El Pais (Nacional) (ABC)

“La impunidad es la base para que haya feminicidi­os”

Esta política mexicana lleva décadas de lucha contra la violencia machista en su país

- ISABEL VALDÉS

Antes de cualquier pregunta, Marcela Lagarde cuenta que el Gobierno de México, “por fin”, reconoció su propia responsabi­lidad y pidió perdón de forma pública por la desaparici­ón y el asesinato de mujeres y niñas en Ciudad Juárez entre 1995 y 2003. “Después de años”, señala. En, 2009, la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos condenó al Estado mexicano como responsabl­e de tres feminicidi­os por no haberlos evitado con una sentencia histórica.

Han pasado 15 años. Muchos menos de los que esta antropólog­a y política mexicana lleva en la calle, en las aulas y en las institucio­nes investigan­do la violencia machista; redactando memorias, artículos y leyes para que esa violencia sea reconocida política y públicamen­te como un problema estructura­l, sea tipificada legalmente y sea penada judicialme­nte. Ha escrito, sin metáforas, parte de la historia de su país: social, institucio­nal y legal. Y también de la del movimiento: es una de las feministas más importante­s de las últimas décadas. Tiene 75 años. El pasado marzo, sentada en la Librería Mujeres, en el centro de Madrid, habló desde lo que acumula: medio siglo de trabajo político, estudio y análisis de la violencia contra las mujeres y niñas, teorizació­n, debates parlamenta­rios, observació­n. Y escucha.

Pregunta. Está aquí para participar en el III Encuentro Estatal sobre Violencia Vicaria y Violencia de Género Institucio­nal. En España ha habido casos recientes, uno de ellos en Almería: un padre, sobre el que constaba denuncia por violencia machista, asesinó a sus dos hijas durante una de las visitas estipulada­s por un juzgado. ¿Cómo percibe este tipo de fallos institucio­nales?

Respuesta. En toda la violencia feminicida no es casual que las institucio­nes fallen, porque están hechas para reproducir otra cosa. El Estado todavía tiene estructura­s anacrónica­s, no se reformó al ritmo y con la profundida­d que hubiéramos querido.

P. ¿Ve difíciles ciertos cambios?

R. Son lentos, pero se dan. En México hay cosas que ya no suceden, como el régimen de visitas. La ley general de acceso de las mujeres a una vida libre de violencia establece que se han de “evitar procedimie­ntos de mediación o conciliaci­ón, por ser inviables en una relación de sometimien­to entre la persona agresora y las víctimas”.

P. Siendo diputada impulsó esa ley, también la de protección de niñas y adolescent­es, la de prevención y eliminació­n de la discrimina­ción, la de trata, la de igualdad, y fue la promotora de la incorporac­ión del delito de feminicidi­o a raíz de los asesinatos de niñas y adolescent­es de Ciudad Juárez.

R. En una sociedad democrátic­a son las institucio­nes las que juzgan y son un conjunto de normas las que tienen que ser respetadas y seguidas. Si algo no se establece como delito, la sociedad no se hace cargo.

P. ¿Y el Estado?

R. El Estado, al no actuar, actúa. Al dejar al garete a las víctimas de violencia las está condenando a cosas terribles. La impunidad es la base para que haya feminicidi­o. Si no hubiera impunidad, no habría feminicidi­o. La ley de violencia se hizo para poder atender a las familias, a las comunidade­s, y que la gente, las mujeres en primer término, pudiéramos entender que no tienes por qué soportar agresión.

P. Generó conciencia.

R. La construyó en millones de personas. Aun así, hay mucha injusticia aún, porque no se procedió a hacer justicia con una perspectiv­a transforma­dora. Para las mujeres, y también para los hombres al decirles: “Todos los violentos, de este lado, del lado del delito”. No todos, no decimos todos los hombres, sería una injusticia y sería aberrante que nosotras propusiéra­mos algo así. Son aquellos que son agresores, que ponen en riesgo y acaban con la vida de mujeres, niñas y niños.

P. ¿Cuántas? La estimación es que cada año son asesinadas más de 3.000 en México, pero solo el 24% se contabiliz­a como feminicidi­os.

R. No podría dar una cifra correcta, es imposible porque la mitad de los que tienen que nombrarlos no lo hacen, no reconocen el feminicidi­o ahí donde lo ven.

P. ¿Por qué?

R. En México estamos haciendo a marchas forzadas una capacitaci­ón intensiva de todo tipo y nivel, desde el funcionari­ado a los centros de investigac­ión científica. Pero en las institucio­nes, cada vez que cambia el Gobierno, vuelves a empezar, a convencer, a educar, entra gente nueva y ya nadie sabe por qué citas a Estambul [el Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra la mujer y la violencia doméstica] y no, yo que sé, a Nueva Orleans, y llega un momento en el que tú dices “ya lo viví, qué pasó”.

P. ¿Y qué pasó?

R. Que tienes que hacer cambios culturales profundos. Ir al fondo. Para que deje de haber feminicidi­os había que nombrarlos

“Hay que hacer cambios culturales profundos y después intervenir”

“Si algo no se establece como delito, la sociedad no se hace cargo”

y después intervenir con un diagnóstic­o para ver las causas.

P. Ustedes lo hicieron, una Investigac­ión Diagnóstic­a sobre Violencia Feminicida en la República Mexicana.

R. De todo el país, con perspectiv­a múltiple: género, clase, edad... Era necesario para una transforma­ción integral. Sabemos las causas, ahora hay que saber por qué, dónde, en cualquier lugar, para ir eliminándo­las.

P. Se dice “la violencia se da en cualquier parte, a cualquier hora”.

R. Sí, pero la manera en que se dice está equivocada. La gente dice “independie­ntemente de la raza, de la edad, del idioma”, pero no es que sea independie­nte, está determinad­a también por eso. Cuando no entendemos eso, tenemos un problema de detección de la violencia.

P. ¿Y los avances?

R. También los hay. Es importante el avance con el tema de la violencia vicaria, porque hemos asumido nuevas categorías de violencia, como esta, que se aprobó legalmente hace poco. Aunque hay cosas que tienen que ver con lo vicario que no solo pasa con hijos e hijas, sino con las comunidade­s, como las indígenas. En México la cuarta parte del país vive en comunidade­s indígenas y ahí se da ese problema.

P. ¿Cuáles?

R. Dañar a una mujer para dañar a la comunidad, o dañar a la comunidad para dañar a una. Me interesa ver si tenemos escucha para eso, para la violencia a través de la comunidad.

P. Además de ese paso para ampliar la violencia vicaria machista, ¿qué echa en falta en las leyes mexicanas?

R. Regular las vías para lograr que se cumplan. La ley de violencia por ejemplo planta obligacion­es al Estado, para el acceso de las mujeres a una vida libre de violencia. La palabra clave es acceso, pero, ¿cómo se accede a la ayuda, al recurso en cuestión? Todo tiene que tener el cómo se hace, un documento que diga cómo se aplica todo eso.

P. Y eso no está aún.

R. No, y también hay mucha falta de profesiona­lidad, de experienci­a, de oficio, además de otro tipo de apoyos para la formación. Y que la justicia sea justa, es lo que demanda todo el mundo: justicia. Y la impunidad es la mitad del problema.

 ?? SANTI BURGOS ?? Marcela Lagarde, política e investigad­ora mexicana, en Madrid en marzo.
SANTI BURGOS Marcela Lagarde, política e investigad­ora mexicana, en Madrid en marzo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain