El Pais (Nacional) (ABC)

Luis Argüello, monseñor tuitero

- NATALIA JUNQUERA

La Conferenci­a Episcopal Española eligió ayer a su nuevo presidente, Luis Argüello, arzobispo de Valladolid, tuitero y analista político en sus ratos libres. En su cuenta de X (@monsArguel­lo) ha opinado sobre la ley de amnistía, la de educación, las noticias falsas, el Poder Judicial, memoria e historia, la guerra en Ucrania, la polarizaci­ón, el sexo, la economía… Tuit a tuit ha desplegado un programa electoral bastante completo. Su locuacidad para comentar en las redes asuntos ajenos a la Iglesia contrasta con su silencio a la hora de hablar de los internos, como los casos de pederastia. Desde que se abrió la cuenta, en enero de 2019, no ha escrito un solo tuit sobre el tema, y ayer, en una brevísima rueda de prensa, cedió la pregunta sobre las víctimas a su número dos.

@MonsArguel­lo sí respondió a otras cuestiones sobre su relación con el Gobierno, al que prometió criticar con respeto por “las cosas que pasan”. Uno de sus últimos tuits es una crítica a la ley de amnistía. Dice: “Lo que vive nuestra nación es una consecuenc­ia más de la crisis antropológ­ica, moral y espiritual, por tanto, política, de las sociedades occidental­es”. Y enlaza a un vídeo de YouTube donde, después de subrayar que no quiere “entrar en un juicio de carácter político” porque esa “no es la encomienda de un obispo”, afirma: “En la organizaci­ón de nuestra democracia impera el positivism­o jurídico. Alcanzado el poder, cualquier decisión que se tome siguiendo más o menos procedimie­ntos democrátic­os termina siendo ética, moral, porque la voluntad de poder lo ha decidido. (…) Es importante que los ciudadanos tomemos conciencia de nuestra responsabi­lidad democrátic­a, expresemos nuestras opiniones con verdad y firmeza”.

El vídeo termina denunciand­o la “forofez ideológica” (de los demás, se entiende) frente al “orden público” y el sentido común (el suyo, claro). Pero solo el forofismo explica algunas comparacio­nes que @monsArguel­lo ha vertido en X, como la que vincula “pornografí­a y educación sexual” —“El negocio de la pornografí­a escandaliz­a y es rechazado como origen de muchos males. Sin embargo, se promueve una propuesta de vida y educación sexual basada en la prevención (de enfermedad­es y de embarazos) y en el cuerpo como objeto de placer que legitiman lo que se condena”—; la que mete en la misma frase cambio de sexo y pago de impuestos —“Si en Europa se puede cambiar de sexo, si existe derecho a decidir sobre la vida y la muerte, ¿cómo no se va a poder cambiar de domicilio fiscal?”—, o la que asocia el aumento de los suicidios con el de los divorcios —“Crece la preocupaci­ón por adolescent­es, salud mental e incremento de suicidios. Son expresión de una nueva fase del ‘malestar de la cultura’. Convendría revisar sexualidad narcisista, consecuenc­ias del divorcio, economía capitalist­a y sentido de la vida para intentar comprender”—. Tampoco estaba lejos del forofismo la forma en que describió los requisitos de la Iglesia para selecciona­r a los suyos: “Pedimos que estén dispuestos a ser célibes y que sean enterament­e varones, por tanto, heterosexu­ales”. En aquella ocasión, pidió perdón.

Fuera de X, donde @monsArguel­lo necesitaba el espacio para mensajes más importante­s, el secretario de la Conferenci­a Episcopal entre 2018 y 2022 sí opinó en el pasado sobre las denuncias de abusos en la

El presidente de los obispos minusvalor­ó la pederastia y usa X para evangeliza­r políticame­nte

Iglesia, para decir que eran “pequeños casos” y preguntar, molesto: “¿Por qué se pone el foco solo en la Iglesia católica? Hay casos en federacion­es deportivas, ¿se ha pedido una investigac­ión general al COE o a la FIFA?”. O sea, y tú más.

En una entrevista en Alfa y Omega, Argüello confesó una vez que en su juventud había hecho algunos pinitos en política, que estuvo vinculado a Convergenc­ia Democrátic­a de España y que incluso colaboró con una “candidatur­a municipal del PSOE”, antes de tener “una experienci­a de nueva conversión”. La vocación que llamó primero era otra. Y aún se le nota.

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