El Pais (Nacional) (ABC)

El drama sin fin de la familia Dujshebaev

- LORENZO CALONGE

El sufrimient­o de los Dujshebaev no deja de crecer en la Champions. El año pasado, su Kielce perdió el título contra el Barça en los penaltis, y ayer se les escapó en la prórroga ante el Magdeburgo. Se sintieron campeones durante 50 minutos bajo el mando de Álex, el hijo mayor de la saga, protagonis­ta de una primera parte monumental. Pero la máquina bajó de revolucion­es y los alemanes los mandaron de nuevo al rincón de los lamentos.

El último tiro de Sicko con el tiempo cumplido se estampó en la barrera y coronó por cuarta vez a un clásico que ha vuelto a lo grande. No reinaba en Europa desde 2002 y esta era su primera Final Four, el formato en el que se decide el título desde 2010. No tenía al lesionado Omar Magnusson, a Gisli Kritsjanss­on lo habían sacado en camilla en semifinale­s y su técnico había asegurado que le llevaría meses recuperars­e del hombro. Juegos mentales. Apareció en el minuto 18 y marcó un gol al instante.

A esas alturas, no obstante, era difícil imaginar otro desenlace que no fuera la victoria del Kielce viendo la exhibición de Álex Dujshebaev en el primer acto. Seis goles en siete lanzamient­os, pero ninguna estadístic­a era capaz de resumir su dominio. Su padre Talant le había entregado las llaves y el primogénit­o puso la directa. Bajo palos, además, tenía a Andres Wolff, autor de siete paradas al descanso.

Sin embargo, la procesador­a se detuvo y los alemanes fueron entrando gracias a la crecida de su portero Portner. A falta de cuatro minutos, dieron el primer aviso: 25-24. Se repuso el Kielce con su único contragolp­e a falta de un minuto (de Dani Dujshebaev, ayer más gris) para recuperar la ventaja (25-26). Pero el Magdeburgo ya se había colado hasta dentro gracias también a su primera línea (Smits, Damgaard y Kritsjanss­on). Forzó la prórroga y ahí nadie los frenó.

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