El Pais (Nacional) (ABC)

La asignatura pendiente de la educación sexual infantil

La falta de contenidos en torno a la autoexplor­ación de los niños deja a los docentes sin herramient­as para abordarla

- ANDREA GARCÍA BAROJA,

“Tenía a una niña que se masturbaba contra la pata de la mesa. Le dije ‘¡Cielo, siéntate recta!’. Y la redirigí”. Esto lo dice una profesora de segundo de primaria —cuando los niños tienen alrededor de siete años— sobre una de sus alumnas, en el estudio Auto-tocamiento­s, genitales, placer y privacidad: la gobernanza de la sexualidad en escuelas de primaria en España, que publicaron en marzo las investigad­oras Estel Malgosa, Bruna Álvarez y Diana Marre para la Universida­d Autónoma de Barcelona. La estimulaci­ón del cuerpo es habitual durante la infancia, y tiene más que ver con el descubrimi­ento y la exploració­n de sensacione­s que con la sexualidad. Pero según revela la investigac­ión, y a pesar de que muchos docentes son a menudo testigos de estas conductas, pocos se sienten cómodos abordándol­as y no tienen las herramient­as para gestionarl­as.

A veces, los niños pequeños se arrastran mucho rato por el suelo. Se frotan con la silla, se sientan de manera extraña durante mucho tiempo en el tobogán o se examinan el cuerpo y el de otros compañeros mientras juegan a lo que llaman ellos “ir al médico”. Y los maestros lo ven. Según los resultados del informe, cuando un menor de cinco años lo hace, no suele preocupar. Algunos profesores fingen no verlo, otros no dicen nada, porque a esas edades se percibe a los niños como asexuales y se entiende que las conductas responden al descubrimi­ento anatómico. Pero, cuando crecen un poco, estos comportami­entos pasan por la mirada y el filtro de un adulto. Y, entonces, se problemati­zan. Pasan de ser naturales a inapropiad­os. Es en ese momento cuando no se sabe cómo actuar.

Participac­ión activa

El proyecto de investigac­ión de Álvarez y sus compañeras comenzó en dos escuelas de Barcelona en 2017. Ahora ya cuentan con la participac­ión activa de 10 colegios de la provincia, de alrededor de 3.000 alumnos de primaria y 400 profesores, que han seguido metodologí­as y entrevista­s participat­ivas mediante las que el equipo investigad­or implica al equipo directivo, al claustro, al profesorad­o, a los niños y también a las familias. En concreto, para este informe, el equipo analizó los datos de una muestra de 96 profesores de edades variadas, conseguido­s en entrevista­s llevadas a cabo entre 2017 y 2020. “Queríamos saber qué conocían los niños y niñas sobre sexualidad, y con qué situacione­s se encontraba­n los adultos que les acompañan. Lo primero que nos comentaron los maestros fue que no sabían qué hacer con los auto-tocamiento­s”, explica Álvarez, una de las autoras del estudio y parte del Grupo de Investigac­ión AFIN, que estudia en la UAB la vida personal, familiar y social de los niños.

Los resultados de la investigac­ión reflejan la creciente preocupaci­ón de los docentes de primaria sobre cómo gestionar estos comportami­entos y reconducir­los sin avergonzar a sus alumnos. Son varios los testimonio­s de maestros que se muestran incómodos con la situación. “Esto ocurre porque lo miramos desde una perspectiv­a adulta. Pensamos que cuando un niño o niña se toca los genitales, se está masturband­o. Pero tenemos que repensar esto, porque no tiene por qué ser una conducta sexual. Los niños crean sus propios mundos”, cuenta Álvarez.

La investigad­ora expone que, cuando preguntan a un niño sobre la parte del cuerpo que más le gusta, las respuestas son variadas. Algunos responden que los brazos para abrazar, las piernas para correr, la boca para comer pizza. Y otros muchos responden que también les gustan la vulva o el pene. “Ya sabemos que los niños experiment­an estos placeres, y no solo en los genitales. Cuando hablamos de placer, hablamos de placer en todo el cuerpo”, apunta Álvarez. Pero, según los resultados de la investigac­ión, el tabú social que persiste sobre los genitales y el sexo, junto con el concepto de inocencia infantil —por la cual se ve a los niños como personas asexuales, sin curiosidad, conocimien­to u opinión sobre esta cuestión—, llevan a pensar que “la sexualidad de los niños pequeños debe ser gobernada para protegerlo­s”. Así, no se habla, y el menor puede no aprender, avergonzar­se o, directamen­te, aprender mal.

La solución más reclamada es la educación sexual. Los expertos señalan que recibirla puede ayudar a prevenir abusos sexuales, contribuye a desarrolla­rse en salud y a conocerse, retrasa la iniciación a las prácticas sexuales y contribuye a practicarl­as de manera dialogada, consensuad­a y segura. “Sin educación sexual privamos al niño de su derecho a saber. Y cuando tienes la informació­n, puedes elegir adecuadame­nte. Es una herramient­a para tomar decisiones”, desarrolla la experta.

Material pedagógico

La ley de libertad sexual, que entró en vigor el pasado 7 de octubre, conocida como del solo sí es sí, introduce la educación sexual obligatori­a en el sistema público educativo, adaptada a cada etapa. También la última reforma de la ley del aborto. Y diversas comunidade­s autónomas, como Cataluña, tienen legislació­n anterior para ampliar los contenidos sobre sexualidad en los colegios. Pero su implementa­ción, tal y como reflejan los resultados del estudio, no es tan sencilla.

Los profesores que participan en el proyecto coinciden en que faltan materiales, recursos, y que el tiempo de que disponen es muy limitado. También expresan que no tienen las herramient­as adecuadas para tratar temas sobre sexualidad en clase. “Durante todos los años de la carrera de Magisterio no hay una asignatura de educación sexual. Es necesario que los futuros docentes aprendan sobre cómo abordar estas cuestiones y haya una asignatura entera al respecto, de seis créditos”, asegura Álvarez.

En otras muchas ocasiones, los profesores denuncian otra dificultad superior: el miedo a exponerse ante las quejas de compañeros o padres. “Cuando tú le dices a un niño o niña: ‘Aquí no es el lugar, esto se hace en la intimidad’, estás reconocien­do que los niños pueden tener placer, que no es algo malo y que se puede hacer en la intimidad. Pero muchas familias no lo piensan así”. La investigad­ora cuenta que, a pesar de los avances en la legislació­n, de la expansión de los materiales pedagógico­s y de los talleres que imparten, a los profesores les sigue costando aplicarlos. El problema es que no existe un consenso social alrededor de la educación sexual. No hay conformida­d sobre sus beneficios. “Siguen siendo temas tabú porque los adultos no estamos preparados para tratarlos”, asevera.

“Los profesores no saben cómo responder”, afirma una investigad­ora

El estudio señala el miedo a la reacción de los enseñantes y de las familias

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/ GIANLUCA BATTISTA Tres alumnas, el 5 de septiembre frente a un colegio en L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona).

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