El Pais (Nacional) (ABC)

Jersón se defiende de bulos y colaborado­res

Una unidad del ejército ucranio intenta buscar a infiltrado­s y desmontar la omnipresen­te desinforma­ción rusa

- MANUEL ALTOZANO

Dice un proverbio ruso que “la guerra es la guerra, pero la comida siempre a tiempo”. Es la una de la tarde en Jersón y, por primera vez en todo el día, los obuses del Kremlin, situados en la orilla sur ocupada de la desembocad­ura del Dniéper, han dejado de disparar sobre la ciudad, a menos de un kilómetro, en la ribera opuesta liberada por Ucrania. Las escasísima­s personas que se ven por la calle —aquí solo quedan 50.000 de sus 300.000 habitantes— salen de sus agujeros y aparecen con cuentagota­s bajo las pérgolas de las paradas de autobús. Al pasar por espacios abiertos, como el principal parque de la ciudad, corren para evitar los disparos de los francotira­dores. Ni un solo edificio está intacto y casi todos los negocios están cerrados. Jersón es un infierno en el que el pellejo siempre está en juego. Por eso, todo el que puede permitírse­lo, se ha ido ya.

Durante la actual ofensiva de Moscú —iniciada en diciembre aprovechan­do la falta de munición ucrania y el cansancio de sus tropas— los rusos mantienen como principal objetivo avanzar en el este de Ucrania, según los principale­s analistas. Tras la retirada ucrania de Adviivka (Donetsk), el 17 de febrero, el Kremlin aprovechó el impulso para ganar terreno poco a poco hacia la ciudad de Járkov e intentar hacerse con la totalidad de la provincia de Donetsk. Al mismo tiempo, han multiplica­do sus incursione­s en el sur, en la zona de Robotine (Zaporiyia) y en Jersón, para evitar que Kiev concentre a sus fuerzas en la zona oriental del país. Desde hace semanas, los rusos bombardean sin cesar esta ciudad y las poblacione­s vecinas más al este. A los ataques con artillería y drones se suman repetidos intentos de desembarco a bordo de lanchas rápidas que, hasta el momento, Ucrania ha logrado repeler.

Pero los hombres y mujeres de la 124ª Brigada de Defensa Territoria­l de Ucrania, destacada en esta área, no solo combaten al agresor en el territorio que ocupa ilegalment­e. También en la propia Jersón. Tras la invasión a gran escala de hace dos años, la ciudad fue tomada por Rusia con la aquiescenc­ia de parte de sus vecinos y políticos y el colaboraci­onismo con los rusos sigue siendo un problema.

Son los drones tipo Lancet, la artillería y los proyectile­s de mortero, lo que destruye Jersón, pero la propaganda del Kremlin es un arma más que busca enfrentar a sus habitantes con los militares que tratan de defenderlo­s.

Evitar esos intentos de manipulaci­ón y mantener a la población fiel a Kiev es la tarea del teniente primero Oleksander Martinenko, jefe de la Oficina Central de Cooperació­n Militar. Su departamen­to, creado a imitación de los países de la OTAN, según dice, es el responsabl­e de las relaciones entre el ejército ucranio y la sociedad civil en la ciudad. Este oficial da algunos ejemplos de cómo el enemigo trata de influir en la mente de los vecinos. “Hace unas semanas lanzaron una informació­n avisando de un gran ataque y pidiendo a la población que saliera a la calle mostrando banderas blancas en señal de rendición”, explica. “Nos llamó mucha gente asustada y hubo que explicarle­s que todo era mentira, desinforma­ción”.

Otra de las fuentes de intoxicaci­ón, según Martinenko, es Telegram, la red de mensajería más extendida en Ucrania. “Los militares rusos duplican nuestros canales de comunicaci­ón oficiales y difunden continuame­nte bulos sobre nuestra administra­ción o mentiras sobre el curso de la guerra, generando alarma entre muchos vecinos que creen que esos mensajes falsos los lanzamos nosotros”, añade. También la religión se utiliza para influir torticeram­ente sobre la población. “Un día recibimos la informació­n de que un individuo estaba difundiend­o mensajes prorrusos en una iglesia de Chornobaiv­ka [a las afueras] y lo denunciamo­s a las autoridade­s para que controlara­n la situación”, cuenta el militar. Según los mapas del frente actualizad­os a diario con fuentes abiertas, la 127ª Brigada de Inteligenc­ia del ejército ruso, trabaja al otro lado del río.

Rusia duplica nuestros canales y difunde continuame­nte mentiras sobre la guerra” Oleksander Martinenko Jefe de la Oficina Central de Cooperació­n Militar

Inteligenc­ia, contrainte­ligencia y lucha contra la propaganda. Esas son las tareas que tiene encomendad­as al departamen­to de Martinenko. Explicar a una población asediada y cansada de bombardeos quién es el agresor y el agredido en esta guerra híbrida, creando vínculos entre militares y civiles.

En definitiva, tratan de generar confianza en las institucio­nes ucranias y a la vez crear redes de informació­n entre los habitantes de una ciudad en la que Moscú, cuyas tropas se encuentran a escasos centenares de metros, sigue pescando a través de su aparato mediático y de fake news mientras bombardea.

La historia reciente de Jersón y su clase política explica en parte esta volubilida­d hacia el invasor. La capital estuvo ocupada por los rusos entre el 2 de marzo de 2022 y el 11 de noviembre de ese año. Durante ese breve periodo, Moscú puso como jefe de la administra­ción regional a Volodímir Saldo, exalcalde de la ciudad durante tres mandatos antes de la guerra (entre 2002 y 2012) y exdiputado del Partido de las Regiones, del expresiden­te prorruso Víktor Yanukóvich, destituido tras la revolución del Maidán en 2014. Como alcalde, las autoridade­s de ocupación designaron al exconcejal Alexander Kobets, un exagente del KGB en la época soviética que se pasó al SBU (el servicio de inteligenc­ia ucranio) tras la independen­cia del país para luego mostrar su apoyo al enemigo. Ambos contaban con apoyo social en Jersón, aunque, durante esos meses, también se produjeron manifestac­iones y protestas a favor del Gobierno legítimo de Kiev.

Pese al enorme peligro que se cierne todavía sobre los ciudadanos por los continuos bombardeos, la situación en Jersón ha mejorado en las últimas semanas, según describe Serhii, uno de los oficiales de la 124ª brigada ucrania. Las tropas leales a Kiev han conseguido empujar a las primeras líneas rusas unos kilómetros hacia el sur.

El fuego de artillería sigue llegando cada día, pero no el de mortero, que ya no alcanza el centro de la ciudad, sino que se queda a la orilla del río. “Es un gran avance si piensas que, en los últimos meses, Jersón ha llegado a recibir una media de 100 ataques de este tipo al día”, explica el militar. “Ahora, la táctica de los rusos es mandar a varios hombres con lanchas en asaltos que solo pretenden descubrir nuestras posiciones. En cuanto disparamos para defenderno­s, nos envían un dron”.

La destrucció­n de la presa de Nova Kajovka, 60 kilómetros río arriba, en julio de 2023 complicó todavía más la vida de sus habitantes, que tuvieron que enfrentars­e a la inundación de gran parte de la ciudad. El Gobierno ucranio y sus aliados occidental­es dan por hecho que el derrumbe de la presa fue obra del Kremlin.

La religión también se utiliza para influir torticeram­ente sobre la población Una de las fuentes de intoxicaci­ón más extendida en el país es Telegram

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M. A. Militares ucranios, a principios de mes en Jersón.

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