La pirámide se invierte: EE UU coloniza el ‘top-100’ del tenis
Un análisis de Emilio Sánchez Vicario subraya el declive de España, la nación más fuerte hace menos de una década
Hace escasamente un mes, la actualización del ranking del tenis masculino destapó un preocupante dato para el tenis español: solo cinco jugadores nacionales figuraban entre los 100 mejores del circuito. Una circunstancia que obligaba a retroceder hasta agosto de 1989, cuando la cifra de representantes era igual, con Emilio Sánchez Vicario (15º), Sergi Bruguera (27º), Jordi Arrese (39º), Javier Sánchez Vicario (48º) y Tomás Carbonell (88º) situados en el primer peldaño de la pirámide de la ATP. La revisión más reciente, el pasado lunes, ha incorporado a un sexto embajador, Pedro Martínez, pero la sintomatología advertida desde hace tiempo empieza a hacerse más y más palpable en la actualidad. España va perdiendo fuelle en la primera línea.
Ahí está Carlos Alcaraz, cuyos éxitos maquillan la carestía que existe por detrás, pero la ascensión del murciano (20 años) coincide con el declive de una generación que va enfilando de manera progresiva la puerta de salida y que no termina de encontrar un relevo definitivo. A sus 24 años, Alejandro Davidovich sigue amagando e intenta franquear la barrera del top-20, mientras Roberto Bautista (35 años, 100º) ha ido descolgándose a raíz de las lesiones y Roberto Carballés (30/64º), Jaume Munar (26/72º) y Pedro Martínez (26/88) no han terminado de dar el salto que en su día logró una hornada difícilmente repetible. El combo de los Nadal, Ferrero, Ferrer, Feliciano, Verdasco, Almagro, Ramos, Robredo y compañía —retirados la mayoría de ellos, o bien al borde— acostumbró al aficionado a un estado de excepcionalidad que contrasta con la pérdida de influencia actual.
Una situación hasta cierto punto lógica e inevitable, pero también evidente: España decae como bloque, mientras que uno de los grandes gigantes vuelve a ganar consistencia. Así lo subraya Emilio Sánchez Vicario en un análisis comparativo en el que el extenista, uno de los estandartes del tenis español entre mediados de los ochenta y los noventa, traza el paralelismo con Estados Unidos. “Los números hablan por sí solos, no hemos sido capaces de sustituirles. De 2016 hasta hoy, España ha pasado de 14 jugadores a solo seis en el top-100, situándose en la quinta posición del ranking esta última semana, mientras que Estados Unidos ha aumentado de seis a 12, colocándose en el número uno”, introduce el madrileño, que en 2012 se mudó a Florida, instaló allí una sede de su academia y comenzó a estudiar a fondo la metodología base de la federación estadounidense (USTA), probablemente la que más recursos posee.
Sánchez Vicario incide en que entonces, 2016, la cifra de esos 14 representantes nacionales merecía un análisis en perspectiva, dado que siete de ellos ya superaban la treintena y por abajo apenas asomaban jóvenes de verdadera proyección entre los 500 primeros. En cambio, resalta, “Estados Unidos ya tenía 10”. El dato más preocupante, sin embargo, “se encuentra en la base de la pirámide, donde si analizamos las edades y el número de jugadores constatamos que de 2005 hasta hoy España ha pasado de tener unos 140 con ranking a 90, mientras que EE UU ha aumentado de 120 a 210”. Este incremento “aporta innumerables oportunidades a los americanos en la próxima década” y refuerza su posicionamiento actual.
Entretanto, la Federación Española (RFEF), presidida por Miguel Díaz Román, ha llevado a cabo un gran esfuerzo estructural desde hace tres años—limitado por las estrecheces económicas— para generar un tejido de torneos que permita potenciar la base y dotar de mayores oportunidades a los jóvenes, en un modelo similar al que implementaron los norteamericanos hace una década.
Se ha pasado de tener 14 jugadores a seis; los norteamericanos, de seis a los 12 actuales
Los éxitos de Alcaraz maquillan la carestía y la falta de relevo a la generación de oro