Netanyahu cancela una delegación israelí a EE UU por su abstención
El primer ministro asegura que la decisión de Washington “da esperanzas a Hamás”
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, cumplió su amenaza —lanzada antes de la votación en el Consejo de Seguridad de la ONU— y ayer canceló la visita a Washington de dos de sus asesores más cercanos a causa de la abstención de Estados Unidos que permitió la aprobación de la primera resolución de alto el fuego en Gaza en seis meses de guerra. “Se trata de un claro retroceso de EE UU en su posición constante en el Consejo de Seguridad desde el comienzo de la guerra”, criticó la oficina de Netanyahu en un comunicado emitido minutos después de la votación. Para Israel, la abstención “daña los esfuerzos tanto bélicos como para liberar los rehenes, porque da esperanzas a Hamás de que la presión internacional le permitirá aceptar un alto el fuego sin tener que liberar a nuestros rehenes”.
El asesor de Seguridad Nacional, Tzaji Hanegbi, y el ministro de Asuntos Estratégicos y exembajador en EE UU, Ron Dermer, ambos del círculo más cercano a Netanyahu, tenían previsto viajar esta semana a Washington para escuchar alternativas a la invasión de la zona de Rafah, en el sur de Gaza. La idea surgió de la conversación telefónica entre Netanyahu y el presidente de EE UU, Joe Biden, en la que discreparon sobre la necesidad de invadir Rafah (donde se concentran más de la mitad de los gazatíes) para cumplir el objetivo que comparten de acabar con Hamás a raíz del ataque que lanzó el 7 de octubre. Era la primera vez que hablaban en un mes y puso de manifiesto que atraviesan su momento de mayor distanciamiento en los casi seis meses de guerra.
La decisión no afecta a otra visita a Washington, la que efectúa el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant. Su homólogo estadounidense, Lloyd Austin, lo recibirá hoy en el Pentágono, en un intento casi a la desesperada de disuadir a Israel de llevar a cabo su anunciada ofensiva terrestre en la zona de Rafah, fronteriza con Egipto. EE UU mete más presión a su aliado al abstenerse y permitir que el Consejo de Seguridad de la ONU apruebe una resolución exigiendo un alto el fuego inmediato y duradero en Gaza.
Tras el ataque de Hamás a Israel del pasado 7 de octubre, Austin y su homólogo israelí estuvieron durante semanas hablando por teléfono casi a diario. Austin se reunió con Gallant en Tel Aviv a la semana siguiente del ataque con un mensaje de apoyo cerrado. Volvió a visitar Israel en diciembre, subrayando ya entonces la necesidad de reducir la inla tensidad de la ofensiva, proteger a la población civil y de facilitar la ayuda humanitaria.
El secretario de Defensa y los otros altos cargos del Gobierno de Biden que se reunirán con Gallant plantearán alternativas para derrotar a Hamás que no tengan consecuencias tan desastrosas para la población civil como las que se derivarían de una nueva operación militar a gran escala en Rafah, donde se concentra casi millón y medio de personas. El ministro israelí, por su parte, pedirá garantías de que Washington no hará caso a las voces que piden reducir las entregas de armamento a Israel. Está previsto que se reúna con el secretario de Estado, Antony Blinken; el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, y el director de
Claves
Plan viable. El Gobierno de Biden considera que Israel no ha presentado un plan viable sobre cómo o dónde trasladar a los civiles de forma segura, cómo alimentarlos y alojarlos.
Garantías. El ministro de Defensa israelí quiere por su parte asegurarse el suministro de armamento estadounidense. Netanyahu aseguró en un encuentro privado: “Necesitamos tres cosas de EE UU: munición, munición y munición”. CIA, William Burns. El domingo, antes de subir al avión rumbo a EE UU, Gallant declaró que “centrará” su visita, entre otros temas, en “la capacidad de obtener sistemas y munición” y en “la preservación de la ventaja militar cualitativa”, como se conoce al compromiso de Washington desde hace décadas de proveer siempre a Israel el mejor armamento y tecnología de Oriente Próximo. Ese mismo día, a la vicepresidenta de EE UU, Kamala Harris, le preguntaron en una entrevista si la invasión de Rafah tendría “consecuencias” por parte de su país. “No descarto nada”, respondió la número dos de Biden.
Además del convencimiento de que la ofensiva no es una buena idea, el presidente de EE UU es consciente del coste en popularidad y votos que le ha supuesto su apoyo a Israel en la primera fase de la guerra, que se ha ido acentuando a medida que la situación de la población civil de Gaza se agravaba y el número de víctimas se disparaba. Una encuesta de Gallup señalaba la semana pasada que solo el 27% de los estadounidenses aprueban la forma en la que Biden está manejando la situación en Oriente Próximo.
Washington no quiere en Rafah otra operación como las de Ciudad de Gaza y Jan Yunis. En la zona fronteriza con Egipto hay 1,4 millones de palestinos, entre ellos muchos que huyeron allí desde otros lugares de la Franja por la guerra atendiendo las indicaciones de Israel. El Gobierno de Netanyahu ha sugerido la idea de crear unas “islas humanitarias” a las que vaya la población, algo que a Washington le parece inviable. “Esa gente no tiene adónde ir”, dijo Harris en la entrevista, en la que consideró que “cualquier operación militar de envergadura en Rafah sería un enorme error”.
La diplomacia israelí considera que las palabras del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que este fin de semana enfatizó que España reconocerá el Estado palestino —junto con el anuncio con Irlanda, Malta y Eslovenia de que trabajarán en ese sentido— “constituyen una recompensa para el terrorismo”. “El reconocimiento de un Estado palestino tras la masacre del 7 de octubre envía un mensaje a Hamás y a las demás organizaciones terroristas palestinas de que los ataques terroristas asesinos contra israelíes serán correspondidos con gestos políticos hacia los palestinos”, señaló ayer el Ministerio de Exteriores de Israel.
El ministerio subrayó que ese paso “solo aleja alcanzar una solución [negociada al conflicto de Oriente Próximo] e incrementa la inestabilidad regional”. “La única forma de combatir el terrorismo palestino es condenar inequívocamente a Hamás (...)”, añadió.
El Gobierno de Netanyahu rechaza tanto los “dictados internacionales sobre un acuerdo permanente con los palestinos” como el reconocimiento unilateral del Estado de Palestina, al que la Asamblea General de la ONU otorgó en 2012 el estatus de país observador no miembro. Solo nueve diputados, de partidos árabes, se pronunciaron en contra.
En la actualidad, 139 de los 193 Estados miembros de Naciones Unidas reconocen al Estado de Palestina, con una clara división entre Occidente —que por lo general no lo hace— y el resto del mundo, incluidos dos miembros permanentes del Consejo de Seguridad: China y Rusia. Palestina tiene estatus de observador porque la plena membresía dependía del sí del Consejo de Seguridad. Ni se llegó a votar ante la certeza de que al menos EE UU la vetaría.
Varios parlamentos nacionales de países de la UE, como el español, aprobaron entonces mociones para reconocerlo. Al final, Suecia fue el único país comunitario que lo hizo tras entrar en la Unión, pero no generó el efecto dominó que se esperaba. Se quedó sola y el impulso se acabó diluyendo. España lidera desde hace semanas la idea de retomar aquel impulso. El viernes, exigió de manera conjunta con Irlanda, Malta y Eslovenia un “alto el fuego inmediato” en Gaza y se comprometió a trabajar para reconocer el Estado palestino.