La paradoja del control económico de LaLiga
Los clubes son más sostenibles pero no tienen la capacidad de competir con la Premier League
El Newcastle marchaba en octubre de 2021 penúltimo de la liga de fútbol inglesa. Sin embargo, el beneplácito de la Premier League a la compra del club por parte del fondo soberano de Arabia Saudí (PIF, en sus siglas en inglés) por 350 millones de euros de repente lo cambió todo. A pesar de estar en el furgón de cola, los magpies sacaron la chequera en el mercado de invierno para pescar en caladeros poco habituales para equipos que pelean por no bajar de categoría. Pagó 50 millones de euros al Olympique de Lyon por Bruno Guimarães y otros 16 millones al Atlético de Madrid por Kieran Trippier. El club inglés escaló en la clasificación hasta acabar la temporada en medio de la tabla. Y hoy marcha sexto en la liga y pelea por las plazas europeas. La historia dibuja de forma meridiana el poderío de la Premier frente al resto de ligas europeas, incluida LaLiga.
La competición española ha crecido en los últimos años, pero se queda corta si se compara con la Premier. La base sobre la que se asienta ese impulso español ha sido la mejora financiera de los clubes por la imposición del control económico hace una década. Entonces había más de una veintena de clubes en concurso de acreedores que no pagaban las nóminas de los jugadores o las obligaciones con la Seguridad Social. Pero la mano dura del organismo que rige el deporte rey le ha dado la vuelta a la situación. “Hemos aguantado incluso la pandemia. Ha habido problemas, por supuesto, pero no incumplimientos de pago”, explica Javier Gómez, director general de LaLiga y padre del sistema que vela por la sostenibilidad de las cuentas de los clubes españoles.
El control económico pasa por haber fijado un sistema preventivo para evitar la creación de una deuda insostenible. Por ejemplo, a la hora de hacer fichajes, los equipos deben tener en cuenta el límite salarial, que se calcula restando los gastos no deportivos y el pago de la deuda a los ingresos presupuestados. Con esta medida, en la práctica, se han cercenado aquellos movimientos impulsivos que generaban agujeros irreparables en las cuentas.
De esta forma, LaLiga no permite que los equipos lleguen a situaciones límite en los que su viabilidad económica dependa de que el balón cruce la línea de gol o no. “Al principio fue sencillo, para resolver lo importante, pero luego se ha ido complicando. Por ejemplo, al inicio se hacía el control a año pasado. De ahí se pasó a un año vista. Hasta que los crecimientos de ingresos se frenaron con la pandemia y hemos tenido que mirar más allá. El objetivo es hacerlo a tres años y ya se aprobó un primer embrión el pasado 24 de noviembre”, relata el director general del organismo. De hecho, otro de los cambios que ha sufrido esta norma con el tiempo es la capacidad punitiva: “Habrá sanciones si no se cumple, como no poder incluso inscribir jugadores durante un año”, avisa Gómez.
El control económico del fútbol español viene acompañado de una paradoja: ha perdido competitividad en los mercados internacionales. Sobre todo con la Premier League, que devora todo lo que se mueve a su alrededor. A lo que hay que sumar otros clubes Estado fuera de las islas británicas, especialmente el parisino PSG, de un fondo catarí que parece no tener fin y que ahora se ha interesado también por el Manchester United.
Si se miran los datos de las últimas temporadas, la Premier ingresa mucho más que el resto. Si se compara con LaLiga, la competición inglesa factura por derechos televisivos casi el doble (4.036 millones frente a 2.029 millones). Eso, a primera vista, explica buena parte de la capacidad de desembolso que tienen. Desde la temporada 2021-2022, la Premier ha gastado en fichajes casi 3.000 millones más de lo ingresado, mientras que en España los clubes de Primera han desembolsado en ese tiempo 164 millones, según los datos de Transfermarkt. Es decir, en Inglaterra el gasto en compra de jugadores es 18 veces superior al de LaLiga, a lo que habría que añadir el sobrecoste que tienen en salarios. Los números no cuadran, y esa situación es difícil de sostener en el tiempo.
El presidente de LaLiga, Javier Tebas, en un encuentro con periodistas económicos el pasado mes, describió esta competencia desleal como un modelo de ricos. “La Premier League tiene un modelo a pérdidas que es insostenible. Se ha convertido en una competición de magnates y clubes Estado… ¿Es bueno eso para el futuro del fútbol?”, se preguntaba de forma retórica.