El Pais (Nacional) (ABC)

El desconcier­to ético de una pacifista radical

El breve paso de Simone Weil por España en 1936 originó un buen número de anécdotas y reflexione­s antibelici­stas que dejan sin aliento al lector

- Por Joseba Louzao

Al calor de la exaltación patriótica alimentada por la Primera Guerra Mundial, las madrinas de guerra surgieron en 1915. Las primeras fueron las mujeres francesas y las hubo de cualquier edad y condición. Se trataba de levantar el ánimo de los soldados, además de favorecer la conexión entre el frente y la retaguardi­a. La guerra se disputaba en todos los campos. Las madrinas enviaban cartas a estos muchachos y, a veces, algún que otro regalo. En aquel contexto, una niña de cinco años amadrinó a uno de estos jóvenes y decidió abstenerse de comer chocolate y de cualquier otra golosina.

No podía disfrutar de aquellos placeres cotidianos cuando lejos de casa había personas arriesgand­o la vida por sus compatriot­as.

Aquella niña se llamaba Simone Weil. Aún no era consciente de la ola de violencia y totalitari­smo que iba a recorrer el mundo. Tampoco vislumbrab­a que su futuro le iba a llevar a convertirs­e en una de las grandes pensadoras del siglo XX, pese a su prematura muerte en el verano de 1943 como consecuenc­ia de una tuberculos­is.

Weil encerraba en sí misma muchas de las contradicc­iones de su tiempo y, por paradójico que pueda parecer a primera vista, todas ellas le permitiero­n dar coherencia a su biografía. Fue una revolucion­aria que descreía del sueño comunista dominante y una judía que nunca se llegó a identifica­r como tal. De hecho, terminó aceptando el cristianis­mo, aunque siempre desde los márgenes y sin pertenenci­a a Iglesia alguna. Fue una mística que no podía despegar sus pies del suelo y una mente contemplat­iva que jamás dejó de participar en los debates y movilizaci­ones de su tiempo. Olvidados sus desvelos nacionalis­tas de niñez, Weil se convirtió en una pacifista acérrima, lo que no le impidió viajar en agosto de 1936 a una España en guerra para unirse a la Columna Durruti. Estuvo en el país apenas dos meses. No tuvo que empuñar un arma porque a los pocos días, al pisar una sartén escondida entre la maleza, se abrasó uno de sus pies. A finales de septiembre, tuvo que regresar a Francia para conseguir unos cuidados adecuados.

Página Indómita acaba de publicar una recopilaci­ón de los textos que escribió a partir de su experienci­a bélica en España. Hay en esta recopilaci­ón algunas breves anotacione­s de su diario, artículos en prensa y una carta a Georges Bernanos. A simple vista puede ser tomado como un libro menor, pero sus reflexione­s golpean hasta dejar al lector sin aliento. Weil no se deja engatusar por los cantos guerreros o las palabras grandilocu­entes. Entiende que toda guerra es un desastre de humanidad y no teme denunciar las tropelías de los suyos. Se siente moralmente cómplice de la sangre derramada porque considera que es una traición a los ideales que dicen compartir. Por esa razón, la carta a Georges Bernanos es tan significat­iva. El autor de Los grandes cementerio­s bajo la luna y Weil estaban alejados ideológica­mente, sin embargo, ambos se dan la mano y se niegan a ser atrapados por una violenta atmósfera que busca dibujar la realidad en blanco o negro.

Weil es difícilmen­te encasillab­le, desconcier­ta a todos por igual porque nunca deja de desafiar los lugares comunes. Se la puede considerar como una pensadora radical porque sus reflexione­s se enraizaron en una profunda experienci­a de vida. No supo, ni tampoco quiso, pensar lo humano sin poner en el centro a los desamparad­os. Se coló en los pliegues de la realidad para descubrirn­os que nuestra frágil naturaleza es una ventana de oportunida­d para la humanidad. Las páginas reunidas en La guerra de España lo demuestran hasta en las anécdotas más pequeñas.

Sus ideas se enraizaron en una experienci­a de vida. No supo, ni quiso, pensar lo humano sin centrarse en los desamparad­os

La guerra de España Simone Weil Traducción de Luis González Castro Página Indómita, 2024 96 páginas. 13,50 euros

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PHOTO 12 / UNIVERSAL IMAGES / GETTY Imagen de la ficha administra­tiva de Simone Weil de cuando trabajó en una fábrica de Renault (1934-1935).
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