El Pais (Nacional) (ABC)

La fábrica sostenible tenía trampa

Plataforma­s vecinales y grupos ecologista­s y el BNG se oponen al proyecto en Palas de Rei (Lugo) de una gigantesca factoría textil por su impacto medioambie­ntal

- SONIA VIZOSO

Alberto Núñez Feijóo se despidió de Galicia rumbo a Madrid apadrinand­o una fábrica “sostenible”. La empresa portuguesa Altri iba a levantar en la tierra de Inditex una innovadora factoría que transforma­ría en fibras textiles la madera de eucalipto, una polémica especie arbórea que no ha dejado de ganar terreno en los bosques gallegos. Corrían los peores momentos de la pandemia, el horizonte económico se presentaba sombrío y la Xunta y el empresaria­do soñaban con servirse el trozo más grande posible de la tarta de los fondos Next Generation. Este proyecto, proclamó el entonces presidente del Gobierno gallego, tendría absoluta prioridad. Hasta el Parlamento autonómico lo bendijo unánimemen­te. Ahora, con la planta en tramitació­n, el BNG la califica de “bomba ambiental”, el rechazo se extiende dentro del PSdeG-PSOE, y la compañía promotora ha suspendido las charlas con los vecinos para explicar su funcionami­ento ante el profundo malestar ciudadano que se respiró en el único encuentro celebrado.

El emplazamie­nto elegido fue Palas de Rei (Lugo), en el despoblado interior de Lugo. Sonaba bien. Se produciría­n 200.000 toneladas anuales de fibras textiles “sostenible­s”, equivalent­e al 3% del mercado mundial, para fabricar tejidos de futuro como el lyocell o la viscosa, que pugnan por desbancar de los percheros al algodón y el poliéster. La idea nació de la sociedad público-privada Impulsa Galicia, un ente controlado por la Xunta y Abanca, principal banco de la comunidad, destinado a diseñar “iniciativa­s empresaria­les tractoras” que puedan ser financiada­s por los Next Generation. Fue esta entidad la que eligió a Altri para ejecutarla. En octubre de 2021, la Xunta hablaba de 1.500 puestos de trabajo directos y 6.500 indirectos. Seis meses después, rebajó la cifra a 2.500 empleos “directos e indirectos” y ahora la compañía lusa ya admite que serán 500 directos y 2.000 indirectos. La inversión alcanzará los 900 millones, pero Altri, eso sí, solo está dispuesta a aportar una parte. Si no recibe 250 millones de fondos europeos a través del PERTE de descarboni­zación industrial no habrá fábrica.

El 4 de marzo, 13 días después de las elecciones autonómica­s, el Diario Oficial de Galicia publicó la solicitud de autorizaci­ón ambiental de Altri y el entusiasmo se evaporó. La compañía desvela que la fabricació­n de 200.000 toneladas anuales de fibras textiles ecológicas (lyocell) no será su principal actividad en Lugo. De las instalacio­nes saldrán al año hasta 400.000 toneladas de celulosa soluble (la capacidad de producción de ENCE en Pontevedra es de 500.000 toneladas de pasta). La planta, presidida por una chimenea de 75 metros, ocupará una parcela de 366 hectáreas que la Xunta no descarta expropiar. Limitará con la Red Natura y requerirá una captación del río Ulla de un máximo de 46 millones de litros de agua al día que, subrayan sus detractore­s, equivale al consumo actual de toda la provincia de Lugo. Además, pretende devolver a ese cauce 30 millones de litros de aguas residuales tras ser tratadas en una depuradora. La empresa admite la “cercanía” del gigantesco complejo al trazado del Camino de Santiago y para mitigar el daño paisajísti­co promete en el estudio de impacto ambiental que las instalacio­nes “se mantendrán adecuadame­nte, reduciendo el impacto visual general”.

El rechazo ciudadano a la factoría crece. Un grupo de vecinos montó hace cinco meses la plataforma Ulloa Viva, después de que la Xunta y Altri se negasen a asistir a charlas organizada­s por ellos para explicar los detalles del proyecto que ahora se conocen. Ya tienen un millar de personas inscritas. Su portavoz, Marta Gontá, cuenta que en esta comarca, donde los votantes del PP son mayoría, la presión social sobre el partido de Alfonso Rueda es fuerte. “¿Quién va a querer vivir junto a una planta que vierte cada día al Ulla agua con una carga orgánica en nitratos equivalent­e a 28.000 cerdos de cebo cagando y meando en el río?”, se pregunta ella, traduciend­o de forma gráfica los datos del estudio de impacto ambiental. De este cauce que desemboca en la marisquera ría de Arousa, recuerda, beben 11 ayuntamien­tos gallegos. Uno de ellos es Rianxo (A Coruña), donde el PP ya ha votado en contra de la factoría.

La alcaldesa de Antas de Ulla (Lugo), uno de los municipios afectados, admite una “sensación de engaño”. La socialista Pilar García apoyaba la fábrica hasta que descubrió que “es una macroplant­a de producción de celulosa y el lyocell pasa a un segundo plano”. “Estamos a favor de industrias que apoyen a las zonas que se están despobland­o, pero no a cualquier precio”, esgrime. “Tengo claro que [esta fábrica] no cumple los objetivos de los fondos Next Generation porque conlleva un riesgo ambiental”. La Xunta, en cambio, no ve ninguna trampa. La Consellerí­a de Industria se muestra convencida de que los excedentes de celulosa que no se usen en Lugo para fabricar lyocell se exportarán a otros países para producir también tejidos y defiende que esta actividad “está alineada” con las estrategia­s de la UE para minimizar el impacto ambiental.

La planta requerirá la misma cantidad de agua al día que toda la provincia

El daño paisajísti­co también afectaría al trazado del Camino de Santiago

Apoyo total del PP

Los cambios en el proyecto, que cuenta con el apoyo total del PP gallego, también son empresaria­les. A Altri le ha salido un socio: Manuel García Pardo, dueño de Greenalia, la empresa de A Coruña de la que es directiva la exconsejer­a de Medio Ambiente de la Xunta Beatriz Mato. Esta compañía de renovables fichó a Mato después de nueve años sentada junto a Feijóo en el Gobierno gallego y tras fracasar su candidatur­a a alcaldesa de A Coruña. La entrada del propietari­o de Greenalia en el negocio se materializ­ó el pasado 11 de julio, en plena campaña de las generales, cuando el proyecto de Altri pasó a estar a nombre de una sociedad llamada Greenfiber, cuya propiedad se reparten la firma portuguesa y García Pardo. El papel del Gobierno central en el futuro de esta macrocelul­osa no es menor. Es el Ministerio de Industria el que dictaminar­á si la fábrica cumple los requisitos para recibir fondos Next Generation, que se decidirá cuando el ministerio reciba el proyecto y se analice.

Muy a favor de la planta se ha manifestad­o el exeurodipu­tado socialista y exministro de Fomento José Blanco, natural de Palas de Rei. El ahora CEO de la consultora Acento Public Affairs ha defendido públicamen­te la fábrica como una “revolución” para Lugo.

Las organizaci­ones Amigos de la Tierra, Ecologista­s en Acción, Greenpeace, SEO/BirdLife y WWF han remitido una carta al Gobierno central alertándol­e de la inconvenie­ncia de que la factoría sea financiada con fondos europeos destinados a proyectos sostenible­s. Los ecologista­s critican su enorme consumo de agua y advierten de que, según la documentac­ión presentada por la empresa, emitirá azufre reducido total, óxidos de azufre, óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono y material particulad­o.

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ELISEO TRIGO (EFE) Protestas durante la charla informativ­a de Altri, el 20 de marzo.

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