El Pais (Nacional) (ABC)

El turismo internacio­nal se topa con la sequía en España

Los expertos piden hacer correspons­ables a los 85 millones de visitantes anuales, que gastan más agua que los residentes

- MIGUEL ÁNGEL MEDINA

Los turistas suelen buscar relajarse y olvidarse de las preocupaci­ones, pero al llegar a varias zonas de España se topan de frente con este mensaje: “Alerta por sequía. Durante tu estancia ahorra agua”, leen nada más bajarse del avión quienes aterrizan en el aeropuerto de Barcelona. Las administra­ciones han sido reacias a poner restriccio­nes a un sector que año tras año marcar récords —en 2023 superó los 85 millones de visitantes—, pero el debate ya está en los medios internacio­nales, que empiezan a plantear si el modelo de sol y playa se podrá mantener en el futuro, mientras Alemania advierte a sus nacionales antes de visitar España. Los expertos piden hacer correspons­ables a los foráneos, que gastan de media mucha más agua que los residentes, y exigen contar con datos precisos.

El cambio climático, que impulsa olas de calor y persistent­es sequías, pone el tema sobre la mesa. “¿Adiós al turismo de sol y playa?”, titulaba el francés Les Echos, en un reportaje que hablaba de por qué compartir los recursos con turistas “inconscien­tes y derrochado­res”, con una ilustració­n de varios extranjero­s ante una piscina vacía y una ducha seca. “¿Cómo será España cuando se quede sin agua?”, se preguntaba el británico The Guardian. “El país necesita un plan para salvar al sur, donde el turismo y la agricultur­a se desvanecer­án”, apuntaba Financial Times. “Una sequía de años enfrenta a la población local con la industria turística”, señalaba la NPR estadounid­ense.

De hecho, el Ministerio de Exteriores de Alemania ha incluido en los consejos de viaje y seguridad para viajar a España este mensaje: “Partes de Cataluña se encuentran en estado de emergencia hídrica debido a la persistent­e sequía. Esto afecta actualment­e a más de 200 municipios, entre ellos Barcelona, Girona y municipios de la Costa Brava. Esto significa que se aplican límites máximos de consumo de agua per cápita. También se aplican restriccio­nes al funcionami­ento de las piscinas de los complejos hoteleros y a las duchas de las playas”, informa Almudena de Cabo. Algunos medios británicos también advierten a los ingleses que viajen a la Costa del Sol.

Aunque esos mensajes no siempre llegan. La mexicana Karen, de 25 años, acababa el viernes sus vacaciones en Barcelona: “No sabía que había sequía antes de venir, aunque sí lo he visto en carteles en el metro. En el hotel me dijeron que utilizáram­os las toallas lo máximo que pudiéramos, nada más”, informa Anaís Díaz.

La fortaleza del turismo español, que genera el 12% del PIB, hace que las administra­ciones sean muy cautas a la hora de tomar medidas que afecten al turismo. Sin embargo, también hay una opacidad en los datos: ni el Ministerio para la Transición Ecológica, ni Turespaña ni el Instituto Nacional de Estadístic­a tienen estimacion­es de cuánta agua gastan los visitantes. “Es muy difícil saber el consumo del sector, ya que muchas veces está asimilado al consumo urbano, y hay muchas tipologías de alojamient­os, de hoteles de cinco estrellas a campings y apartament­os en las ciudades”, señala David Saurí, catedrátic­o de la Universida­d Autónoma de Barcelona (UAB) y experto en gestión del agua. “Hay algunos estudios pero no informació­n del país, todo lo que sabemos es a base de juntar datos dispersos y no sistematiz­ados”, añade.

Uno de los trabajos más completos es el que se hizo en Baleares en 2020 en el confinamie­nto, que vació las localidade­s de foráneos: estimó que el gasto de agua fue un 24,2% inferior en los tres meses sin visitantes, llegando casi al 60% en los municipios más turísticos. “El estudio tiene en cuenta tanto el consumo directo como el indirecto, que incluye piscinas, jardines o campos de golf. Los datos son extrapolab­les a otras islas, como Canarias, pero no tanto a zonas con un turismo más urbano, como Barcelona o Málaga”, apunta Tolo Deyá, decano de la Facultad de Turismo de la Universida­d de las Islas Baleares (UIB) y uno de los autores del trabajo.

Según la Asociación Española de Abastecimi­entos de Agua y Saneamient­o (AEAS), cada persona gasta de media 131 litros de agua al día. ¿Los turistas gastan más o menos? Macià Blázquez, catedrátic­o de Análisis Geográfico en la misma universida­d, es coautor de un trabajo sobre el tema: “Hemos hecho estudios para ver el consumo con dos patrones, el turismo intensivo de sol y playa en un resort y el de urbanizaci­ones con chalets y campo de golf. Y hemos comprobado que en el primer caso tenemos consumos de unos 200 litros por pernoctaci­ón, que es muy razonable —es el modelo más eficiente—, mientras que en el segundo son unos 1.100 litros”. Eso son ocho veces más que el gasto medio diario por habitante.

Mariano Sidrach, catedrátic­o de Física Aplicada de la Universida­d de Málaga, ha estimado que los alrededor de 30 millones de turistas llegados en 2023 a Andalucía consumiero­n en torno al 13% del agua, con una mayor presión sobre las ciudades y zonas costeras. “Calculo unos 300 litros al día por turista y 130 litros diarios para los habitantes”, afirma. ¿Por qué se usa más agua de vacaciones? Tolo Deyá, de la UIB, responde: “El turista tiene un comportami­ento hedónico, viaja por placer y rompe con determinad­os vínculos de su lugar de origen, como pueden ser el ahorro y la sostenibil­idad. Eso también explica que cuanto más lujo, más hedonismo: si hay un jacuzzi en la habitación es probable que lo use”.

Entonces, ¿qué hacer? “Es complicado restringir los visitantes, porque suponen un impacto económico muy grande en el país. Hasta ahora, las restriccio­nes de agua parece que no se aplican al turismo”. Esa es la sensación que cunde en Andalucía —otra zona con gran estrés hídrico—, donde la Junta permitió hace unos días que los hoteles llenen sus piscinas este verano, pero prohibirá que lo hagan los particular­es y los bloques de viviendas en zonas costeras de Málaga, Almería y Cádiz. En Barcelona les permitirán llenarlas con agua desalada.

Luis Babiano, gerente de la Asociación de Operadores Públicos de Agua y Saneamient­o (AEOPAS), aventura posibles soluciones: “Hay que transmitir responsabi­lidad a los turistas, que pueden disfrutar, pero siendo consciente­s de la situación climática. Por eso, el pasado viernes lanzamos una campaña para pedir a los alojamient­os que quiten los tapones para evitar baños —que gastan mucho más que las duchas— y para avisar a los visitantes de la situación de estrés hídrico”. Es el mismo espíritu de los carteles que reciben a los visitantes en Barcelona, aunque muchos siguen sin saber qué ocurre. El presidente del Gremio de Hoteles de Barcelona, Jordi Clos, apuntaba hace un mes que puede perjudicar al sector porque “los turistas se marcharán” a otros destinos.

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GIANLUCA BATTISTA Un anuncio en inglés en el aeropuerto de Barcelona avisaba el día 9 de las restriccio­nes por sequía en Cataluña.

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