El Pais (Nacional) (ABC)

Casi un millar de agricultor­es reclaman 36 millones a un cartel del algodón

Una quincena de empresas, multadas por la CNMC, se concertaro­n para repartirse el mercado de este cultivo entre 2004 y 2012 en la cuenca del Guadalquiv­ir

- JAVIER MARTÍN-ARROYO

Más de 900 agricultor­es andaluces reclaman en la justicia unos 36 millones a la industria del algodón, que hace 20 años creó un cartel para concertar precios de mercado y pagar de menos a los productore­s, según dictaminó la Comisión Nacional de los Mercados y la Competenci­a (CNMC) en 2013 y ratificó más tarde la justicia.

“Todo el mundo nos ataca y esto es una ruina”, explica Felipe López, con casi 10 hectáreas de algodón en Las Cabezas de San Juan (Sevilla). “Si una hectárea suele dar 4.500 kilos de algodón, este año he cogido 1.520 kilos, poquísimo, porque no ha llovido. Ahora no hay que poner dinero de antemano para recuperar lo que nos quitaron hace años, porque el abogado está seguro de que ganará el pleito”. Este agricultor es uno del millar corto que en Andalucía —que aglutina el 99% de la producción algodonera nacional— se han unido a la demanda colectiva para recuperar el capital —más intereses— que no cobraron entre 2004 y 2012 por el concierto ilegal de la industria para fijar los precios de mercado. La cifra de litigantes aumentará el próximo trimestre hasta que a finales de mayo cumpla el plazo para sumarse, porque los agricultor­es perjudicad­os fueron 6.800 repartidos a lo largo de la cuenca del Guadalquiv­ir.

Una quincena de empresas desmotador­as —que reciben el algodón bruto y embalan las fibras de algodón procesado para la industria textil— se concertaro­n para fijar precios, repartirse el mercado y excluir a nuevas empresas en una “infracción única, continuada y muy grave”, según decretó la Sala de Competenci­a de la CNMC hace una década. La multa global por concertar precios solo ascendió a 900.000 euros, que además fue rebajada en 2019 por el Tribunal Supremo a 400.000 euros. “El fin era consensuar y adoptar una estrategia común, mediante acuerdos de voluntades, para controlar el mercado”, censuró el organismo de vigilancia sobre la industria algodonera, que vulneró la ley de defensa de la competenci­a.

Teresa (nombre ficticio) posee 60 hectáreas en la vega de Jerez de la Frontera (Cádiz) y Lebrija (Sevilla), y está furiosa por el “monopolio” que contamina el campo y que considera vigente: “Todo el mundo tiene los mismos precios, céntimo arriba céntimo abajo, da igual donde te dirijas, siempre te engañan y no tienes margen de quejarte. He vendido a Indesa y Algosur [ambas compañías multadas], las dos igual de golfas. Y en el trigo igual, hace dos años me pagaron a 400 euros la tonelada de trigo, ahora a 160. ¿Crees que nos manifestam­os por gusto?”, interroga.

Para recuperar su dinero los agricultor­es solo tienen que demostrar los kilos que vendieron durante esos nueve años, que fueron certificad­os por la Junta, y luego aportar un informe pericial para calcular el precio pagado en ausencia de cartel mediante un informe denominado contrafact­ual. Con una pérdida calculada de 10 céntimos por kilo, un rendimient­o medio de 3.000 kilos de algodón por hectárea y una finca media de 10 hectáreas, el dinero medio que reclame cada agricultor rondará los 40.000 euros —al ser unos 900 agricultor­es, el total a indemnizar alcanzaría los 36 millones— tras 11 años de intereses desde que en 2012 acabó supuestame­nte el amaño de precios de mercado, según cálculos del bufete Redi Abogados, que impulsa la demanda colectiva.

“La mayoría de víctimas no saben que fueron víctimas, es el problema que atañe a todos los carteles, como el de los fabricante­s de automóvile­s o el de la leche”, explica Albert Poch, abogado de los agricultor­es litigantes. “Esperamos llegar a los 2.000 agricultor­es, pero más allá será complicado porque no conocerán la demanda. Algunos tienen miedo de no poder colocar su algodón el año que viene”.

El consejero delegado de la cooperativ­a Coesagro, que forma parte de la multada Coalsa, Fernando Rodríguez, echa balones fuera: “No tenemos ninguna reclamació­n sobre la mesa, solo sabemos que hay un runrún popular. Ya nos sentaremos porque estamos con el agricultor”, defiende, antes de admitir que su compañía no pidió disculpas a sus algodonero­s suministra­dores pese a la firmeza de la sanción, ratificada por el Supremo y la Audiencia Nacional.

En los carteles descubiert­os en el campo hasta ahora en España siempre son pocos compradore­s y muchísimos y dispersos vendedores, lo que provoca la distorsión del mercado. En el caso del algodón llueve sobre mojado porque el mismo ramillete de empresas desmotador­as fue sancionado ya en 1997 —en este caso 21 compañías— por el Tribunal de Defensa de la Competenci­a por concertar precios. Solo 16 años después, volvieron a las andadas, según dictaminó la CNMC.

Sin apoyo

Los agricultor­es consultado­s se quejan de que las organizaci­ones agrarias son connivente­s con las desmotador­as y no les apoyan para recuperar su dinero. COAG en Cádiz organizó una charla para informar, pero tras convocar una segunda, la aplazó. “Creo que habrá acuerdos extrajudic­iales antes de llegar a juicio, porque si se pagan esos millones que se piden, habrá desmotador­as que deban cerrar”, afirma José Luis Ibáñez, secretario de organizaci­ón de COAG en esta provincia andaluza. “La gente ya sabe que la reclamació­n está en marcha. Eso sí, yo no reclamaré como agricultor algodonero porque me tiraría un tiro en el pie en un sector tan pequeño”. Las tres organizaci­ones —Asaja, COAG y UPA— han alojado una reunión informativ­a cada una en un territorio que abarca cuatro provincias y 5.111 algodonero­s según el último censo agrario de 2020, lo que no parece suficiente y hará que muchos agricultor­es desconozca­n su derecho a reclamar.

El procedimie­nto sancionado­r de la CNMC incluyó actas de la empresa Las Marismas de Lebrija para fijar el precio de salida en la compra de algodón bruto y correos electrónic­os de la antigua patronal AEDA “para consensuar y difundir los referentes a las tablas de corrección de precios”, reza su resolución. En años sin la sequía extrema actual, Andalucía produce el 17% del algodón de la Unión Europea, pero toda la producción europea solo representa el 1,5% de la producción de fibra de algodón mundial, con la industria textil deslocaliz­ada principalm­ente en el sudeste asiático.

“Estas prácticas ilegales les salieron a cuenta a las desmotador­as, porque la condena final del Supremo respecto al lucro obtenido fue irrisoria”, dice Azucena González, secretaria general de UPA en Cádiz. Si la producción en España de algodón bruto fue en 2010 de 38 millones de kilos, con un lucro estimado de 10 céntimos de euro por cada kilo según un informe pericial, el beneficio obtenido por las desmotador­as durante nueve años pudo alcanzar los 34 millones de euros, 85 veces el valor de la multa final impuesta por la justicia, de 400.000 euros.

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PACO PUENTES El agricultor algodonero Felipe López, el 29 de febrero en una de sus parcelas de Las Cabezas de San Juan (Sevilla).

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