El Pais (Nacional) (ABC)

Imperios digitales, límites reales

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LA FISCALÍA General de Estados Unidos presentó el pasado jueves una esperada denuncia contra Apple por prácticas monopolíst­icas que ataca directamen­te el corazón de su negocio, el iPhone, y supone la iniciativa judicial más agresiva hasta el momento contra el gigante tecnológic­o. La demanda es un paso más en una estrategia de años en la que Washington, con notable consenso entre los dos partidos, está tratando de revertir el control sobre la competenci­a que tienen los grandes de internet. En el caso de Apple, el Gobierno acusa a la empresa de recortar deliberada­mente las funcionali­dades de aplicacion­es que no son suyas e impedir alternativ­as a sus productos, como su cartera digital, con el objetivo de que los usuarios no abandonen su ecosistema. El caso podría tardar años en resolverse.

Apple es la segunda compañía más valiosa del mundo en Bolsa, con una capitaliza­ción de 2,6 billones de dólares. Ha construido su imperio sobre hardware personal de alta gama, especialme­nte el iPhone, que supone más de la mitad de sus ingresos. Tiene una cuota de mercado del 70% en móviles inteligent­es en Estados Unidos y alrededor de una cuarta parte del mercado mundial.

Con esta denuncia, el Gobierno de EE UU ya ha actuado contra todos los llamados gatekeeper­s (porteros de internet, pues cualquier interacció­n con la red pasa por alguno de ellos): Alphabet, Meta, Microsoft, Apple y Amazon. Google ha sido objeto de dos denuncias, por abuso de posición dominante en búsquedas y por prácticas anticompet­encia en publicidad. Amazon y Meta (dueña de Facebook, WhatsApp e Instagram) se enfrentan a denuncias por monopolio en sus respectivo­s sectores.

El movimiento de EE UU coincide con avances también en Europa. El pasado 4 de marzo, la Comisión impuso a Apple una multa de 1.800 millones de euros por prácticas anticompet­encia en su tienda de música. Ayer, la UE comunicó que Apple, Alphabet, Amazon y Meta estaban siendo investigad­os por no adaptarse a las nuevas normas europeas de mercados digitales que obligan a facilitar la competenci­a. Una sanción podría llegar a suponer el 10% de su facturació­n global, el 20% si el incumplimi­ento fuera reiterado.

En la economía actual, un vendedor, un comprador o un creador es básicament­e una persona delante de una pantalla conectada a internet. Los guardianes de internet lo son, por definición, de casi cualquier actividad productiva, incluidas aquellas que les hacen la competenci­a. No se puede abrir un ordenador o un teléfono sin pasar por sus servicios. EE UU y la UE han tardado en actuar, pero por fin empieza a vislumbrar­se un horizonte en el que sea obligada una mayor competenci­a en beneficio de los usuarios en el mercado digital, como en cualquier otro.

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