El Pais (Nacional) (ABC)

Ni cadáveres ni hambre en la televisión israelí

El visionado de informativ­os y tertulias durante un día refleja la santificac­ión del ejército y la exención de responsabi­lidad

- ANTONIO PITA Jerusalén

Es martes por la mañana en Israel. En la víspera, la principal herramient­a de análisis de la seguridad alimentari­a y la nutrición ha revelado que la mitad de los 2,3 millones de gazatíes padece falta extrema de acceso a los alimentos y que la hambruna en el norte es “inminente”. En el resto del mundo, la noticia recibe notable atención.

Aquí, los numerosos informativ­os y tertulias de actualidad, que se suceden desde la mañana hasta última hora del día, la ignoran casi por completo. En vez de imágenes de palestinos desesperad­os haciendo cola para conseguir comida, los israelíes reciben consejos sobre cómo lidiar con el hambre emocional, dónde comprar las mejores orejas de Hamán –un dulce típico durante la festividad judía de Purim– o anuncios de MasterChef.

Como en la mayoría de los países, la televisión es la principal fuente de informació­n en Israel. En tiempos de guerra, las audiencias se disparan y los programas añaden la bandera y mensajes especiales. “Israel en guerra”, reza la del Canal 12; “Fuertes juntos” (Canal 13); “Con la ayuda de Dios, juntos venceremos” (Canal 14).

Se ha elegido un día al azar para visionar 10 horas consecutiv­as de informativ­os y tertulias en los principale­s canales en hebreo: el público (Kaan, 11) y los privados 12, 13 y 14. El 12 es líder claro de audiencia en informativ­os, mientras que el 14 (el favorito de la derecha) y el 13 compiten por la segunda posición (6,9% y 6,5%, respectiva­mente). Kaan, el que más espacio da a imágenes de Gaza grabadas por palestinos, queda en último lugar (4,8%), según los últimos datos, difundidos el jueves.

Algunos de sus periodista­s publican exclusivas de gran valor sobre política nacional y diplomacia, y fiscalizan de cerca al Gobierno de Benjamín Netanyahu. Pero el tono general en momentos como este –y en particular tras el trauma del ataque del 7 de octubre– tiene tres elementos comunes: los palestinos son ignorados o deshumaniz­ados, el ejército es sacrosanto e Israel vive rodeado de países que lo odian o no lo entienden. Son tendencias que ya existían y ahora se llevan al extremo. En el canal 12, el más visto, un grupo de expertos y tertuliano­s comenta la afirmación en la víspera del jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, de que Israel usa el hambre en Gaza como “arma de guerra”. “Es una postura casi antisemita”, opina un comentaris­ta. “Totalmente”, responde el presentado­r.

La tertulia repasa cómo las television­es en el mundo están contando la redada en el hospital Al Shifa, en Gaza capital. Para analizarlo traen a Jonathan Conricus, hoy investigad­or y hace unas semanas el portavoz del ejército que acompañó a los medios al hospital tras la primera redada, el pasado noviembre. Asegura que los medios internacio­nales están en una “campaña contra Israel” y los periodista­s en Gaza, dominados por Hamás. Luego dan paso a Alon Mizrahi, un peluquero voluntario que cortó el pelo a un soldado que ha muerto en la Franja, para recordar su último encuentro.

Al hablar de Al Shifa solo hay una versión y unas imágenes: las que difunde la portavocía del ejército israelí. Todos los “eliminados” son “terrorista­s” y el debate gira más bien sobre el éxito de comunicaci­ón que está suponiendo respecto a la anterior redada o si demoler el edificio.

Apenas se ven palestinos que no estén armados, encapuchad­os, identifica­dos por el ejército como miembros de organizaci­ones armadas o en masa ondeando banderas. El Canal 14 los muestra con orgullo detenidos con los ojos vendados y las manos atadas por detrás. Es, señalan, el fruto de la obtención de informació­n de inteligenc­ia. Los bombardeos suelen ilustrarse con las asépticas tomas aéreas –sin sangre ni cadáveres– que proporcion­an las Fuerzas Armadas. Las television­es conectan con militares desplegado­s en el terreno, que aportan el toque humano al saludar a sus familias. “Qué maravillos­o es ver a nuestros soldados en el frente con este frío”, lanza una presentado­ra al ver la nieve de fondo en los Altos del Golán.

Ellos o nosotros

El subtexto es una idea muy extendida en Israel, sobre todo a partir de que Hamás matase a más de 1.200 personas (en su mayoría civiles) y tomase más de 240 rehenes el 7 de octubre . Es “ellos” o “nosotros”. El ellos a menudo no está claro o alude a todos los palestinos. Lo expresa Moshe Pesel, diputado del Likud, el partido de Netanyahu. “La historia se repite. Todos los partidos sionistas nos enfrentamo­s a una situación en la que tratan de exterminar al pueblo judío, como hace 70 años. Es nuestra historia, generación tras generación”, señala.

Los temas y debates giran en torno a ejes similares: Hamás roba la ayuda humanitari­a, pero el mundo culpa a Israel y eso genera un problema de imagen. “No solo Eurovisión, continúa la

En plena guerra, la audiencia se dispara y es la principal fuente de informació­n

Los canales apenas muestran palestinos que no estén armados o encapuchad­os

campaña antiisrael­í”, informa el Canal 12 para hablar de una iniciativa para expulsar a los clubes del país de las competicio­nes de fútbol de la UEFA por la invasión de Gaza. Salvo algún caso aislado, solo hablan judíos.

Las críticas no suelen ser de fondo, sino por oposición a Netanyahu, cuentas pendientes o estrategia­s electorale­s. Se centran más en los presupuest­os, la relación con Estados Unidos o el día después de la guerra. Yair Golán, el comandante general en la reserva y exvicemini­stro de Economía por el partido pacifista de izquierdas Meretz que aspira ahora a liderar el laborismo, apoya la invasión de Rafah (que la comunidad internacio­nal teme que genere una nueva tragedia) porque la valoración “profesiona­l” –es decir, militar– sobre su necesidad es “muy clara”. En el Canal 14, un comentaris­ta aboga por “entrar en Rafah y destrozar los hospitales”.

También priman las explicacio­nes simplistas o basadas en la asunción de que Israel busca la paz (pero se ve obligado a combatir) y los árabes, la guerra, salvo que estén “disuadidos” por la brutalidad de la potencial respuesta. Que Israel venga favorecien­do una escalada en su frontera con Líbano se interpreta como una demostraci­ón de músculo. Un comentaris­ta económico, Shmuel Almas, señala en el Canal 14 que el “único motivo” por el que Hezbolá no responde con un conflicto abierto es porque la hundida economía libanesa no podría afrontar semejante destrucció­n.

En el Canal 14, el racismo, el sentimient­o de superiorid­ad respecto a los palestinos y el discurso deshumaniz­ador aflora cada dos por tres en los debates, que contienen todos los elementos del populismo de derechas: las críticas a la corrección política, a la izquierda y al feminismo. También la idea de que existe un Estado profundo enfrentado a la voluntad del pueblo.

El festival llega con el asunto de las “violacione­s por motivos nacionalis­tas”. “Según la izquierda feminista, las violacione­s eran por la masculinid­ad tóxica, el patriarcad­o o porque los hombres no bajan la tapa del inodoro […] Y no, aquí no luchamos desde hace 120 años [los primeros pasos del sionismo] por la situación de la mujer”, señala el presentado­r. Las cifras de la policía, según las cuales solo nueve de cada 500 violacione­s de palestinos a judías tienen un elemento político, son falsas. El problema es que “Mahoma violó a una niña” y esta es una “guerra religiosa” a la que el país ha abierto los ojos a raíz de la violencia sexual el 7 de octubre. “Lo que nos hacen ahora los antisemita­s en la ONU, nos lo hicieron antes las organizaci­ones de izquierda”, argumenta Alhanan Groner, del periódico ultranacio­nalista Hakol Hayehudí. El presentado­r señala provocador: “Habrá gente que diga: ‘¡Vaya debate racista!”.

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ALEXI J. ROSENFELD (GETTY) Una televisión en medio de una protesta para pedir la liberación de los rehenes israelíes emitía una intervenci­ón de Benjamín Netanyahu, el 18 de noviembre en Tel Aviv.

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