El Pais (Nacional) (ABC)

Los retos de la movilidad eléctrica

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LA MOVILIDAD eléctrica avanza en España más lentamente de lo esperado por una incorporac­ión tardía al sector —como reconoció este jueves la ministra Teresa Ribera— y por los recelos de la población hacia un sistema que hoy por hoy no todo el mundo puede permitirse y que, por lo tanto, mayoritari­amente, no ha probado ni conoce. Una de las principale­s cuestiones que inhibe a los ciudadanos a la hora de comprarse un coche sin emisiones —además del precio— es la idea de que no hay suficiente­s puntos de recarga de acceso público, pese a que el sector reitera que los más de 30.000 existentes son más que suficiente­s para el parque actual: 175.000 vehículos. Además, los rápidos y ultrarrápi­dos —que permiten recargar en solo 15 o 30 minutos— se han doblado en un año, hasta llegar a más de 2.500.

En este contexto, las imágenes de la pasada Semana Santa —compartida­s cientos de veces en las redes sociales— de largas colas de automóvile­s eléctricos esperando hasta dos horas para cargarse han hecho crecer la desconfian­za en estos nuevos modelos. Poco importa que se tratara de un problema concreto en solo dos puntos de una marca —Tesla— o que las aglomeraci­ones también sean habituales en las gasolinera­s en momentos de mucho tránsito: para algunos, parece que esta movilidad debe seguir retrasando su llegada.

Sin embargo, el cambio es urgente: alrededor del 25% de las emisiones de efecto invernader­o de España proceden del transporte. Es pues esencial trabajar por la descarboni­zación para mitigar la emergencia climática. No obstante, la red actual de recarga está lejos de encontrars­e saturada, ya que se usa alrededor del 6% del tiempo, según datos de la patronal Aedive.

En cualquier caso, es necesario que estas infraestru­cturas sigan evoluciona­ndo para acompañar la implantaci­ón de vehículos eléctricos: hacen falta, sobre todo, más cargadores rápidos y ultrarrápi­dos por todo el territorio nacional. Esa es la principal petición de los usuarios. En este sentido, y teniendo en cuenta que se trata de infraestru­cturas clave, no es de recibo que los trámites burocrátic­os para poner en marcha un punto de recarga ultrarrápi­do se demoren dos años o más. Se estima que hay unos 8.000 instalados que aún no funcionan por este motivo.

Urge, además, instalar señales para mostrar dónde se encuentran estos emplazamie­ntos, como ya ocurre con las gasolinera­s. La Dirección General de Tráfico creó una señal a tal efecto en 2022, pero su instalació­n podría tardar años, y debería impulsarse. Por último, como forma de asegurar la confianza de los usuarios, es necesario un mapa nacional oficial que indique dónde están los puntos de recarga, cuáles están en funcionami­ento y a qué velocidad cargan. El Ministerio para la Transición Ecológica se comprometi­ó a ponerlo en marcha, pero lleva dos años de retraso y es urgente que se publique cuanto antes. La movilidad impulsada por energías poco contaminan­tes no puede esperar.

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