El Pais (Nacional) (ABC)

“El técnico intuitivo está en peligro de extinción”

Pragmático, el mexicano busca su primer título en España tras una larga carrera

- JUAN I. IRIGOYEN

“No veo mucho fútbol. Me gusta ver la Champions y me encanta ver jugadores”. Lo dice Javier Aguirre (Ciudad de México, 65 años), que acumula tres Mundiales (uno como jugador, 1986; y dos como entrenador, 2002 y 2010) y se ha pasado más de media vida sobre el césped. “Siempre le digo a mi representa­nte: ‘Acepta lo que te den. Si te dan más, mejor’. Pero nunca me ha movilizado el dinero. Tan mal no me ha ido, no he parado de trabajar en 48 años”. Habla de béisbol, de cine, de música y de literatura. Habla, por supuesto, de fútbol. En definitiva, conversa de la vida. El entrenador del Mallorca es carismátic­o e inteligent­e. Lo sabe y lo saca de paseo durante cerca de una hora de entrevista. Tampoco oculta su verborrea ni su facilidad para insultar con gracia.

Pregunta. ¿Cómo es ser políticame­nte incorrecto en los tiempos de lo políticame­nte correcto?

Respuesta. Lo vivo con mucha tranquilid­ad. Soy igual contigo, con el jardinero y con los jugadores. A todos les puedo soltar: “Hola cabrón, ¿cómo estás?”. No tienes por qué ser diferente. Si yo viniera a esta entrevista y te dijera que la ilusión de mi vida siempre ha sido ser campeón de Copa, la gente pensaría: “¡Vete a la mierda!”.

P. ¿Ser auténtico es su gran éxito como entrenador?

R. No lo sé. Pero sí le puedo asegurar que el jugador lo agradece. Le he llegado a decir a un jugador: “No me gusta tu carácter, te tienes que ir del equipo”. No lo leyó en un periódico, ni se lo dijo un directivo. Se lo dije en la cara. Como también acepto tanto en privado como en público cuando me he equivocado. Y he pedido perdón. Fui futbolista. Sé lo importante que es ser honesto.

P. Ha cambiado todo mucho.

R. Cambió mucho, sí. Pero el fútbol es el mismo: 11 contra 11 y el jugador dentro del vestuario se comporta de la misma manera.

P. ¿Y por qué parece más complejo?

R. Los entrenador­es de olfato, los intuitivos… estamos en peligro de extinción. Ahora prima la informació­n, los datos. Está bien. Ahora, el jugador no te engaña. Yo descubrí eso en Osasuna en 2002. Veía que a mi equipo le pasaba algo y no sabía bien qué. Descubrí que mi lateral derecho subía 14 veces por partido y el izquierdo, dos. A poco que el rival se daba cuenta de eso, me tapaba el lado derecho y se acababa el trabajo ofensivo.

P. ¿Es útil, entonces?

R. Claro que es útil. Como también sirve el carácter del entrenador, su experienci­a y su intuición. Porque ante números iguales y frente a personalid­ades parecidas, tienes que elegir. Y ahí es cuando la cagas o aciertas.

P. ¿Qué es la intuición?

R. Es lo que nos hace a los entrenador­es ir un paso por delante de los que no son entrenador­es. P. Por ejemplo...

R. Estás una semana conmigo y me dices: “¡Qué bien entrena Juan! ¿Por qué no juega?”. Y yo te digo: “¿Sabes por qué no juega? Esta semana ha llegado tres veces tarde. Al córner, en el día del partido, también va a llegar tarde. No está”. Esa es la intuición.

P. ¿Se puede entrenar?

R. Claro que se puede entrenar. Ensayo y error. Te equivocast­e con tu intuición, apuesta por lo científico. A veces te gusta más el golpeo de un jugador, porque es más bonito o estético, que de otro

No hay segurament­e un título más preciado para el Athletic. Las dos últimas Supercopas (2015 y 2021) no paliaron el dolor por las seis finales coperas perdidas en los últimos 15 años, cuatro contra el Barça de Messi. El último trofeo de Copa que levantaron los rojiblanco­s fue precisamen­te contra el Barça de Maradona en 1984. El Athletic entiende que la perseveran­cia y también la estima por el torneo merecen el mejor reencuentr­o 40 años después en Sevilla. A excepción del Barcelona, líder con 31 trofeos, ningún equipo ha ganado más títulos que el Athletic: 24 y 17 subcampeon­atos por ocho Ligas.

La trayectori­a del equipo y su comunión con la afición parecen llegar en un momento cumbre en Sevilla. El reto es saber gestionar su condición de favorito en un torneo tan abierto como la Copa.

que golpea horrible. Pero el que le pega horrible es más efectivo y está en los números. Las estadístic­as han ganado terreno. Lo dijo Jorge Valdano: “Vas a nuestra oficina y parece la NASA”.

P. ¿En Europa tiene fama de salvavidas?

R. Para que haya Guardiolas, Klopps y Mourinhos, también tiene que haber Aguirres.

P. ¿Qué significa eso?

R. Que si le ofreces el Mallorca a Mourinho no va a venir. Cuando yo llegué, el equipo estaba a 10 partidos de irse a Segunda. Pero yo dije: “Voy”.

P. ¿Pensó que iba a llegar a la final de la Copa?

R. Nunca pienso en eso. Quizá con el Atlético, sí. Apostaba a ganar algo. Salí dos veces cuarto, gané la Intertoto. Era una época de despegue para el club.

P. Hábleme de Ernesto Valverde, su rival hoy.

R. Me encanta. Es un tipo que siempre está igual. Te lo encuentras en el campo, en la calle y en una reunión de entrenador­es y siempre está de buen humor. Tiene don de gentes. Es un tipo sensaciona­l.

P. ¿Está infravalor­ado? R. No tengo esa sensación. El Athletic es un equipo grande, Olympiacos es un equipo grande. Obviamente, también el Barça. Y en los tres ganó. Está muy bien valorado. Es perfil bajo y eso me gusta de él. Nunca salidas de tono. Nunca con estridenci­as. Para mí, como entrenador, ideal. Relativiza todo. Defiende a sus jugadores y sus equipos juegan bien. El Athletic es un equipo muy complicado.

P. ¿El Mallorca tiene alguna oportunida­d?

R. La final no está 100 a cero. No te voy a decir cómo lo veo, pero claro que hay un porcentaje de que podemos ganar.

P. ¿Dónde está la clave del Mallorca en la final?

R. En no perder el equilibrio emocional. Hacer lo de siempre en el plano anímico, con entusiasmo y tensos. Así vamos a tener opciones. Si vamos cagados, preocupado­s por cuantas entradas va a tener mi familia, que todavía no les dieron el Airbnb y que no sabemos la ropa que vamos a usar… Si nos fijamos en esas tonterías, somos vulnerable­s.

P. ¿Es un genio en entender el negocio del fútbol?

R. No lo crea. He ido aprendiend­o. Pero jamás fui a comer con un periodista. Mi mujer me dice: “Javier, te falta trato con los periodista­s”.

P. ¿Ella es más política que usted?

R. Es más dura. Hace 41 años que estamos casados. Le cuento una anécdota. Después de un partido en el Calderón: “Aguirre, vete ya. Tiene que jugar el Kun”, me gritaron. Perdimos. Me subo al coche y yo esperaba que me diera ánimos. Me suelta: “¿Por qué no metiste al Kun?”. 60.000 personas acababan de pedir mi salida y viene Silvia y me suelta eso.

P. ¿Qué le contestó? R. No mames. ¿Tú también? ¿Dónde vamos a cenar?

P. ¿Cómo se lleva con las redes sociales?

R. Mal, no tengo. No lo leo. Ni idea de lo que pasa. Pero sé que le puede afectar a mis hijos.

P ¿Se puede vivir ajeno a las redes sociales?

R. No lo sé. Yo crecí con la vieja prensa. Te daban una hostia, pero te la daban en la cara. Un jugador me dijo un día: “Míster, tú no tienes redes sociales; pero nosotros, sí. No sabes la presión que ejerce sobre nosotros. Necesitamo­s un asesor o un coach en el manejo de redes sociales”.

P. ¿Siente que en ese punto no los puede ayudar?

R. Ahí no llego. Ni quiero. Ellos tienen que entender que su trabajo está expuesto a la crítica. Es muy difícil que les caigas bien a todos. Es muy difícil que te quiera todo el mundo. Hasta los grandísimo­s jugadores y entrenador­es tienen sus críticos. Mira Messi. A mí siempre me resultó un chico encantador y luego iba a Argentina y lo mataban porque empataban con Colombia. Si insultan a Messi, cómo no me van a insultar a mí.

P. ¿Y con los teléfonos?

R. Perdí la batalla. Era cuadricula­do: no quería ver teléfonos ni en el vestuario, ni en el comedor, ni en el autobús. Ahora, salvo en la charla técnica, lo sacan en todos lados. Jugábamos al gato y al ratón. Se escondían para sacarlo. Yo les preguntaba: ¿Es una emergencia?

P. ¿Piensa en la jubilación? R. Dígale eso a Silvia. Me lo paso bien. Me gusta todo el fútbol, menos los 90 minutos.

P. Le gusta la música, la comida, el cine, la literatura. ¿Se puede ser entrenador de fútbol hoy en día sin ser un apasionado?

R. No tengo vocación. Eso me lo recrimina Valdano. Él dice que no me cree cuando digo que yo prefiero ver un partido de béisbol que de fútbol. Cuando tenía 32 años decía que nunca iba a ser entrenador. A los 40, que no iba a llegar hasta los 50. Y tengo 65. ¿Cómo te quedas con esa?

P. ¿Y qué le gustaría?

R. Tener una librería. Y trabajar en la misma.

“Sé pedir perdón. Fui futbolista. Sé lo importante que es ser honesto”

“Para que haya Guardiolas y Mourinhos, tiene que haber Aguirres”

“Me lo paso bien. Me gusta todo el fútbol, menos los 90 minutos”

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GETTY Aguirre, con el Mallorca durante un partido de Liga.
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