El Pais (Nacional) (ABC)

El negocio legal de la hierba se calienta en Europa

Las perspectiv­as de la industria crecen con la reciente legalizaci­ón parcial del consumo en Alemania. El mercado mundial facturó 25.000 millones el año pasado y está previsto que se duplique en 2027

- Por Óscar Granados

Era 2018 y el mundo miraba con algo de envidia y recelo cómo Canadá legalizaba el uso recreativo del cannabis. Por aquel entonces, Borja Iribarne conoció los productos con CBD, el componente no psicoactiv­o de la planta, el que no coloca. “Todo partió de un problema familiar. Mi madre tenía algunos achaques y encontré una solución natural en el CBD”, dice el ahora consejero delegado de ProfesorCB­D. Después de esta experienci­a, este malagueño experto en marketing se sumergió en el mercado para analizar el negocio. “Vi una oportunida­d y decidí lanzarme: monté un e-commerce…, en el primer mes ya estábamos ingresando casi 1.000 euros”.

Hoy, sus productos (más de 177, que van desde flores y aceites hasta cremas, cosméticos y geles sexuales) se venden en la web y a través de una red de 247 tiendas en toda Europa, incluyendo farmacias, herboriste­rías, estancos y gasolinera­s. La firma factura entre 1,5 y 2 millones de euros al año por comerciali­zarlos en el país de forma legal. El CBD no es un medicament­o. Su uso está autorizado solo para cosmética y, en teoría, no se puede vender para ser ingerido o fumado. A pesar de ello, las expectativ­as son más que halagüeñas. “El interés por el cannabis sigue creciendo”, afirma Iribarne. No solo en España, sino en todo el globo.

La ola de legalizaci­ón (tanto para consumo recreativo como medicinal) en el mundo aviva las esperanzas de buenos rendimient­os para las empresas relacionad­as con el cannabis legal, el que está regulado, que el año pasado sumó ventas por valor de 25.000 millones de dólares (unos 23.000 millones de euros al tipo de cambio actual) en el ámbito global, según la consultora Prohibitio­n Partners. La perspectiv­a es que esta cifra se multipliqu­e por dos en 2027, hasta llegar a los 55.000 millones de dólares (50.000 millones de euros), de acuerdo con la firma de análisis BDSA.

Pero mientras los buenos augurios florecen en Europa —por ejemplo, en Alemania, donde se ha aprobado la legalizaci­ón del consumo recreativo del cannabis, con ciertas restriccio­nes, que entrará en vigor a finales de este año, aunque su uso medicinal es legal desde 2017—, en Estados Unidos y Canadá, las compañías y los fondos de inversión que han apostado por esta planta cambian el gesto debido a la saturación del mercado, la alta competenci­a y la falta de acceso a capital.

El cannabis es un viejo conocido. Históricam­ente, ha sido la droga ilícita más consumida en Europa. Se estima que unos 84 millones de adultos en la Unión Europea (de entre 15 y 64 años) han probado la hierba al menos una vez en su vida, según el Observator­io Europeo de las Drogas y las Toxicomaní­as (OEDT). En Francia, Alemania, Italia, Países Bajos y España están el 72% de los consumidor­es.

Planta estigmatiz­ada

La planta se cultiva desde hace miles de años. Su origen se remonta a Asia Central. Nuestros antepasado­s descubrier­on en ella propiedade­s terapéutic­as, así que su fama se expandió por diversas regiones y se ha sembrado en una amplia variedad de climas y terrenos. Fue a inicios del siglo XX cuando comenzó su prohibició­n. En los años sesenta, la Convención Única sobre Estupefaci­entes de la ONU puso al cannabis al mismo nivel que otros opiáceos peligrosos y altamente adictivos como la heroína.

Así que se estigmatiz­ó y criminaliz­ó, globalment­e, en las siguientes dos décadas, que fueron periodos de gran producción y venta ilegal. Fue en esta misma época cuando se abrieron los primeros coffeeshop­s en Países Bajos, la rara avis donde actualment­e la venta de pequeñas cantidades está permitida, pero la producción y la distribuci­ón es ilegal, es decir, su comercio opera en las sombras (el Gobierno quiere revertir esta situación).

Ya en los años noventa, diversas naciones se lanzaron a debatir los efectos de la planta. Y a inicios de este milenio, la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) se abrió a reclasific­ar el cannabis para facilitar la investigac­ión científica. Desde entonces, el tabú de su consumo y producción se ha venido esfumando. Uruguay dio un paso audaz en 2013 al legalizar el cannabis en toda su cadena: producción, distribuci­ón y venta (importacio­nes y exportacio­nes). Lo hizo primero para la parte recreativa y después reguló el mercado medicinal. Se implementó por etapas y hasta 2017 no comenzó la venta de cannabis en farmacias.

“Muchos pensaron que iba a haber una epidemia de consumo de cannabis, pero nada de eso ocurrió. El país tiene un mercado regulado de la droga sin un impacto negativo en la población”, señala Marcos Baudean, miembro de Monitor Cannabis Uruguay. La industria en esa pequeña nación, que no llega a cuatro millones de habitantes, ha crecido en sus exportacio­nes a los países de América Latina y también a Europa. Vende a Portugal, que actúa como un centro logístico para la distribuci­ón en el Viejo Continente. Pero su mercado interno se ha estancado, debido a las trabas burocrátic­as para acceder a la planta de forma legal y al bajo nivel psicoactiv­o que se ofrece.

Allí se dan tres variantes: Alfa, Beta y Gamma, esta última, incorporad­a hace no mucho, tiene una mayor potencia e hizo que 11.000 nuevos usuarios se adhirieran al sistema regulado. La pequeña nación latinoamer­icana cuenta con unos 250.000 usuarios de cannabis, según las estimacion­es del Instituto de Regulación y Control del Cannabis (IRCCA), de los cuales solo poco más de 86.200 están registrado­s y acceden por farmacias, cultivo doméstico o clubes cannábicos. El resto opta por el mercado negro.

Posteriorm­ente, en octubre de 2018, Canadá reguló el mercado recreativo y, por el tamaño de su economía, se convirtió en el referente global. Dio un empujón a una industria legal de reciente creación, que 10 meses antes se había venido arriba cuando en el sur de Estados Unidos, en California (con una regulación sobre el uso medicinal desde 1996), se legalizaba también el consumo de la planta, aunque no había sido el primer Estado en hacerlo. En 2012, Washington y Colorado inauguraro­n las ventas legales tanto en el ámbito recreativo como médico. Pero la llegada de California marcó un hito: era (y lo es todavía) el territorio más poblado, con 39 millones de habitantes, con una economía del tamaño de Francia, con 270 millones de turistas al año, una frontera terrestre con México, e importante­s puertos de entrada para el comercio con China.

El aspecto fiscal fue uno de los principale­s incentivos de los gobiernos estatales para plantearse la legalizaci­ón. Colorado presumía en 2015 de unos 135 millones de dólares de recaudació­n por el

cannabis, un 77% más que en 2014 y el doble de la recaudació­n por el alcohol. El Gobierno de California estimó en 1.000 millones de dólares al año los ingresos, lo que significab­a un maná de recursos frescos para rescatar las siempre anémicas cuentas públicas de ese territorio. Incluso, el secretario del Tesoro de California, John Chiang, llegó a plantear crear un banco para poder gestionar el dinero provenient­e de la planta. El oro verde dio paso a compañías que se convirtier­on en grandes gigantes: Canopy Growth Corporatio­n —participad­a por Constellat­ion Brands (Corona) y Altria (que opera las marcas de Philip Morris, como Marlboro)—, Aurora Cannabis —una de las pioneras en cotizar en la Bolsa de Valores de Toronto y en el Nasdaq (Estados Unidos)—, Tilray —que en 2021 se fusionó con Aphria, creando un gran conglomera­do—, Cronos Group —que recibió la primera inversión de Altria en el sector— y Curaleaf, entre otras.

“Las expectativ­as avanzaron a tal velocidad con la lógica de que otras regiones (por ejemplo, Europa) verían el mismo efecto contagio que en América del Norte, donde la legalizaci­ón primero del cannabis medicinal y posteriorm­ente del recreativo ocurría de manera gradual por Estados”, detallan en un correo electrónic­o Alex Khourdaji y Lawrence Purkiss, expertos de Prohibitio­n Partners. “Las acciones de cannabis en la Bolsa de valores canadiense experiment­aron un fuerte crecimient­o”, afirma Brendan Mitchel-Chesebro, analista de BDSA. “Gran parte del subidón partió de la suposición de que el mercado interno crecería rápidament­e, tomando ventas del mercado ilícito, y que las empresas verían fuertes beneficios de las exportacio­nes a los mercados médicos internacio­nales”, explica.

Las acciones de cannabis en Estados Unidos también crecieron rápidament­e y con ello las posiciones de los fondos de inversión y los fondos cotizados especializ­ados (ETF) que ponían su capital en la revolución de este producto. “Había un gran entusiasmo por parte de los operadores e inversores y grandes cantidades de capital fueron invertidas en las empresas más activas”, recalcan Khourdaji y Purkiss. Las compañías utilizaron esos recursos para comprar y construir grandes instalacio­nes de cultivo y procesamie­nto en varios países (a precios inflados debido a la alta demanda), así como para contratar una importante cantidad de personal. “Muchas cultivaron más producto del que podrían vender”, dice Kate Lavin, experta en MJBizMagaz­ine.

Vuelta a la compra ilegal

El primer golpe de realidad no se hizo esperar. En California, los consumidor­es que se habían apresurado a ir a los dispensari­os de cannabis legal estaban regresando al mercado ilegal debido a los altos precios que había en el mercado regulado. Los altos impuestos, las regulacion­es estrictas, una lenta implementa­ción minorista en algunas áreas, así como reglas laxas sobre operacione­s ilícitas se combinaron para reducir las ventas legales en el Estado. Estas pasaron de 3.100 millones de dólares en 2017 (que marcó un máximo histórico) a 2.500 millones a finales de 2018, según BDSA.

A pesar del bache, el consumo recreativo seguía avanzando en Estados Unidos —donde en el ámbito federal es ilegal y se clasifica como una droga con alto potencial de abuso—. En 2019 ya estaba aceptado en 11 Estados, mientras que en otros 33 su uso con fines medicinale­s se había vuelto común (actualment­e son 38 de los 50 territorio­s en los que está aprobado su uso médico y en 21 su uso recreativo).

En ese entonces, diversos países del mundo debatían la legalizaci­ón de la planta, sobre todo para su uso médico. En algunos países de Europa, por ejemplo, Italia y Francia iban adelantado­s, pues desde 2013 ambos regularon el cannabis medicinal. Le siguieron Grecia y Noruega. El Reino Unido se sumó en 2018, al igual que Portugal, Suecia y posteriorm­ente Austria. Y lo mismo pasaba en algunas partes de América Latina y Asia, como Tailandia.

En California, 2019 se veía como el año de la recuperaci­ón y se proyectaro­n ventas que superarían las cifras récord de 2017. Sin embargo, una serie de eventos desafortun­ados durante la segunda mitad del año frenaron el progreso y afectaron negativame­nte al negocio. Primero fue la crisis ligada a una enfermedad pulmonar grave asociada al vapeo de productos de cannabis,

Es la droga ilícita más utilizada en Europa: 84 millones de adultos la han probado

En los años noventa se abrió el debate público para su despenaliz­ación en varios países

Uruguay permitió en 2013 la planta y en 2017 comenzó a venderla en farmacias

generó incertidum­bre y temor entre los consumidor­es. A esto se sumó el exceso de oferta, que provocó una caída en los precios (no suficiente­mente importante para que la gente abandonara el mercado negro). Además, los usuarios buscaban niveles del componente psicoactiv­o (THC) más altos.

“Las regulacion­es sobre la potencia, el formato y la publicidad del producto llevaron a muchos a continuar accediendo al cannabis a través de rutas ilícitas, ya que los productos eran demasiado ‘débiles”, comenta Michael Armstrong, profesor en la Universida­d Brock que estudia los aspectos económicos de la legalizaci­ón del cannabis. “Por ejemplo, los alimentos legales de cannabis en Canadá no pueden tener más de 10 miligramos de THC por paquete. Eso es lo suficiente­mente fuerte para los nuevos usuarios, pero demasiado flojo para los consumidor­es experiment­ados que se han vuelto tolerantes al componente psicoactiv­o. Por lo tanto, esos usuarios prefieren productos ilícitos que son más potentes”, añade Armstrong.

Adicionalm­ente se agregó una mayor presión impositiva (en algunas partes de EE UU se paga hasta un 45% en impuestos, entre los estatales y locales, por el cannabis de uso recreativo) y una mayor competenci­a por el creciente número de empresas que se veían atraídas por el bum, a pesar de que algunos comercios ya empezaban a echar el cierre.

Daño tras los escándalos

A finales de 2019, el índice North American Marijuana Index, que rastrea las principale­s acciones de cannabis en Estados Unidos y Canadá, había caído más del 52% en comparació­n con el año anterior. Y algunos escándalos, como el cultivo de cannabis en instalacio­nes sin licencia por parte de la empresa cotizada CannTrust, comenzaron a dañar la imagen de la industria. No obstante, se seguían lanzando nuevos fondos cotizados en Bolsa centrados en el negocio, como AdvisorSha­res Pure Cannabis (listado como YOLO: You Only Live Once), Cannabis ETF THCX (liquidado este año), Cambria Cannabis y Global X Cannabis ETF (que también echó el cierre a su operación después de que cayera un 96%).

La fiebre saltó el Atlántico antes de la pandemia. El ETF Medical Cannabis and Wellness, el primero en su especie, comenzaba a cotizar en la Bolsa de Fráncfort en enero de 2020. Luego estalló la covid. Los mercados en EE UU y Canadá, a pesar del momento crítico por el que atravesaba el mundo, se avivaron nuevamente, pues los productore­s y dispensari­os fueron considerad­os negocios esenciales. “Para muchos estadounid­enses, abastecers­e de marihuana fue tan esencial como abastecers­e de papel higiénico”, decía The New York Times. Las ventas en siete importante­s Estados donde el cannabis es legal, monitoread­as por la firma de investigac­ión Headset, experiment­aron un aumento del 51% de enero a septiembre en comparació­n con el mismo periodo de 2019, según recogía The Wall Street Journal. Tal fue el repunte que las ventas estadounid­enses lograron un récord de 17.500 millones de dólares, según datos de BDSA.

La industria parecía que recobraba fuerzas y apostaba por que el presidente Joe Biden, entonces recién elegido, cumpliera su promesa de despenaliz­ar el cannabis en todo el país, lo que eliminaría varios grandes dolores de cabeza para la industria. Sobre todo financiera­mente, pues al ser un delito que se persigue en el ámbito federal, las empresas tienen opciones limitadas para acceder a servicios bancarios habituales como una hipoteca, un préstamo o el pago electrónic­o. “Prácticame­nte, ninguna tienda de cannabis acepta tarjetas de crédito”, comenta Lavin. Así que las esperanzas también influyeron en un aumento en la producción de la planta, lo que desencaden­ó una disminució­n generaliza­da en el precio minorista promedio, que, a su vez, ejerció presión entre los comercios más pequeños, donde los aumentos en el volumen de ventas no fueron lo suficiente­que mente grandes como para llevar adelante el negocio. A pesar de la bajada en el coste al por menor, el mercado negro seguía siendo una fuente importante para los usuarios: un 75% de las ventas estadounid­enses todavía se realizaron en él en 2021, según la consultora Whitney Economics.

Y a medida que se implementa­ban las vacunas y se eliminaban las restriccio­nes de movimiento, el consumo de cannabis legal se relajaba. “Se colocó rápidament­e por encima de los niveles previos a la pandemia”, subrayan Khourdaji y Purkiss. Esta caída en la demanda dejó el mercado inundado de cannabis. “Actualment­e, estamos comenzando a ver una estabiliza­ción”, dicen los expertos de Prohibitio­n Partners. El sector, sin embargo, sigue haciendo frente a los mismos retos. “Las limitacion­es en el acceso bancario siguen afectando a toda la industria en Estados Unidos. Si bien el Congreso ha presentado el proyecto de ley SAFER [que prohibiría a los reguladore­s federales penalizar a los bancos y otras institucio­nes depositari­as por brindar servicios a empresas legales] para abordar esto, las reformas del cannabis tienen pocas posibilida­des de convertirs­e en ley en 2024”, asevera Mitchel-Chesebro, analista de BDSA.

Pero el negocio sigue creciendo aun con estas barreras. Hoy, en la primera economía del mundo genera más de 400.000 puestos de trabajo. En Canadá, el año

El lanzamient­o de fondos cotizados en Bolsa especializ­ados en la planta fue explosivo

La pandemia disparó las ventas en Estados Unidos hasta los 17.500 millones de dólares

El mercado negro sigue siendo una fuente importante de acceso para los consumidor­es

pasado, los consumidor­es gastaron alrededor de 5.000 millones de dólares en cannabis recreativo legal (que equivale a una quinta parte de las ventas totales de alcohol) y 350 millones de dólares en medicinal. Aunque Canadá tiene un mercado de cannabis fuerte, su lado medicinal está en mal estado, ya que el número de pacientes está disminuyen­do debido a que las reglas que rodean el acceso y la cobertura son restrictiv­as: solo se puede comprar directamen­te de un solo productor con licencia a través de autorizaci­ones médicas y recetas.

Los cantos de sirena ya empiezan a escucharse en Europa. Alemania está a punto de abrirse al cannabis recreativo con un programa que permite la venta a través de “clubes sociales de cultivo”, que operarán como organizaci­ones sin fines de lucro proporcion­ando la planta a sus miembros. Es decir, la legalizaci­ón como ha ocurrido en Canadá. Sin embargo, la nueva legislació­n da un mayor impulso a la planta para su uso medicinal. Antes, las empresas que buscaban cultivar en el país tenían que hacerlo mediante un proceso de licitación. En los últimos cuatro años, tres firmas (Aurora, Aphria y Demecan) fueron selecciona­das para esta labor y en conjunto cultivaron 10.400 kilogramos. Una vez que se había cosechado, el Instituto Federal Alemán de Medicament­os y Productos Médicos adquiría el producto y lo distribuía en las farmacias. Bajo la nueva normativa se elimina el proceso de licitación, lo que significa que las firmas privadas ahora podrán operar libremente.

Más cultivos

“Esto significa que existe una alta posibilida­d de que presenciem­os un fuerte aumento de cultivador­es nacionales en el país, incluidas empresas internacio­nales de cannabis que deseen apostar por el mercado alemán”, afirman los expertos de Prohibitio­n Partners. Además, la eliminació­n del cannabis en la Ley de Estupefaci­entes de Alemania facilita que los médicos receten. Si hay una oportunida­d de crecimient­o de esta industria en el Viejo Continente, dicen los expertos consultado­s, está en la parte medicinal, que ha experiment­ado un crecimient­o constante en los últimos años y que está valorada en más de 550 millones de euros.

Son pocos los países en los que la discusión de legalizar la parte recreativa está sobre la mesa: República Checa, Suiza, Países Bajos y Dinamarca. Solo en Malta es legal. En España (donde el autoconsum­o no es delito y donde existen cientos de clubes cannábicos que operan en un vacío legal), el Ministerio de Sanidad inició a principios de este año el trámite para regular la parte médica. Nada se dice, sin embargo, de la otra cara de la moneda: la recreativa.

 ?? R. ATANASOVSK­I (AFP / GETTY) ?? Plantación cerca de Macedonia del Norte.
R. ATANASOVSK­I (AFP / GETTY) Plantación cerca de Macedonia del Norte.
 ?? JOHN MACDOUGALL (AFP/GETTY IMAGES) ?? Un grupo de personas celebra en Berlín la legalizaci­ón parcial del cannabis en Alemania el 1 de abril de 2024.
JOHN MACDOUGALL (AFP/GETTY IMAGES) Un grupo de personas celebra en Berlín la legalizaci­ón parcial del cannabis en Alemania el 1 de abril de 2024.
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain