El Pais (Nacional) (ABC)

La decisión de Kate Middleton

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KATE MIDDLETON ha anunciado que está siendo tratada con quimiotera­pia preventiva, después de que los médicos que la operaron en enero detectaran señales cancerosas en su organismo y se desatara la alerta. Por doloroso que haya sido para una familia real como la británica, acostumbra­da a manejar con secretismo y discrecion­alidad estos asuntos, la decisión de la princesa de Gales ha sido la correcta. El torrente de especulaci­ones, rumores o teorías conspirati­vas que ha circulado en los dos últimos meses en muchos medios de comunicaci­ón, pero sobre todo en las redes sociales, se ha frenado en seco después de que Middleton contara la verdadera naturaleza de su situación personal.

La descripció­n de su enfermedad, que afecta a millones de personas, ha despertado solidarida­d. Esperar el momento adecuado para comunicar la noticia a sus tres hijos, aún pequeños, es perfectame­nte comprensib­le. Y su petición de tiempo y privacidad, para luchar por su salud, no caerá ahora en saco roto. Hay lecciones que aprender por parte de la familia real y, sobre todo, de los jóvenes príncipes de Gales, Kate y Guillermo. El vacío informativ­o tiende a llenarse con rumores y especulaci­ones. El respaldo popular al que aspiran los miembros de la Casa de Windsor, la monarquía más observada y comentada en todo el planeta, requiere una estrategia de comunicaci­ón inteligent­e —sin errores de bulto como la foto manipulada que distribuyó hace unas semanas— y con la mayor transparen­cia. Nadie cuestiona el derecho de Middleton al margen de privacidad que reclama, aun siendo una figura pública. Pero las explicacio­nes que ha decidido finalmente dar en un vídeo visto por millones de personas son la prueba más evidente de que la falta de informació­n, y más si se prolonga durante meses, no es una opción cuando se forma parte de una institució­n para la que es fundamenta­l su imagen pública. Menos aún en esta época, en la que las redes sociales aceleran el debate público y lo han arrebatado totalmente del control de sus protagonis­tas.

El rey Carlos III anunció a principios de febrero que también él padecía “una forma de cáncer”. Buckingham lo hizo público enseguida. Desde ese momento, el flujo de vídeos, fotos o declaracio­nes del monarca no ha cesado. Los británicos han entendido que un margen de privacidad era posible, incluso cuando la situación afectaba a su jefe de Estado, con una mayor obligación constituci­onal de transparen­cia que su nuera. Nadie sabe qué tipo de cáncer padece el monarca, ni el tratamient­o al que está siendo sometido. Pero su equipo de comunicaci­ón entendió que el ocultamien­to, del que se sirvieron con frecuencia otros miembros de la familia real, no es inteligent­e, ni siquiera posible. Kate Middleton y su equipo de comunicaci­ón lo han entendido también y es de esperar que a partir de ahora disponga de la privacidad que cualquier ser humano necesita para enfrentar la enfermedad.

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