Tusk afronta su primer examen en Polonia
El Gobierno liberal llega a las elecciones regionales y municipales con las primeras fisuras y sin un claro dominio en las encuestas pese a la crisis de Ley y Justicia
El liberal conservador Donald Tusk volvió al frente del Gobierno de Polonia en diciembre con 100 promesas para los primeros 100 días. Cuando ese plazo venció hace dos semanas, los medios locales calcularon que había cumplido 12 compromisos y otros 10, parcialmente. Su gestión se somete hoy a un primer examen con los comicios regionales, provinciales y locales. La coalición liberal —que incluye fuerzas conservadoras y una minoría progresista— llega a la cita electoral con las primeras fisuras por asuntos como el aborto o las contribuciones a la seguridad social, y sin una candidatura unitaria. Las encuestas no reflejan el sorpasso y dominio ansiado por la Plataforma Cívica (PO) de Tusk, a pesar de la crisis que atraviesa el ultraconservador Ley y Justicia (PiS), que no se ha recuperado de la derrota del otoño.
La campaña de las elecciones legislativas se desarrolló en términos épicos, como una batalla decisiva para el futuro del país. Frente a aquel despliegue de emociones y recursos, que impulsó una participación récord de más del 74%, los medios polacos describen la campaña que conduce a estas macroelecciones, a la que se presentan 190.000 candidatos para las asambleas regionales, provinciales y municipales, como sosa y aburrida. Para las formaciones políticas son, sin embargo, cruciales: pese a sus competencias limitadas, estas administraciones son claves en la canalización de los fondos europeos y representan una fuente importante de acceso a dinero y puestos de trabajo para los partidos.
El prestigioso sociólogo polaco Jaroslaw Flis explica, a tres días de las elecciones: “Al principio parecía que esto podía ser una secuela [de las elecciones de octubre] en la que un lado podría mostrar su dominio. Ahora PiS está muy débil, pero no tanto como sus oponentes podrían soñar”. Tanto la Plataforma Cívica de Tusk como PiS, de Jaroslaw Kaczynski, rondan el 30%, y según la encuesta, aparecen en cabeza uno u otro. El experto en elecciones de la Universidad Jaguelónica de Cracovia continúa: “No tengo una imagen final clara, aunque algunas cosas son previsibles, como que no habrá una gran victoria de PiS, que puede perder dos o tres regiones”.
En sus primeros pasos para restaurar el Estado de derecho y recuperar el control de entidades como los medios públicos o la Fiscalía, el Gobierno de Tusk ha empleado algunos métodos de dudosa legalidad y ha desafiado el bloqueo que intentan imponer el presidente, Andrzej Duda, y el Tribunal Constitucional, ambos favorables a PiS. Como señala el politólogo de la Universidad de Sussex Aleks Szcerbiak, experto en Polonia, “a muchos partidarios del Gobierno no solo no les importa que haya tomado atajos para restaurar el Estado de derecho, sino que están satisfechos”. En su opinión, el Ejecutivo es más vulnerable en asuntos socioeconómicos como la sanidad, infraestructuras, impuestos... “Y en estos temas, la gente todavía le da el beneficio de la duda”.
La coalición llega dividida en torno a la gran promesa electoral que impulsó el decisivo voto de las mujeres: la legalización del aborto hasta la semana 12ª. Otros asuntos que están tensando la unidad de los socios son un proyecto de ley que implica el reparto de puestos en la Administración y las contribuciones a la seguridad social para la atención sanitaria. Los conservadores quieren rebajar las de los emprendedores, igualándolas —para enfado de Nueva Izquierda (Nowa Lewica)— a las de los trabajadores con salario mínimo.
El Ejecutivo no ha conseguido solucionar aún las protestas de agricultores y transportistas por la competencia de Ucrania. Eso sí, se ha podido apuntar como una gran victoria el desbloqueo de los fondos europeos que Bruselas tenía suspendidos, a la espera de reformas en el sistema judicial.
El experto de la Universidad de Sussex opina que PiS está “en crisis desde las elecciones”. De las 16 regiones polacas, el partido controla 8 desde las elecciones de 2018, en las zonas rurales del este y sur del país. Las proyecciones le aseguran una, su feudo de Podkarpackie (Subcarpacia) en el sudeste. Michal Konowksi, politólogo de la Universidad de Lodz, explica que “si le va mal, se queda solo con su bastión y si le va bien, puede mantener hasta cinco”. “La diferencia es de un diputado en algunos casos. Pero excepto por Confederación [de extrema derecha], no tiene socios posibles de coalición”, dice el experto.
Sudeste rural
En las regiones del oeste y las grandes ciudades, PiS no tiene ninguna posibilidad de ganar y no se prevén grandes emociones en los resultados —para los que habrá que esperar al menos hasta mañana—, aunque en la capital sí puede que haya sorpresas. Las elecciones a la Alcaldía de Varsovia suelen ser un test para probar a candidatos presidenciables. PiS ha presentado una cara nueva, Tobiasz Bochenski, que no tiene opciones de ganar al alcalde de PO, Rafal Trzaskowski. En 2018, el alcalde ganó en la primera vuelta. En esta ocasión, los últimos sondeos apuntan a la posibilidad de una segunda vuelta —el 21 de abril— por el peso de la candidata de izquierdas, Magdalena Biejat.
Aunque en estos comicios se vota en clave más personal por los candidatos, “uno de los objetivos de PO es emerger como primera fuerza”, dice Szcerbiak. Flis cree que “un buen resultado podría ser peligroso para el Gobierno, porque podrían interpretarlo como una señal de que no tienen que preocuparse por la unidad”. Y todavía tienen por delante las elecciones europeas de junio y las presidenciales de 2025.