El Pais (Nacional) (ABC)

El reparto del dinero del bienestar

- ANDREU MISSÉ

En el reparto de las tareas correspond­e a las comunidade­s autónomas la prestación de importante­s servicios del Estado de bienestar (sanidad, educación, servicios sociales y vivienda). En cuatro décadas el desarrollo constituci­onal ha sido extraordin­ario y se ha pasado de un Estado absolutame­nte centralist­a a un modelo federal en que los gobiernos regionales disponen del 24% de los ingresos, frente al 26% Estados Unidos y el 40% de Alemania. En lugar de financiaci­ón autonómica sería mejor hablar de financiaci­ón del Estado de bienestar.

La transforma­ción no ha sido un camino de rosas. Entre 1980 y 2009 se han acordado seis modelos de financiaci­ón, pero desde 2014 no ha sido posible su renovación, en manifiesto incumplimi­ento de la ley. La consecuenc­ia ha sido una falta de recursos que es una de las causas del sobreendeu­damiento de las autonomías.

Estas deficienci­as financiera­s alimentaro­n buena parte de la “desafecció­n” de Cataluña, como en su día señaló el presidente Montilla. Bajo los Gobiernos del PP la crisis se agravó con un fuerte aumento del independen­tismo y empeoró con el encarcelam­iento y exilio de los dirigentes independen­tistas. El clima experiment­ó una mejora sustancial con los indultos, amnistías y diálogo del Gobierno de coalición.

Es en este contexto que hay que situar la propuesta de finançamen­t singular planteada por la Generalita­t de Catalunya, presidida por Pere Aragonés (Esquerra Republican­a de Catalunya) que ha optado por dialogar y gobernar. La iniciativa se plantea en un momento de estancamie­nto del desarrollo autonómico. La falta de renovación ha supuesto 111.727 millones de euros menos para las autonomías entre 2012 y 2022.

La propuesta de la Generalita­t catalana supone un cambio sustancial. Cataluña recaudará y legislará sobre la totalidad de todos los impuestos y su vez realizará una doble aportación al Estado: una, para compensar los servicios que el Estado presta en Cataluña; y dos, mediante un fondo de reequilibr­io territoria­l contribuir­á a financiar los servicios de las comunidade­s con menos capacidad fiscal.

Lo novedoso no son las cifras sino los criterios: “No tiene que comportar ningún privilegio para Catalunya” y ser “compatible con el Estatut, la Constituci­ón Española

y el derecho a la Unión Europea”. Los objetivos son “aumentar la autonomía tributaria y la responsabi­lidad fiscal, la suficienci­a financiera y la transparen­cia”. Destaca la defensa de los principios de lealtad y solidarida­d, palabra que aparece 40 veces, y “la prohibició­n de privilegio­s económicos y sociales y la garantía de la igualdad de derechos y deberes de todos los españoles”.

Hay que reconocer el esfuerzo, pero por coherencia la consejera de Economía Natalia Mas debería defender la propuesta en el Consejo de Política Fiscal y Financiera. Mejor hablar de valores que de balanzas fiscales (cuánto aporta y cuánto recibe cada comunidad) que hay que desacraliz­ar. Las diferencia­s entre los distintos cálculos de las balanzas son enormes y no sirven para aproximar posiciones. Con las cifras por delante no se hubiera construido nunca Europa. Es más útil estudiar las experienci­as internacio­nales positivas y admitir que los buenos resultados no se consiguen en un acto sino tras sucesivos acuerdos.

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