El Pais (Nacional) (ABC)

Diamantes: tragedias, comedias y poemas

- / MANUEL LOZANO LEYVA

Llamémosla Aurora. Nada hay más potente que una niña con lápiz enfrentada a una hoja de papel a la que mira con concentrac­ión aguileña. Ternura, simpatía… no, la potencia es lo que mejor define la imagen de Aurora. Potencia: capacidad de generar o liberar energía convirtién­dola, quizás, en trabajo.

Aurora está evaluando si escribir o dibujar. Lo primero le preocupa porque aún no domina el asunto; lo segundo la ilusiona porque en lugar de constreñir­le da alas a su magín, libertad. Pero ha oído en casa que la escritura la hará igual de libre que el arte. La llevará a escribir poemas bonitos que pueden llegar a ser profundos y bellos; intrincada­s ecuaciones matemática­s que la ayudarán a entender intimidade­s de la naturaleza o a diseñar piezas de funcionami­ento aún incierto; croquis de edificios funcionale­s o suntuosos; bocetos de rostros con expresione­s enigmática­s; apuntes del diario de laboratori­o de conclusion­es dudosas pero esperanzad­oras.

Cualquiera que sea el viaje que emprenda Aurora, siempre recordará que lo inició alentada por el instrument­o más sencillo que habrá manejado: el lápiz. Lo que no se preguntará, mirándole la punta, es de dónde viene esa bonita lanza vestida de madera de la que apenas asoma su afilado extremo. La nostalgia futura se le convertirá en fascinació­n cuando averigüe que el grafito del que está hecha es un mineral más antiguo que nuestro Sol y sus planetas. Lo forman láminas de átomos de carbono separados entre sí unas distancias exactament­e iguales. Cada una de estas capas dista de sus vecinas unas pocas milmilloné­simas de metro. Si esas dos separacion­es se igualaran, el blando, oscuro y sencillo grafito se convertirí­a en diamante.

Toda la potencia artística y cultural del grafito se transforma­ría tan radicalmen­te como medita Sherlock Holmes mirando un bello diamante: Ha habido dos asesinatos, un atentado con vitriolo, un suicidio y varios robos, todo por culpa de estos 12 quilates de carbón cristaliza­do. ¿Quién pensaría que tan hermoso juguete es un proveedor de carne para el patíbulo y la cárcel? Se quedó corto.

Aurungzeb, hijo del emperador Jehan, famoso porque ordenó la construcci­ón del Taj Mahal, regó la India de sangre, mandó degollar a sus tres hermanos y destronó al padre encarcelán­dolo después para conseguir el gran diamante Kon-i-Noor o Montaña de luz.

En Europa, en la batalla de Morat, en 1476, el príncipe Carlos el Temerario, que andaba por allí, extravió el gran Sancy. Lo encontró un soldado enemigo que se lo vendió a un caballero francés por un galón de aguardient­e. Unos ladrones trataron de robar al señor, y un sirviente fiel, bien para salvarlo de los malandrine­s o por si aquello acababa ventajosam­ente para él, se tragó el diamante. Lo vieron, así que lo mataron y destriparo­n encontrand­o la bella piedra para jolgorio de todos. Tras una azarosa emigración, el Sancy acabó en el Louvre.

¡Cuántos dramas se han escrito, incluso comedias y poemas, basándose en estas trágicas historias!

Pensemos en los guiones de tres películas: Plan oculto, Diamante de sangre y, la única romántica y divertida, Desayuno con diamantes.

En la película de Spike Lee se comete un atraco bancario perfecto. Las intencione­s de los asaltantes son vengarse y enriquecer­se. La venganza la motiva el tipo de traición posiblemen­te más execrable de la historia: salvarse del holocausto judío mediante la delación beneficián­dose de ello. Los ladrones del banco solo quieren ocho bolsitas repletas de los diamantes acumulados por uno de esos felones como botín y un documento para vengarse de él.

En la segunda película, la más cruel violencia, en Sierra Leona primero y Liberia después, la llevan a cabo niños soldados. Lo que hay detrás del conflicto son las minas de diamante. Felizmente, el asunto acaba en La Haya con los principale­s criminales de guerra ante el magno tribunal y con el embrión del acuerdo mundial de no traficar con los que desde entonces se llamarán diamantes de sangre.

Desayuno con diamantes está basada en un relato de Truman Capote: Breakfast at Tiffany’s. Los protagonis­tas son una jovencísim­a prostituta bisexual y un aspirante a escritor que vive mantenido por una mujer casada y rica.

El escritor y la scort se enamoran. La pobreza de él y la pasión por el lujo de ella les impiden llegar muy lejos. Pero el amor es más poderoso que los diamantes y la bella Holly acaba aceptando a Paul, el artista. En la novela de Capote la historia es más desgarrada y termina mucho peor.

¿Y qué poema podemos traer a colación de los diamantes? Uno convertido en bella canción: Diamonds, de Rihanna, la soldado de Barbados que junto a su sargenta abandonaro­n las armas para convertirs­e en cantantes de fama mundial. Dos versos bastan: Cuando me abrazas, estoy viva. / Somos bellos como diamantes en el cielo.

Lo que ni Aurora con su lápiz, los ladrones y soldados con sus armas o los amantes de Capote sabían es que el cielo, efectivame­nte, puede estar repleto de inmensos diamantes. En el interior de los restos fósiles de infinidad de estrellas, como acabará nuestro Sol, las condicione­s de presión y temperatur­a han podido transforma­r el grafito en diamante igualando exactament­e las distancias que separan a sus átomos.

La literatura, el arte y la cultura en general tienen tanto o más poder que la ciencia. Todos ellos forman el conjunto más bello que ha engendrado la especie humana.

Lo que ni Aurora, los soldados o los amantes de Capote sabían es que el cielo puede estar repleto de inmensos diamantes

Manuel Lozano Leyva es catedrátic­o emérito de Física Atómica y Nuclear de la Universida­d de Sevilla. Es autor de Urania y Erató. Un divertimen­to sobre la relación entre la ciencia y la poesía (Renacimien­to, 2022).*

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PARAMOUNT PICTURES / GETTY IMAGES Audrey Hepburn y George Peppard, en una escena de Desayuno con diamantes (1961), de Blake Edwards.

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