Otra batalla para los soldados ucranios: volver a la vida civil
Veteranos de guerra reflexionan sobre los problemas que miles de combatientes afrontarán cuando dejen las armas
Stanislav instalaba neveras y otros elementos promocionales de Pepsi en bares y supermercados de Ucrania antes de la invasión rusa de febrero de 2022. Se presentó para luchar y lo hizo hasta que fue gravemente herido a principios de 2023. Su brazo es hoy un colgajo, no lo puede mover. Su torso y espalda están surcados por las cicatrices de la metralla.
Su primera conversación con EL PAÍS tuvo lugar en noviembre de 2023, en un tren nocturno. El ahora exsoldado se desplazaba a Kiev para ser operado por tercera vez, borracho como una cuba. Pasó la noche acosado por las pesadillas y el insomnio. Fumaba sin cesar, aunque estaba prohibido hacerlo en el vagón. Stanislav, de 34 años, vivía con su madre en un pueblo de Zaporiyia. Cuando se levantó por la mañana, más sereno, admitió que no veía posible rehacer su vida, ni tener un empleo: el subsidio por invalidez y su madre era lo único que lo sostendría.
Stanislav es uno de las decenas de miles de soldados dados de baja del ejército en más de dos años de guerra, la gran mayoría, lisiados. Oleg Gorobets, exmilitar, estima que son unos 100.000. El Ministerio de Defensa no aporta datos. Gorobets es un antiguo combatiente de la guerra en Donbás contra los separatistas prorrusos, iniciada en 2014. Desde su experiencia y la de otros veteranos, habla de lo que aguardará a los más de 2,5 millones de personas que habrán defendido a su país tras la actual guerra cuando vuelvan a la vida civil.
“100.000 personas ya han vuelto y poco se está haciendo. Y cuando regresen más, crecerá la criminalidad, la violencia familiar, el alcoholismo...”, dice Gorobets. El experto holandés Robert van Voren, asesor del Gobierno ucranio, recordaba hace un año en una entrevista con este periódico que en el Reino Unido, un 17% de los veteranos reciben condenas de prisión. “Lo que afrontamos [en Ucrania] es de proporciones inimaginables, y el país no está preparado”, añadió. Ucrania cuenta con un Ministerio para Asuntos de Veteranos que ofrece programas de formación profesional, asistencia médica, concesión de terrenos o créditos en condiciones ventajosas. Para la mayoría de entrevistados, es insuficiente.
Gorobets creó, junto a un socio que está en el ejército, Demetra, una empresa agrícola en la ciudad de Poltava. Empezaron con cuatro hectáreas concedidas por el Gobierno, por haber sido militares, y ahora tienen 500. Emplean a cuatro excombatientes y admite que no es fácil: “Para ellos es importante tener un empleo porque cuando están en casa se comen la cabeza”. Uno de sus empleados sufre alcoholismo y hay que ayudarlo. “No tienen tiempo de readaptación”, reflexiona Gorobets, “hace dos meses de apoyo psicológico, pero no los tenemos”.
La estimación de 2,5 millones de combatientes la aportó Serhiy Pozniak el 14 de marzo en una entrevista con el medio ucranio VN. Pozniak, presidente de la Asociación Ucrania de Empresarios Veteranos, participó en febrero en una mesa redonda organizada por el medio LB. La cifra no incluye a los ucranios que luchan en el bando ruso. La población en la Ucrania libre es de 35 millones. En el encuentro se indicó que la previsión es que este año 200.000 militares retornen a la vida civil. Son unos 900.000 los hombres y mujeres —estas son el 5%— que están sirviendo en la defensa del país, a los que este año se sumarán no menos de 300.000 reemplazos.
“Ucrania no está preparada para reintegrar a tantos”, dice Alexander Shilin, propietario de Eco Waste, una empresa de Járkov dedicada a la recogida de materiales para ser reciclados. Shilin fue herido en 2023 por un dron bomba y tiene movilidad reducida. Este hombre, de 43 años, critica a las autoridades ucranias por las dificultades que él considera excesivas para reintegrarse en la vida civil. El principal problema, dice Shilin, es que está creciendo la “desconfianza”: “Cuando empezó la guerra había una unidad entre la población y el ejército, pero la distancia entre ellos crece y crece. La desmovilización de tropas preocupa a los civiles porque no ven que haya apoyo suficiente”.
Ígor Iashchenko, empresario de Poltava y desmovilizado en otoño tras combatir en fuerzas de asalto y unidades de inteligencia, apunta: “El soldado termina harto de seguir órdenes, y cuando vuelve a la vida civil le cuesta más aceptar órdenes”. Iashchenko inauguró su empresa, Ministerio de Familia, en diciembre de 2023. Es un pequeño espacio de compras y ocio para familias, financiado con la inversión de organizaciones que ayudan a militares a iniciar una nueva vida laboral.
Yuri Danilenko, presidente de la Asociación de Veteranos de Járkov, la gente que ha estado en combate “tiene una perspectiva más amplia de lo que es imfalta portante en la vida” y por eso “les cuesta más trabajar para alguien que no ha pasado por lo mismo”. La Fundación de Veteranos, dependiente del Gobierno, indica que un 77% de los excombatientes tienen como principal temor no encontrar empleo. La segunda preocupación, para un 72%, es caer en el alcohol y las drogas.
Oleksander Markov, de 53 años y antiguo neurocirujano, tiene una clínica de rehabilitación en Járkov desde hace dos años, en una zona bombardeada periódicamente. Parte del material lo ha adquirido gracias a programas de financiación de la Fundación de Veteranos. La mayoría de sus clientes son civiles, pero también atiende a militares mediante un plan de descuentos del ejército. Afirma que Ucrania está mucho mejor preparada para reintegrar a las tropas que en la guerra en Donbás. Los desmovilizados retornan a la vida civil enfadados con la gente que no se sacrificó como ellos, explica. Pero con un buen apoyo terapéutico, en una semana se puede ver una mejora.