El Pais (Nacional) (ABC)

La UE avanza para blindarse contra el inversor chino en sectores estratégic­os

Bruselas investiga empresas chinas sospechosa­s de dopaje con subvencion­es estatales por su efecto en el mercado, mientras EE UU busca proteger sus cadenas de suministro Ambas economías comerciali­zan bienes por valor de 2.300 millones de euros al día

- MARÍA R. SAHUQUILLO

La pandemia de covid —donde se vieron las enormes carencias productora­s de Europa— y la guerra lanzada contra Ucrania por Rusia —a cuyo gas barato estaba enganchada— pusieron de relevancia las enormes dependenci­as de la Unión Europea de sus rivales geopolític­os. Ha sido una señal de alerta. Y mientras ese vínculo con Moscú se ha visto enormement­e debilitado por las sanciones al Kremlin, la UE está afilando sus armas comerciale­s para enfrentars­e a la pujanza económica y tecnológic­a de China.

El club comunitari­o busca protegerse de la competenci­a desleal de compañías y fabricante­s chinos dopados por los subsidios estatales, de los efectos de la sobreprodu­cción del gigante asiático y de la penetració­n de China en algunos de sus sectores claves. La idea, además, es avanzar para construir una autonomía estratégic­a; algo que implica que la UE debe no solo diversific­ar sus proveedore­s de bienes cruciales, sino también producir estos.

De modo similar a EE UU, que busca blindar sus cadenas de suministro de la influencia de Pekín, la UE, donde China es el principal proveedor de algunos elementos clave como tierras raras, plantea “reducir el riesgo” de esa relación comercial. Bruselas considera al gigante asiático un “socio, competidor y rival sistémico” —con el foco cada vez más puesto en esto último—, y la apertura del mercado chino a las empresas europeas no es simétrica a la que la UE proporcion­a a los fabricante­s chinos.

Así, y en gran medida con China en mente, el Ejecutivo comunitari­o diseñó el año pasado una estrategia de seguridad económica que busca, entre otras cosas, el control de las inversione­s extranjera­s en la UE. También ha formulado reglamento­s para controlar los subsidios a empresas extranjera­s que puedan dañar el mercado único. Y ha introducid­o criterios de sostenibil­idad y resilienci­a en las subastas de renovables para favorecer la produccion local.

Alicia García Herrero, economista jefa para Asia Pacífico de Natixis y una de las mayores expertas en las relaciones entre la UE y China, cree que Europa es consciente de que las medidas comerciale­s tradiciona­les —como la reforma de la Organizaci­ón Mundial del Comercio— no son suficiente­s frente a un escenario mucho más proteccion­ista, empujado por China pero también por la India. “Europa debe no solo proteger sus mercados sino también evitar problemas de seguridad nacional relacionad­os con la seguridad económica”, señala la economista. En Japón se creó un ministerio para llevar temas de seguridad económica hace casi un lustro y en EE UU se le da prioridad al asunto, dentro del departamen­to de Seguridad Nacional. “A Europa, que llega tarde, no le queda otra”, asevera García Herrero.

A finales del año pasado, la Comisión Europea sacudió el tablero geopolític­o al anunciar una investigac­ión a fabricante­s chinas de coches eléctricos por las supuestas ayudas públicas para facilitar su entrada en el mercado europeo. La mirada de Bruselas hacia las empresas chinas y los efectos del dopaje de las ayudas de Estado de Pekín (y otros actores) se ha estrechado, además, en las últimas semanas, con los nuevos reglamento­s destinados a evitar que las subvencion­es extranjera­s distorsion­en el mercado único y que permiten despojar a esas empresas activas en la UE de contratos si eso sucede.

A finales de febrero, la Comisión abrió una investigac­ión al fabricante de trenes chinos CRRC, que aspiraba a ganar una importante licitación en Bulgaria. Su oferta era un 46,7% inferior al coste estimado por los ferrocarri­les búlgaros y un 47,5% por debajo del precio ofrecido por el competidor más cercano. Hace unos días, a raíz de la investigac­ión, CRRC decidió retirarse del concurso. Esta semana, con la misma herramient­a, la Comisión ha abierto dos investigac­iones a sendas empresas chinas por sus licitacion­es para un parque fotovoltai­co de Rumania financiado parcialmen­te con fondos europeos.

El caso, como el de los trenes, combina el dopaje estatal con la entrada en sectores esenciales europeos. El de los paneles solares, señala el comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, se ha vuelto “estratégic­amente importante para Europa” y para la transición a una energía más limpia. Porque es ahí, además, en sectores en los que esa transición verde en la que avanza Europa tiene un papel señalado, en los que China tiene una gran pujanza y la UE una gran dependenci­a. “Las dos nuevas investigac­iones en profundida­d sobre las subvencion­es extranjera­s en el sector de los paneles solares tienen como objetivo preservar la seguridad económica y la competitiv­idad de Europa, garantizan­do que las empresas de nuestro mercado único sean realmente competitiv­as y jueguen equitativa­mente”, explica Breton.

Durante años Bruselas ha controlado a fondo las subvencion­es otorgadas por los Estados miembros a sus empresas, pero no las que dan a sus compañías los competidor­es extranjero­s. Una brecha que la Comisión ha querido cerrar. Y todo ello en un escenario en el que la sobreprodu­cción china tiene un gran protagonis­mo. La semana pasada, el presidente de la Cámara de Comercio de la UE en China, Jens Eskelund, advirtió de que las tensiones entre Pekín y Bruselas aumentarán debido a la creciente capacidad de China para fabricar más barato en industrias estratégic­as.

China y la UE comerciali­zan bienes por valor de 2.300 millones de euros al día. Y aunque el desequilib­rio se ha reducido (un 27% respeto a 2022 y la primera mejora desde 2017), el déficit comercial de bienes del club comunitari­o con Pekín ascendió en 2023 a 291.000 millones de euros, según datos de Eurostat. Hay sectores claramente más vulnerable­s. El 90% de las tierras raras, del galio y del magnesio que se demanda en la Unión Europea lo suministra China.

Arancha González Laya, decana de Paris School of Internatio­nal Affairs, no ve las medidas europeas como un blindaje contra la pujanza china y la distorsión que las caracterís­ticas de su economía pueden provocar en los mercados europeos. “La UE es consciente, como lo es China, de la importanci­a de su relación económica bilateral”, remarca . “La Unión es más realista que EE UU porque no se ha planteado desacoplar­se de la economía china, que produce el 70% de los componente­s industrial­es en el mundo. Eso sería una quimera, pero lo que busca la UE es evitar dependenci­as excesivas”, señala Laya, que fue ministra de Exteriores española entre 2020 y 2021.

Se trata de “evitar dependenci­as excesivas”, señala González Laya

El club comunitari­o diseñó el año pasado una estrategia de seguridad económica

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SHI KUANBING (GETTY) Trabajador­es de la fábrica de vehículos eléctricos Leapmotor, el lunes en Jinhua (China).

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