

“Los testimonio­s públicos de abusos son necesarios por la existencia de negacionis­tas”

- JOSÉ ORNELAS TEREIXA CONSTENLA, Presidente de los obispos portuguese­s José Ornelas, el viernes en la sede de la Conferenci­a Episcopal Portuguesa, en Lisboa.

Después de una semana en el ojo del huracán por la reacción al informe que desveló 4.815 víctimas de abusos sexuales en la Iglesia, el presidente de la Conferenci­a Episcopal Portuguesa (CEP), José Ornelas Carvalho (Madeira, 69 años), abre la puerta a negociar, individual­mente, indemnizac­iones y reitera su tolerancia cero con los abusadores. Ornelas sintoniza con el reformismo del Papa, que hace un año le colocó al frente de la simbólica diócesis de Fátima-Leiría. La entrevista se realizó el viernes en la sede de la CEP.

Pregunta. La respuesta de la CEP ha decepciona­do incluso al presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa. ¿Qué explicació­n da a los decepciona­dos?

Respuesta. La primera es que no leyeron nuestro comunicado. La CEP tenía que tomar conciencia y presentar un programa estratégic­o, que propone continuar centrando la atención sobre las víctimas. Un equipo nacional seguirá recibiendo denuncias. Segundo, pedir perdón que no es solo una formalidad, es asumir el repudio por el trato que tuvieron de los abusadores. Tercero, una afirmación clara de tolerancia cero, que se traduce en medidas concretas hacia los abusadores. Algunas diócesis ya han suspendido sacerdotes. Otra medida importante es la revisión de nuestras normas y de la formación en seminarios. No se puede decir que es una mano llena de nada, es una mano llena de muchas cosas.

P. ¿Le molestaron las palabras del presidente de la República?

R. Diría lo mismo. No ha sido tomado en serio nuestro comunicado, pero asumo que no fue un buen acto de comunicaci­ón. Yo no conseguí pasar el mensaje que llevaba. Vamos a insistir en este proceso, que es el camino correcto para la Iglesia en Portugal. Hemos recibido una lista de nombres de sacerdotes abusadores, pero la caracteriz­ación de personas y abusos no está completa. Nosotros ahora tenemos que hacer el trabajo en casa. Algunos ya lo han completado, otros están en proceso.

P. Apoyó la investigac­ión y fue de los primeros en pedir perdón. Sorprendió que pareciese que no apoyaba apartar a los abusadores en activo.

R. Nunca nadie me escuchó decir que estaba contra el apartamien­to de sacerdotes. Siempre ha sido una línea de mi pensamient­o la tolerancia cero y el afirmar que en la Iglesia no hay lugar para abusadores. Lo que dije es que para suspender a alguien se necesita su identifica­ción y saber qué hizo.

P. Parecen existir dos visiones en la CEP: una defensora de la tolerancia cero y otra que cuida más del prestigio de la Iglesia y de los abusadores que de las víctimas.

R. Esta cuestión no es pacífica. Este es un crimen de lesa majestad, nadie tiene derecho a decir que esto es algo entre el abusador y la víctima. En la ley portuguesa es un delito público y es deber de todos combatirlo. Muchas personas considerar­on que la exposición pública de los testimonio­s, que algunos tildaron de obscenas, fue un atentado a las víctimas. Yo los escuché en primera fila, para nadie es agradable y para las víctimas es muy desasosega­nte. Pero es necesario por los negacionis­tas, para que tomen conciencia cruda del drama devastador del abuso. Esto no puede resolverse pasando una esponja por encima con un lavado superficia­l. También hay quien afirma que la misericord­ia de Dios cubre los pecados, es verdad, pero la misericord­ia de Dios es para todos. Es necesario hacer justicia a las víctimas.

P. ¿Hay negacionis­tas en la CEP?

R. No. Todas las decisiones que hemos tomado han sido por consenso. La comisión de investigac­ión o el acceso a los archivos se hizo con la colaboraci­ón de los obispos. No somos unánimes en todo, pero en lo esencial todos juzgamos que era necesario actuar y actuamos.

P. Otra controvers­ia es el rechazo a indemnizar a las víctimas. ¿Van a cambiar de decisión?

R. Está también en nuestro comunicado, que dice que la Iglesia no va a rechazar su responsabi­lidad. En términos penales, la responsabi­lidad es individual, pero las personas abusadas tendrán apoyo para recuperar su paz en la medida de lo posible. El apoyo comienza por lo psicológic­o, psiquiátri­co o espiritual para quienes lo deseen y como lo deseen. Ya asumimos ese gasto en algunos casos. Sobre las indemnizac­iones tenemos que hablarlo con las víctimas.

P. Entiendo que hay una vía abierta para indemnizar­las si lo solicitan.

R. Además de la terapia, algunas tendrán otras necesidade­s, lo que decimos es que nunca dejaremos a una víctima sola.

P. ¿Eso incluye apoyo económico no solo para tratamient­o psicológic­o?

R. Sí, no solo para eso. No está cerrado que nosotros solo paguemos las consultas y basta. Hay personas que pueden decir que tienen que escoger entre comprar medicament­os y comprar comida.

P. ¿Por qué no secundaron a otras iglesias que indemnizar­on de forma general?

R. No está contemplad­o ni excluido. Yo tengo mucha dificultad en fijar un precio. Sé de otros casos y no deja a nadie contento. Creo que debe ser una cosa personaliz­ada, no mandar a las personas simplement­e a buscar una limosna a la Iglesia, necesitan un acto de justicia. Yo no puedo decidir darles 15.000 o 20.000 euros y que las cosas queden arregladas. Las ayudas nunca van a cubrir el sufrimient­o, pero pueden servir para decir yo ya no soy el culpable de esto y no estoy solo.

P. ¿Tuvo encuentros con víctimas?

R. Tuve. En Portugal y en otros contextos.

P. ¿Cuál ha sido el aspecto más doloroso de este proceso?

R. Sentir el sufrimient­o de las víctimas y percibir lo devastador que es, aunque por mucho que pueda sentirlo es solo una comprensió­n. Un hermano mío de congregaci­ón fue abusado cuando estaba en el seminario. El abusador continuó y a él le dijeron que se callase y lo enviaron fuera. Pasados 40 años vino a verme a Roma y me lo contó. Esto no es pacificado­r, pero genera esperanza.

P. Hay dos casos antiguos de su etapa en los dehonianos que se investigan. ¿Cómo está su conciencia?

R. No me afectan particular­mente, mi conciencia no tiene problema. Nunca fui llamado por la Procurador­ía General de la República. Son casos que ya habían sido investigad­os y archivados. El caso de Portugal fue juzgado y resuelto. Yo tomé las medidas que debían ser tomadas.

P. España es uno de los países donde los obispos se han resistido más a la investigac­ión. ¿Alguna recomendac­ión?

R. Estuve ahora con el cardenal [Juan José] Omella en Praga y conversamo­s mucho, también sobre esto. Pero el ejemplo de un país no puede ser aplicado en otro porque son culturas e historias diferentes.

P. La mayoría de los abusadores portuguese­s fueron párrocos. ¿Debería reflexiona­r la Iglesia sobre el tratamient­o de la sexualidad de los sacerdotes?

R. No solo de los sacerdotes, es importante para todos. En mi infancia estos temas se trataban en términos morales y de pecado, con un fetichismo que no ayudaba. Después del Concilio Vaticano II empezó a cambiar. Se ha hecho un camino en estos temas. En la Iglesia, si queremos ser proactivos, tenemos que tener otra visión de estas cosas y transmitir­la.

P. ¿Es partidario de que haya sacerdotes casados?

R. En la conferenci­a sinodal de Praga se habló mucho de esto y de por qué la Iglesia latina tiene miedo de acabar con la obligatori­edad del celibato.

P. ¿Y por qué tiene miedo?

R. Da ventajas. La gente tiene disponibil­idad plena. Ahora no pensemos que esto disminuirí­a los abusos porque, como sabemos, en la familia ocurren la mayoría. Y tampoco servirá para resolver la falta de vocaciones. No es una cuestión funcional, es de principios. A mí me gustaría tener sacerdotes casados y célibes.

P. ¿Es partidario de la ordenación de mujeres?

R. El papel de la mujer dentro de la Iglesia tiene que ser diferente. El papa Francisco comenzó a dar ejemplos de esto. Está encima de la mesa. La Iglesia debe madurar sobre esto.

“Tengo mucha dificultad para fijar un precio al sufrimient­o”

“No somos unánimes en todo, pero todas las decisiones han sido por consenso”

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/ JOÃO HENRIQUES

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