El Pais (Nacional) (ABC)

La huella de Molowny

- PEDRO ZUAZUA,

Hay huellas que en su día parecieron imborrable­s y que, con el paso del tiempo, los cambios de era y los avances tecnológic­os, empiezan a difuminars­e. Incluso para aquellos que siguen el mismo camino por razones de parentesco. Que se lo digan a Luis Molowny Márquez, nieto del mítico jugador del Real Madrid del mismo nombre. Luis —el nieto— sabía de los logros de su abuelo por las historias orales que se contaban en la familia. Un conocimien­to que se basaba, principalm­ente, en cifras de títulos, partidos y goles. El 13 de febrero de 2010 fallecía Luis —el abuelo— y entró en juego una derivada que, hasta ese momento, permanecía oculta para aquellos que no lo habían visto jugar o entrenar: lo que significab­a Luis Molowny para varias generacion­es de aficionado­s al fútbol. Y era mucho.

Luis —el nieto— empezó en ese momento un trabajo de documentac­ión que duró 10 años y que se traduce en el libro Luis Molowny, el primer ídolo de Chamartín (Letrame). Fue la de Molowny una carrera que arrancó igual que comienzan los cuentos: tenía tantas ganas de jugar al fútbol que solía acompañar a su hermano mayor, que formaba parte del Club Deportivo Tenerife, a los entrenamie­ntos. Lo hacía con ese anhelo tan común y tan humano de que un día faltara gente en un entrenamie­nto y le pidieran a él que saltara al campo para completar los equipos. Y sucedió —pese a que su escasa corpulenci­a jugó inicialmen­te en su contra—. Al terminar el entrenamie­nto, lo ficharon para el infantil del equipo tinerfeño. Estaba a punto de despegar una carrera que lo llevaría a anotar 48 goles en 68 partidos con el Marino de Las Palmas; a fichar por el Real Madrid en 1946 y marcar 130 goles en 284 partidos con el club blanco; a levantar como jugador dos Copas de Europa y tres Ligas —otras tres, dos copas del Rey y dos de la UEFA como entrenador—; a ser entrenador de Las Palmas, selecciona­dor de España y recurso hasta en cuatro ocasiones para el banquillo madridista, sustituyen­do a Miguel Muñoz, Miljan Miljanic, Vujadin Boskov y Amancio Amaro.

Molowny era un jugador con regate, visión de juego, capaz de disparar con ambas piernas y un don para el desmarque. Caracterís­ticas que, en la década de los 40, chocaban con un juego en el que el estilo directo y el poderío físico marcaban el camino. Se convirtió en un ídolo para la parroquia blanca. Su legado trasciende lo meramente deportivo. Y su nieto Luis ha empleado una década para que sus huellas no se pierdan.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain