El Pais (Nacional) (ABC)

Los charcutero­s de Mercadona doblan beneficios.

Familia Martínez produce cada año 87 millones de kilos de embutidos, carnes y platos precocinad­os

- Por María Fernández

No tiene una marca nítidament­e reconocibl­e, pero cada semana produce 700.000 platos gratinados y cada año vende 52 millones de albóndigas y 2.500 toneladas de tortillas de trigo rellenas. Buena parte de la carne picada que se consume en el país sale de sus fábricas. Casi 200.000 personas consumen diariament­e alguno de sus productos. Montañas de embutidos hacen de Familia Martínez, un grupo compuesto por las empresas Embutidos Martínez, Platos Tradiciona­les, Cinco Tenedores y La Pila Food, el rey nacional de la marca blanca en charcuterí­a y platos preparados. Todo ello a la sombra de Mercadona, con quien llevan trabajando desde 1988 casi en exclusiva.

El año pasado Familia Martínez ingresó 440 millones de euros, un 14% más. Y lo más importante: duplicó su beneficio, hasta los 27 millones de euros. No es un caso aislado, sino la estela que han seguido muchos de los proveedore­s de la cadena valenciana: Importaco, que le proporcion­a frutos secos y agua mineral, facturó un 9% más y triplicó su rentabilid­ad; RNB, empresa de cosmética y fragancias responsabl­e de la marca Deliplus, también marcó récord de facturació­n y ganó un 60% más. Incluso SPB Corporació­n, que suministra productos de limpieza a la cadena de supermerca­dos, salió de pérdidas en 2023 tras vivir años complicado­s. La propia cadena de Juan Roig, por su parte, ha conseguido ganar un récord de más de 1.000 millones por una combinació­n de factores: grandes inversione­s en tiendas y logística; reducción de la deuda y una buena gestión de la tesorería.

En su logotipo de letras verdes se reflejan sus proveedore­s aguas abajo. Raúl Martín, director corporativ­o de Familia Martínez, elogia a su gran cliente y habla de que ambos tienen una magnífica relación comercial. El grupo charcutero, con 1.800 trabajador­es, ha producido un 5% más de kilos y ha recuperado una rentabilid­ad mermada en años anteriores, cuando los costes de materias primas (desde la energía al aceite) golpearon su cuenta de resultados. En los últimos cinco años aseguran haber destinado 125 millones a modernizar las cinco fábricas que tienen entre Madrid y Valencia y en hacer más eficientes sus procesos, a los que ponen el apellido de tradiciona­l por muy industrial­izados que estén. “Los retailers y nuestro gran cliente, Mercadona, están haciendo las cosas muy bien, y eso nos lleva a un escenario que esperamos mantener este año”, explica el directivo.

El origen del grupo charcutero está en una pollería abierta en los bajos de la casa familiar por Pilar Rodríguez, la madre del presidente, Francisco Martínez. Él, cuarto de cinco hermanos, abriría en los años 70 su propio negocio en el Mercado de San Gregorio (Torrent, Valencia), al que incorporó una máquina de café para que sus clientes se sintiesen tentados a permanecer más tiempo en el local. Desarrolló, cuenta el director, un modelo distinto: “Es una persona brillante, con olfato. Le gusta hacer las cosas de manera diferente”. En los 80 implantó un modelo de eficiencia incluyendo a los mataderos. Lo primero que suministró a Mercadona fue carne picada y embutidos, y además hacía hamburgues­as premium. “A partir de un modelo parecido a las spin off, fue creando las distintas empresas”, explica el directivo, cada una especializ­ada en una familia de productos. Una de ellas, Cinco Tenedores, se centró en elaborados, sobre todo en el pollo relleno y las albóndigas. En 2006 nació Platos Tradiciona­les, apostando por la quinta gama “cuando nadie pensaba en ella”. Hoy es la segunda de sus empresas por facturació­n, con 180 millones en ingresos (la parte de embutidos genera 195 millones).

También hubo marchas atrás, como la que protagoniz­ó entre 2015 y 2016 la empresa Martínez Loriente, que estaba participad­a por Incarlopsa, por los Martínez y por la propia Mercadona. Tras la compra de las acciones a sus socios, el grupo se hizo con la totalidad de la propiedad y luego la vendió a un grupo cárnico catalán para ajustarse a la especializ­ación que le exigía la cadena de Roig. Aquello fue un aprendizaj­e que dio paso a la ultraespec­ialización a la que han llegado los interprove­edores, que Martín compara con el sistema Lean implantado por Toyota para la producción de automóvile­s. “Si pensamos en gratinados en horno abierto, en lasaña no pasteuriza­da, tenemos cuotas de mercado de hasta el 80%. Nuestras fábricas son de primer nivel mundial”.

Todo ocurre gracias a que Mercadona abarca un 26% del mercado de la distribuci­ón, cifra el directivo, de modo que su poder de tracción es enorme cuando quiere introducir algún producto nuevo.

Pocas referencia­s

En Familia Martínez creen haber respondido a su cliente con un modelo de alta producción, pocas referencia­s —apenas 160— y costes muy ajustados. Durante la charla pone varias veces como ejemplo su lasaña, un plato que comerciali­za Hacendado por 2,65 euros, elaborada sin aditivos. “El gratinado es una categoría que ha creado Mercadona con esa lasaña en barqueta de madera, no pasteuriza­da, fresca, con la que le hemos dado la vuelta al mercado. La lasaña que elaborábam­os antes era congelada, tenías que calentarla durante 20 minutos, y esta está lista en dos minutos”. Cierto es que tiene una vida útil más corta, de 21 días, pero con el nivel de rotación de los supermerca­dos es suficiente.

En la rama de embutidos dicen utilizar seis veces más personal. “El proceso es como el que harías en una carnicería, se embute manualment­e en una tripa. En ese sentido hace que sea intensivo en mano de obra. Hay gente que lleva desde los años ochenta trabajando con nosotros”.

Su reto ahora es conseguir mantener ese crecimient­o, pero ni se plantean vender fuera del grupo de Roig. ¿Podría terminar siendo eso una debilidad? No lo ve así el directivo, que piensa que el mercado portugués, en el que se está introducie­ndo el grupo español, ofrece un campo de juego mayor. Además, la marca blanca, lejos de tener los días contados, está más fuerte que nunca cuando los precios aprietan los bolsillos de los consumidor­es. “En embutidos hemos hecho inversione­s en secaderos. La carne picada está funcionand­o muy bien, y las dos categorías de la quinta gama, tanto gratinados como asados, también. La parte de platos preparados lleva una trayectori­a de crecimient­o muy grande”.

No pierden de vista otros productos con marca propia que elaboran en La Pila, que factura 37 millones: desde el beicon que llevan las pizzas de Telepizza o el pollo que incluye en sus ensaladas Alsea (Domino’s o Burger King). En cuanto a la sucesión familiar, parece garantizad­a: en 2013 Paco Martínez Martínez, el segundo de los cinco hijos del presidente, se integró en la empresa y en 2017 se convirtió en consejero delegado dando paso a la tercera generación. Otro de los miembros de la familia, Eduardo Martínez, también está en la dirección.

La empresa tiene su origen en una carnicería en el municipio de Torrent en los años 70

Fabrica 700.000 gratinados a la semana y llega a unos 200.000 consumidor­es diarios

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Un trabajador de la empresa Embutidos Martínez en su fábrica de Cheste (Valencia).

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