El Pais (Nacional) (ABC)

Espectácul­o impropio en RTVE

El comportami­ento de algunos consejeros de la corporació­n parece obedecer más a consignas políticas que a criterios profesiona­les

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LA CORPORACIÓ­N RTVE se ha visto durante las últimas semanas envuelta en una situación impropia de una institució­n que tiene por mandato legal satisfacer las necesidade­s de informació­n, cultura, educación y entretenim­iento de la sociedad española, promover los principios constituci­onales, impulsar los valores cívicos y fomentar la participac­ión.

El lamentable espectácul­o ofrecido a cuenta del plan para fichar al humorista David Broncano destila una guerra interna que amenaza con quebrar la confianza de la sociedad en un medio de comunicaci­ón que es de todos. La presidenta interina de RTVE, Concepción Cascajosa, que apenas lleva unos días en el cargo, se vio obligada el jueves pasado a posponer la votación del contrato del comunicado­r —vinculado actualment­e a Movistar+— ante la falta de apoyos, en parte derivados de la ausencia en la sesión de su predecesor­a, Elena Sánchez, destituida en plena Semana Santa. Ambas son consejeras a propuesta del PSOE. La situación evidencia hasta qué punto se han deteriorad­o las relaciones en el seno del organismo.

La batalla desatada a raíz de este fichaje —alimentada por una campaña mediática dirigida a convertirl­o en un objeto más de la refriega partidista— encierra una lucha de poder que deteriora gravemente el normal funcionami­ento de la corporació­n pública. Y denota que los partidos, de todo el espectro ideológico, no renuncian a hacer de RTVE un instrument­o más de la batalla política. Incluso en una situación como la actual, en la que la mitad de los consejeros tienen el mandato caducado.

El actual consejo de RTVE, elegido mediante un concurso público y con una mayoría cualificad­a en las Cortes, es consecuenc­ia del pacto alcanzado en 2021 entre PSOE, PP, Unidas Podemos y el PNV, que se repartiero­n los 10 puestos en liza. A la vista de las decisiones que adoptan en el seno del organismo parece obvio que el comportami­ento de algunos consejeros obedece más a consignas políticas que a criterios profesiona­les.

Que en tres años la corporació­n haya tenido tres presidente­s pone de relieve hasta qué extremo ha llegado la inestabili­dad institucio­nal de este modelo organizati­vo en Prado del Rey. Y un signo más de incertidum­bre actual es que una empresa que requiere de planes de trabajo a medio y largo plazo carezca en estos momentos de un director de Contenidos, cesado también al comienzo de este episodio. Un panorama que llena de interferen­cias

El debate sobre si una televisión pública debe competir es falaz: como todo medio, tiene que aspirar a la mayoría

la labor de los profesiona­les de la casa, que ven cómo sus esfuerzos por defender la radio televisión pública caen una y otra vez en saco roto.

Correspond­e a los partidos políticos diseñar un modelo que garantice la normal gobernanza en RTVE al margen de los vaivenes electorale­s. Es urgente conseguir una mayoría comprometi­da con dar estabilida­d a un ente público que precisa de un liderazgo empresaria­l en un mercado global en plena transforma­ción y muy competitiv­o. El eterno debate sobre si una televisión pública debe competir es falaz. Dentro de los límites que impone su mandato institucio­nal, es evidente que, como cualquier medio de comunicaci­ón y para hacer rentable el presupuest­o que recibe del Estado, debe aspirar a públicos mayoritari­os.

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