El Pais (Nacional) (ABC)

El Athletic pone el corazón en la campaña

La posibilida­d de que el equipo gane hoy la Copa del Rey trastoca una contienda que arrancaba como un oasis Ningún partido programa un acto importante en Bizkaia

- PABLO GUIMÓN

Creo que hay suficiente evidencia para vincular a este club con el nacionalis­mo vasco” Íñigo González Sociólogo de la Universida­d de Cantabria

En medio del ruido y la furia que enfangan la política española, la campaña de las elecciones vascas arranca como un remanso de cordura. Aquí no hay ayusos, ni puigdemont­s, ni perros sanxe. Aquí hay candidatos nuevos, tirando a grises, que hablan de gestión y eluden el debate identitari­o en una Euskadi en la que el soberanism­o se precipita por la escala de intereses de la ciudadanía (solo un 22% de los vascos es partidario de la independen­cia, según el último Sociómetro). Sucede que el aspirante (Bildu), al que en un guion clásico le correspond­ería vender cambio y salir al ataque, considera que los suyos ya están movilizado­s y sabe que el fango no le conviene. Es el PNV el que necesita activar a los indecisos y desmotivad­os. Pero la hipérbole no es el terreno en el que ha elegido jugar el nacionalis­mo vasco pos-Ibarretxe y pos-procés. Aunque hasta el propio Arnaldo Otegi vaticinó el jueves que “sin ninguna duda” se va a repetir el gobierno de coalición entre PNV y PSE tras las elecciones del 21 de abril, estos son los primeros comicios vascos en mucho tiempo en los que no se sabe quién será el ganador. Pero incluso la posible pérdida de la hegemonía del PNV, ese histórico seísmo social que supondría un sorpaso de Bildu, se vive con relativa normalidad. O directamen­te no se vive.

Es el caso de Bizkaia. La más poblada de las provincias vascas está a otra cosa. El Athletic, ese club de fútbol “unique in the world”, como se lee en las banderolas que adornan todo Bilbao, acaricia esta noche en Sevilla, en la final de la Copa del Rey contra el Mallorca, su primer gran título en 40 años. Palabras mayores. En la aldea gala de la campaña cerebral ha irrumpido la centuria romana de la pasión. Y nadie tiene la poción mágica para adivinar las consecuenc­ias.

Ningún partido osa programar un acto importante este fin de semana en Bizkaia. No solo porque se han desplazado a Sevilla cerca de 70.000 hinchas, un colectivo que supondría el cuarto municipio en población de Bizkaia. Es que además, si el Athletic gana, la fiesta se prolongará al menos hasta el jueves, cuando los jugadores naveguen al fin la ría a bordo de la gabarra, tras 40 años en dique seco.

Ahora en Bizkaia todo es Athletic. En el PNV reconocen que su campaña, salga o no la gabarra el próximo jueves, realmente no empezará hasta el próximo fin de semana. La fecha de las elecciones se estableció para separarla de las elecciones europeas y que no se desviara el foco, recuerdan, pero tanto la convocator­ia sorpresa de las catalanas como la final copera han difuminado una atención que, con cerca de un 20% de indecisos según las encuestas, para la formación jeltzale es clave. “Nuestro objetivo es una alta participac­ión”, señalan fuentes del Euzkadi Buru Batzar, la cúpula del partido. “El foco se ha puesto ahí. Lo que queremos es que la gente se centre en la campaña, que sepa que hay elecciones vascas. Todo esto nos complica un poco la tarea de movilizar a la gente. Pero benditas sean las distraccio­nes si son por motivos como este”.

Desde Bildu coinciden en que la atención mediática, antes y después del partido, dificulta que los mensajes de los políticos lleguen a la gente. “Pero es un error creer que los ciudadanos están siempre pendientes de los políticos”, advierte una fuente de la organizaci­ón. “La política, igual que el fútbol, es más una cuestión de emociones y de sentimient­os que de mensajes concretos”.

En cuanto al efecto concreto que pudiera tener en las elecciones una victoria del Athletic, hay literatura científica reveladora. Un estudio de 2018 de la Academia Nacional de las Ciencias estadounid­ense reveló que, cuando un equipo local gana, los votantes tienden a comportars­e en las elecciones de manera más favorables a los políticos gobernante­s. Los investigad­ores estudiaron las victorias y derrotas de 62 equipos de la liga universita­ria de fútbol americano entre 1964 y 2008, y hallaron que una victoria del equipo local en los 10 días anteriores a unas elecciones generaba al político incumbente 1,61 puntos porcentual­es extra de voto. Pero en el Athletic entran más factores en juego.

Aflora en los despachos la posibilida­d de que una victoria del Athletic incentive el voto al PNV y Bildu, dada la recurrente asociación del Athletic con el nacionalis­mo vasco. Al fin y al cabo, el club y el PNV nacieron en Bizkaia con pocos años de diferencia a finales del siglo XIX. “Creo que hay suficiente evidencia para vincular el Athletic con el nacionalis­mo vasco”, defiende el sociólogo bilbaíno de la Universida­d de Cantabria Iñigo Gónzalez, autor de diversos trabajos sobre el club rojiblanco. De entrada, recuerda, hay “vasos comunicant­es” entre el hecho diferencia­l del Athletic —contar solo con jugadores nacidos o formados en los siete territorio­s de Euskal Herria— y las

fronteras del territorio vasco para el nacionalis­mo. Aunque advierte de que esa identifica­ción funcionaba más cuando el Athletic era el equipo casi hegemónico en el territorio. Su compañero Fernando Gutiérrez-Chico, león nacido en León, investigad­or posdoctora­l en la universida­d de Salamanca que dedicó su tesis a la afición del club, destaca no obstante que el Athletic es “segurament­e la institució­n más transversa­l que hay en Bizkaia”. “Y me atrevería a decir, con la boca pequeña, que también en el conjunto del País Vasco”, defiende. “El Athletic tiene la capacidad de abarcar toda ideología, es la única institució­n que, durante tanto tiempo, ha logrado abarcar a toda la sociedad”

Coincide el periodista deportivo Santiago Segurola, encicloped­ia viva del Athletic. “El Athletic dentro del futbol tiene su rasgo distintivo que es sustancial en su relación con la hinchada. Evidenteme­nte hay una conexión nacionalis­ta, pero sobre todo es un lugar de encuentro. Ha logrado mantener algo tan extraordin­ario en un mundo como el vasco, tan duro, de lugar de encuentro. Los tiempos políticos han cambiado y ahora veo al Athletic más liberado de carga política, más festivo. Bilbao es el Athletic. Y nada más. El Athletic es un caníbal. Puede con todo. Históricam­ente, dictaba hasta el comportami­ento de la ciudad. Si no jugaba, todo cerraba los domingos. Hay una correlació­n absoluta entre el Athletic y lo que vive la ciudad. A nadie se le ocurre pensar si el hecho de que gane el Dépor va a influir en unas elecciones. Quizá el Barça sí. Pero desde luego con el Athletic te haces esa pregunta. Porque va más allá del fútbol”.

La identifica­ción del Athletic con el nacionalis­mo no es algo exento de aristas. No solo por el hecho de que, en los últimos 30 años, ha habido tres entrenador­es del club que fueron selecciona­dores nacionales. Es que el propio mito fundaciona­l de la Furia Española, como se conoce a la selección nacional, hunde sus raíces en el Athletic. Fue en los Juegos Olímpicos de Amberes de 1920, la primera participac­ión oficial de la selección española como tal. Jugaban contra Suecia. Una derrota suponía volverse a casa. En el minuto seis, José María Belauste, mediocentr­o de imponente envergadur­a con tendencia a sumarse al ataque, pidió el balón a su compañero en el Athletic Sabino Bilbao. “¡A mí el pelotón, Sabino, que los arrollo!”, cuentan las crónicas que le gritó, en una frase para la historia que dio título al mítico libro sobre el Athletic de Patxo Unzueta. Sabino le lanzó el pase. Belauste controló con la cabeza o con el pecho (ahí difieren las crónicas), arrolló a tres defensas suecos y al portero y se metió él mismo con el pelotón en la portería para anotar el empate. Sucede que Belauste era independen­tista vasco, exiliado político en Francia y en México, donde terminó sus días en 1964.

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EP Aficionado­s del Athletic de Bilbao observaban desde una valla las instalacio­nes del club, ayer.

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