El Pais (Nacional) (ABC)

Elena Tejada, una infiltrada en ETA de película

Arantxa Echevarría y Agustín Díaz Yanes dirigen sendos ‘thrillers’ sobre la única policía que entró en la banda

- GREGORIO BELINCHÓN

En 1998, la banda terrorista ETA declaró una tregua. El entonces ministro de Interior, Jaime Mayor Oreja, la bautizó como “tregua-trampa”, y lo sabía a ciencia cierta, porque en el comando Donosti, en el epicentro de San Sebastián, se había infiltrado una policía, conocida como Aranzazu Berradre, que fue quien pasó la informació­n del rearme de ETA y la que logró la desarticul­ación de aquel comando. Su historia ha protagoniz­ado numerosos reportajes periodísti­cos y ahora dos películas narrarán, de manera más o menos ficcionada según cada proyecto, su labor como topo dentro de ETA durante ocho años.

El viernes terminó el rodaje de La infiltrada, dirigida por Arantxa Echevarría, tras siete semanas de filmación en la capital guipuzcoan­a. Un fantasma en la batalla, un título aún no definitivo, comenzará a rodarse el 15 de abril dirigida por Agustín Díaz Yanes, que ha dedicado años a este guion que se aleja mucho más de la realidad; será un original de Netflix producido por Juan Antonio Bayona, Sandra Hermida y Belén Atienza, el trío detrás de La sociedad de la nieve.

Elena Tejada, agente riojana de la Policía Nacional, se convirtió con 22 años en Aranzazu Berradre. “Nunca ha habido otra policía, hombre o mujer, que lograra entrar en ETA. Las fuerzas de seguridad intentaron meter a más gente y solo ella lo consiguió”, asegura María Luisa Gutiérrez, una de las productora­s de La infiltrada. Ella supo de la historia por un amigo “que trabaja en la Policía Nacional y que conocía a gente que había estado dentro del operativo”. Durante casi ocho años, Berradre, que llegó a chapurrear euskera, ascendió por el entorno de ETA: formó parte de un grupo de titiritero­s y trabajó en una discoteca, después se incorporó a movimiento­s antisistem­a y entró en la herriko taberna de Herri Batasuna en San Sebastián, para finalmente ingresar en Jarrai. “Lo curioso es que fue ETA quien contactó con ella y la reclutó. Había sabido moverse y llamar la atención de la banda”, explica Mercedes Gamero, también productora.

Tras ser contactada por Kepa Etxebarria, Berradre acabó siendo colaborado­ra del comando Donosti, al que dio cobijo en su piso donostiarr­a de la calle de Urbieta. Después llegaría Sergio Polo, nombrado jefe del comando, un etarra de sangriento currículo que actualment­e cumple condena por, entre otros crímenes, el asesinato del comandante del Ejército de Tierra Luciano Cortizo en 1995.

El 10 de marzo de 1999 la propia Berradre llevó en coche a Polo y Etxebarria a una cita en la que fueron arrestados. Ambos querían huir tras la detención, el día anterior en París, de José Javier Arizkuren, Kantauri, del que dependían. Un año más tarde, su existencia, su nombre real y su fotografía fueron revelados por la revista Ardi Beltza. Ya la había sacado del País Vasco su superior, un comisario que había blindado su seguridad y microfonad­o a conciencia el piso en el que residía. Su pista se desvanece por las embajadas españolas en las que ha trabajado posteriorm­ente.

“Sabe que estamos con la película, aunque nunca contactamo­s con ella”, dice Gutiérrez. “Aranzazu está construida a través de la visión de compañeros, pero no de sus propias palabras, en el guion de Arantxa y Amelia Mora y con las aportacion­es de Carolina Yuste”. Porque es esta actriz la que protagoniz­a La infiltrada. Yuste es habitual del cine de Echevarría —gracias a Carmen y Lola ganó el Goya a mejor actriz de reparto—; y junto a ella han estado Luis Tosar como el comisario; Pepe Ocio, Nausicaa Bonnín y Víctor Clavijo como compañeros policías, y Diego Anido como Sergio Pablo.

Recreación de un asesinato

La infiltrada se ha rodado íntegramen­te en San Sebastián, incluida una manifestac­ión en la calle Pescadería, reambienta­da como en 1997, y se ha recreado el asesinato de Gregorio Ordóñez —entonces diputado del Parlamento Vasco y teniente de alcalde del Ayuntamien­to donostiarr­a— con el visto bueno de la familia del político del PP, en el mismo lugar en que ocurrió: el restaurant­e La Cepa. En esa ciudad se pudo ver el primer cartel de la película, desvelado en septiembre durante el festival de San Sebastián, y en ese momento empezó a sonar la otra versión, tan solo inspirada en la historia de Elena Tejada y mucho más ficcionada, que el 15 de abril comienza a rodar Díaz Yanes.

El guion, que durante un tiempo se tituló Santuario y ahora, con nombre provisiona­l, está bautizado como Un fantasma en la batalla, es un libreto en el que Díaz Yanes lleva trabajando mucho tiempo. En su caso, la protagonis­ta es una guardia civil que procede del sur de España y que encarnará Susana Abaitua, curiosamen­te amiga de Yuste (hasta las lleva la misma representa­nte); un personaje que fusiona vivencias de varios agentes de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.

La relación de Díaz Yanes y Bayona dará más juego cinematogr­áfico porque el primero ha sido el adaptador de A sangre y fuego, la colección de relatos de Manuel Chaves Nogales que podría ser la siguiente película de Bayona. Por tres semanas los equipos de La infiltrada y Un fantasma en la batalla no se han cruzado en localizaci­ones. Pero la coincidenc­ia de temáticas en el cine español es extraña: habitualme­nte, cuando hay dos guiones similares, uno de ellos acaba no rodándose. En cambio, en Hollywood ocurre y se observa con cierta normalidad.

Mariano Barroso, director de contenido (cine) en Netflix en España y Portugal, comenta por correo electrónic­o: “Díaz Yanes es un director esencial en la historia del cine español reciente, con una visión única del contexto social y político que relata la película. Es un orgullo para Netflix apostar de forma decidida por esta producción, respaldada por un equipo de productore­s cuya visión creativa ha llevado a La sociedad de la nieve a convertirs­e en un fenómeno global de público y crítica”.

María Luisa Gutiérrez cuenta que ya movió un primer tratamient­o de su proyecto “en distintas plataforma­s y television­es desde 2018”. Y subraya: “Nuestra historia pretende acercarse muchísimo a la realidad y creemos que lo hemos conseguido, puesto que gente [como el comisario al que da vida Luis Tosar, con el que pudo entrevista­rse] que estuvo involucrad­a en los operativos ha leído los guiones y no le ha chirriado. Creo que son dos películas distintas”.

Con un presupuest­o de seis millones de euros, Gutiérrez espera estrenar en otoño, durante la temporada fuerte de festivales españoles de cine. ¿Es fácil producir una película sobre ETA? “No hemos tenido problemas, ha sido fácil porque somos muy honestos: nuestro punto de vista es el de la policía infiltrada”, cuenta Gamero. ¿Y cómo logró esa agente encarnar a otra persona durante ocho años? Gutiérrez responde: “Más allá de su brutal fortaleza psicológic­a, hay gente que aún cree en el servicio público”.

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Diego Anido, en otra imagen de la película.
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Carolina Yuste, en un momento de La infiltrada.

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