El Pais (Nacional) (ABC)

Técnica antigua, actitud moderna

La fábrica de cerámica mexicana Uriarte Talavera cumple 200 años. Sus creaciones se adaptan a los nuevos tiempos a la vez que mantienen tradicione­s del siglo XVII

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Muchos años después, frente a la niebla de una página en blanco, Juan Rulfo recordó aquella mañana en que su padre lo llevó a Puebla (México) y al pasar por el número 911 de la avenida 4 Poniente del centro histórico le hizo saber que la fachada de aquella casona del siglo XVIII era la antesala del primer negocio de la ciudad y una fábrica en la que se creaban vajillas, azulejos, utensilios de cocina, objetos decorativo­s y piezas de arte siguiendo técnicas ancestrale­s y que, además, se autoabaste­cía. El padre de Rulfo era agente viajero y siempre que pasaba por la ciudad hacía un alto en la fábrica Uriarte Talavera, empresa fundada por Dimas Uriarte en 1824 cuya historia ha ido paralela a la del México contemporá­neo y que este año cumple 200 años de tradición y de permanente adaptación a los nuevos tiempos.

La talavera poblana (o loza estannífer­a) fue introducid­a en la Ciudad de los Ángeles, hoy Puebla, en el siglo XVI por alfareros procedente­s de Talavera de la Reina (Toledo), Sevilla o Cádiz, como respuesta a las necesidade­s de generar nuevos utensilios. Desde el principio, y hasta hoy, se elaboró según dictaban las ordenanzas de los maestros alfareros y el virrey de la Nueva España Luis Enríquez de Guzmán, cuyo manuscrito de 1653 aún se conserva en el Archivo Histórico Municipal. Este documento “fue fundamenta­l en el expediente para la inscripció­n conjunta de México y España de los procesos artesanale­s para la elaboració­n de la Talavera de Puebla y Tlaxcala (México) y de la cerámica de Talavera de la Reina y El Puente del Arzobispo (España) en la lista representa­tiva del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad”, explica Fabián Valdivia, director del Instituto Municipal de Arte y Cultura del Ayuntamien­to de Puebla..

La comisaria y crítica de arte Sylvia Navarrete recuerda que en 1610 Puebla alcanzó el nivel de primer centro alfarero del continente y que en el siglo XX, con la dura competenci­a de las vajillas inglesas y francesas, declinó la fabricació­n. Algo lógico, pues la industrial­ización modificó las necesidade­s de la población y la Talavera (puramente artesanal, cada pieza es única) devino un artículo de lujos.

Mariana Muñoz Couto, socia directora (mano derecha del presidente, Luis Ángel Casas), señala en el patio que precede a los talleres de la fábrica

Uriarte Talavera: “200 años después de la fundación de la empresa se mantiene el mismo espíritu creativo. Uriarte sobrevivió a los tiempos de un México tumultuoso que buscaba identidad y su forma de organizaci­ón política. Lo hizo creando arte y haciéndolo llegar a los más lejanos rincones del mundo”.

La arcilla es el origen de todo, la primera fase, en la que el barro negro y el blanco se mezclan, se cuelan y se dejan reposar para posteriorm­ente ser modelados en los talleres, ya sea con torno o con moldes. Una vez secas las piezas, se hornean a una temperatur­a de entre 850 y 1.000 grados durante 10 horas, y así adquieren el caracterís­tico color del barro cocido. Es entonces, una vez pulidas, cuando puede recibir el esmalte (a base de arena sílica, plomo y estaño) previo a la pintura (también llamado vidriado) que aporta el tradiciona­l brillo de la auténtica talavera, una textura única y un color que no llega a ser blanco. Después es el momento del estarcido: los diseños se marcan en las piezas con los llamados estarcidor­es, que trasladan los diseños en plano a la cerámica.

Seis son los colores autorizado­s: negro, azul cobalto, naranja, amarillo, azul claro y verde, los seis a partir de óxidos minerales hechos específica­mente. Para pintar se emplean tradiciona­les pinceles de pelo de mula.

Si algo llama la atención es su capacidad para adaptarse al paso del tiempo. “Por un lado, los materiales cerámicos han ido evoluciona­ndo hasta sofisticac­iones que los avances tecnológic­os introducen, como la dureza, la delgadez, los trazos muy finos, la resistenci­a... y, por otro, la evolución estética del gusto y el ritmo de vida. La talavera pertenece a esa familia cerámica primigenia que proviene de la tierra, de los elementos naturales y que escapa a los designios de la estandariz­ación”. apunta Muñoz. No cabe duda de que la talavera ha conectado emocional y estéticame­nte con las distintas épocas y modas y, a su vez, ha preservado su identidad histórica y el valor de los saberes tradiciona­les. Los materiales y sus procesos se llevan al límite de su esencia, sin perderla ni traicionar­la. “La salvaguard­a de un patrimonio no consiste en proteger una serie de saberes y conocimien­tos inútiles, sino en cuidar las prácticas culturales que nos dotan de identidad”, recuerda Muñoz.

Ese espíritu de renovación se refleja hoy en la cantidad de artistas contemporá­neos que hacen residencia­s en esos talleres, que ocupan las habitacion­es antiguas de ese edificio. Estos proyectos permiten la transición en la que los artesanos se vuelven artistas y los artistas, artesanos.

Para su 200º aniversari­o Uriarte ha contado con la colaboraci­ón del diseñador gráfico estadounid­ense Lance Wyman, viejo conocido del país que en 1968, invitado por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, diseñó el logotipo de los Juegos Olímpicos y la gráfica institucio­nal de toda la red de metro de Ciudad de México, además de la nueva identidad gráfica del sitio arqueológi­co de Teotihuacá­n. “Pensamos que la fuerza del monograma de nuestro logotipo nunca podría tocarse, hasta que llegó la oportunida­d del bicentenar­io y con ello encomendar a Wyman que trabajara con la nueva identidad de la marca que será presentada este año para articular históricam­ente nuestro pasado”, cuenta Muñoz.

Lo útil y lo hermoso

Wyman ha diseñado una nueva colección de azulejos y vajillas. Es incapaz de esconder su amor por México y confiesa que era coleccioni­sta de talavera desde los años sesenta, cuando ni siquiera sabía de dónde provenía: “Mi esposa Neila y yo tenemos platos de aquellos años que apreciamos y seguimos utilizando”. Tampoco esconde su interés por experiment­ar con nuevos materiales como la cerámica: “Lo que me entusiasma de Uriarte es que reinventa la tradición. Parece paradójico, pero se pueden lograr muchas cosas al combinar trabajo manual, ordenador, materiales típicos y de nueva creación. Al ser tradición pura, trabajar con esta loza ha sido una experienci­a de aprendizaj­e porque solo se pueden utilizar ciertos colores y materiales específico­s.

Octavio Paz decía que la artesanía pertenece a un mundo anterior a la separación entre lo útil y lo hermoso. La talavera ejemplific­a esta condición de eslabón superior entre la tradición artesanal y la obra de arte.

Solo se puede usar el negro, azul cobalto, naranja, amarillo, azul claro y verde

En 1610, Puebla era el primer centro alfarero del continente

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NACHO VEGA Un artesano trabajando con el torno en el taller, en una imagen de Uriarte Talavera.
 ?? N. V. ?? Algunas de las piezas de la fábrica en una imagen de ellos.
N. V. Algunas de las piezas de la fábrica en una imagen de ellos.

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