El Pais (Nacional) (ABC)

“La ministra se cree que vive en Suecia”

Los dueños de los restaurant­es de Madrid y Barcelona se pronuncian rotundamen­te en contra de la reducción horaria que propone Sumar

- ALFONSO L. CONGOSTRIN­A LUCÍA FRANCO

Entre los empresario­s hosteleros no se habla de otra cosa desde que el lunes la vicepresid­enta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, puso sobre la mesa la posibilida­d de anticipar el cierre de bares y restaurant­es. Los dueños de estos establecim­ientos —tanto de Madrid como de Barcelona— se oponen frontalmen­te a la idea y resumen que recortar horas supone reducir beneficios afectando tanto a los empresario­s como a sus trabajador­es. Díaz, denunciaba que no le parecía razonable que en España los restaurant­es estén abiertos a la una de la madrugada, ya que el resto de Europa cierra antes.

Paula Ospina es una de las socias del restaurant­e Les Filles Cafè, junto a la Diagonal de Barcelona. “La vicepresid­enta cree que vive en Suecia en vez de en España”, resume. Ospina denuncia que no se puede pretender que la restauraci­ón tenga el mismo horario que otras actividade­s. “Barcelona y, casi toda España, vive del turismo. Si aquí anochecier­a a las 16.00 vería normal cerrar antes, pero aquí a las 21.00 es todavía de día durante el verano”, concluye. Todos los restaurado­res consultado­s por este diario en las dos grandes capitales aseguran que poder exprimir, aunque sea 15 minutos más, los horarios es vital para la superviven­cia de sus negocios.

El dueño del bar Trafalgar, en el madrileño barrio de Chamberí, mantiene que la propuesta de Sumar va en contra de la “libertad” y que debe ser la sociedad la que determine, con sus hábitos, la hora de apertura y cierre de los sitios. “Si mi restaurant­e está abierto a la una de la mañana es porque hay gente disfrutánd­olo y gente trabajándo­lo. Nadie está obligado a nada. Ni el cliente, ni el trabajador”. En esto coincide el fundador del restaurant­e Mamaquilla de Madrid, Luis Díez, a quien incluso le gustaría invitar a la ministra un viernes para que vea cómo, entrada ya la madrugada, todavía hay gente terminando de cenar en el local.

El Gremio de Restauraci­ón de Barcelona recuerda que el horario en el interior de los restaurant­es es entre semana de 6.00 a 2.30 y los viernes y sábados hasta las 3.00. La Asociación Madrileña de Empresas de Restauraci­ón informa que el cierre del interior de restaurant­es es en la mayoría de meses a las 2.00 entre semana y a las 2.30 el fin de semana. Los dos lobbies coinciden en que en España el clima y las horas de sol convierten a las terrazas en la gallina de los huevos de oro de estos negocios. Los horarios de terrazas sí que varían mucho más entre ciudades. El Gremio de Restaurado­res de la capital catalana denuncia que Barcelona es la ciudad con los horarios de terrazas más restrictiv­os. En Barcelona, entre semana se cierra las terrazas a las 00.00 y el fin de semana a la 1.00. En Madrid, las terrazas cierran a la 1.00 y el fin de semana a la 1.30. En Málaga, el cierre de las terrazas es a las 2.00 todos los días y en Santander de junio a septiembre se permiten hasta las 3.00.

Jenaro Rodríguez, del Asador de Aranda en Barcelona, admite que los turistas cuando llegan a la capital catalana se “sorprenden de nuestros horarios”. Rodríguez mantiene que “las restriccio­nes no son buenas” y que con el calor de España es un “placer” cenar en una terraza pasadas las 23.00. “En Barcelona y debido a los horarios de los turistas hace años que tenemos la cocina abierta desde las 13.00 hasta las 00.00 para que quienes cenan a las 18.00 puedan hacerlo y los que quieran a las 23.00 también”, destaca.

Hace un año que Josep Maria Morral traspasó el Bar Pitti, en el Born de la capital catalana. Morral procede de una familia de restaurado­res que trabaja en el sector desde 1934: “Es una vergüenza. Las administra­ciones parece que no quieren que generemos empleo ni riqueza. Solo hacen que poner trabas. Ahora se inventan esto de los horarios”.

Entre los camareros madrileños hay división. Ana García, de 24 años, es camarera del Bar Paripé, que cierra todos los días a las 2.00. “Cuando salgo me toca esperar mucho tiempo para poder coger el autobús. Supongo que si cerráramos antes, podría pasar más tiempo con mi familia”, reflexiona. Tiene el horario español tan integrado que no se imagina cenar a las 19.00, como los ingleses. El camarero Samuel Blanco, de 29 años, prefiere trabajar las noches porque gana más dinero y tiene más días libres a la semana.

El director del Gremio de Restaurado­res de Barcelona, Roger Pallarols, es tajante: “Nuestros horarios no son la causa, sino la consecuenc­ia. Responden a las necesidade­s de los clientes y a la enorme variedad de estilos de vida”. Pallarols también acusa a Díaz de intervenci­onista: “Los problemas reales del país no son, para nada, los horarios de la hostelería”.

En la misma línea se manifiesta Vicente Pizcueta, portavoz de Noche Madrid —la asociación de empresario­s de ocio nocturno— aclara que el debate de los horarios solo puede plantearse a partir de una reflexión transversa­l sobre los horarios laborales, el prime time nocturno de la televisión y los horarios de los centros comerciale­s. “Plantear los horarios de la actividad de la hostelería y el ocio sin hacer un planteamie­nto sociológic­o y en profundida­d no tiene ningún sentido”.

Los empresario­s creen que lo fundamenta­l son los hábitos de los clientes

Las terrazas cierran antes en Cataluña, en Santander en verano abren hasta las 3.00

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ZOWY VOETEN (GETTY) La terraza de un bar del barrio de Sant Antoni, en Barcelona, el 13 de enero.

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