Viaje al corazón de las “fuerzas productivas” chinas
Hefei, una ciudad en el este del gigante asiático, se ha convertido en el modelo de progreso tecnológico de Pekín
La azafata avanza por los pasillos y presenta los productos más punteros de la compañía iFlytek, una de las joyas mimadas de la inteligencia artificial (IA) china. Hay un pequeño perro robot que se pasea entre expositores, una pizarra inteligente llamada a transformar la educación, redes para la gestión del tráfico urbano desplegadas en un muro led y un brazo autómata que nunca pierde al Go, el milenario juego chino de tablero de estrategia. La compañía, fundada en 1999, ha cimentado su éxito sobre un sistema de interpretación simultánea, de uso extendido en China, que genera una traducción de forma casi instantánea a más de 80 lenguas; la aplicación casi permite ir por la vida con subtítulos. El año pasado, iFlytek lanzó Spark Desk, una IA concebida para competir con ChatGPT. La empresa ha asegurado que ya supera al modelo GPT en varios campos en chino; en inglés, consigue igualarla en decenas de tareas. Y esto, bajo el peso de las sanciones y de restricciones estadounidenses a tecnología punta vinculada al sector de los semiconductores, se percibe en Pekín y en la sede de la compañía, como un triunfo.
iFlytek tiene su cuartel general en Hefei, la capital de la provincia de Anhui, de la que pocos fuera de China habrán oído hablar. Pero el Gobierno del gigante asiático se ha apresurado a organizar un viaje hasta esta urbe de 12,5 millones de habitantes, ubicada en el este del país, porque la considera un modelo a seguir en el avance de las “nuevas fuerzas productivas”, el concepto de moda en Pekín. Lanzado en 2023 por el presidente, Xi Jinping, bajo su nombre laten ecos marxistas, pero se proyecta hacia un futuro de alta tecnología. “Las nuevas fuerzas productivas significan una productividad avanzada liberada de los modelos tradicionales de crecimiento económico”, ha definido el máximo líder. Aunque sigue resultando algo etérea, la propuesta marcó las directrices políticas de la reciente reunión plenaria de la Asamblea Popular Nacional (el Legislativo chino). El primer ministro, Li Qiang, ha decretado su desarrollo y modernización como la prioridad del 2024.
Tal y como se lee en el cuadernito que extienden al periodista nada más llegar, “la inversión en ciencia y tecnología representa el 17,4% del gasto del presupuesto público general de la ciudad, con una intensidad de inversión en investigación y desarrollo del 3,91%”. “Según Nature, Hefei ocupa el puesto 13º entre las ciudades mundiales de investigación, subiendo siete puestos en los últimos tres años [justo detrás de Seúl, y por encima de Los Ángeles]”, continúa el impreso.
Durante tres días, se abren las puertas normalmente cerradas de empresas vinculadas a las nuevas tecnologías, la apuesta de Pekín para una economía tocada por la crisis inmobiliaria y en fase de desaceleración. Un autobús traslada a los reporteros de un lado a otro, de la mañana a la noche; se muestra una cadena de montaje de baterías para coches eléctricos; otra, de vehículos de nuevas energías; un taxi volador no tripulado en pruebas; un proyecto energético verde que calienta, entre otras cosas, mediante geotermia; una máquina de vending con ruedas que se desplaza sola por la calzada… Además, los cuadros regionales del Partido ComunisJanet ta se sientan ante la prensa y reciben preguntas a discreción sin ser pactadas de antemano. Y, en las sedes de las compañías, también cosa rara, los directivos chinos se exponen sin filtro a los micrófonos.
—¿Cómo le han afectado las sanciones de Estados Unidos a su negocio en los últimos años?
Dawei Dan, vicepresidente y director financiero de iFlytek, responde, en primer lugar, que cada año han incrementado las ventas. Y expone una de las reflexiones que le transmitió a uno de sus abogados estadounidenses al poco de ser incluidos en 2019 en la “lista de entidades” que elabora Washington para sancionar a empresas que pueden suponer una amenaza a la seguridad nacional: “Si una empresa china estaba incluida en ella, la gente la percibía como una empresa genuinamente de alta tecnología”.
Hace unos años, cuando el mundo era otro y la guerra comercial y tecnológica entre las dos superpotencias planetarias apenas se intuía en el horizonte, iFlytek llegó a ser considerada por el Massachusetts Institute of Technology (MIT) como una de las compañías más prometedoras de la IA. La institución estadounidense anunció en 2018 una colaboración con ella en varios proyectos de IA avanzada. Pero se vería obligada a cancelarlos cuando iFlytek fue incluida en la lista negra, por las sospechas de colaboración de la compañía con el aparato de seguridad chino en los presuntos abusos contra la minoría uigur en Xinjiang. Más adelante iFlytek sufriría el zarpazo de las restricciones estadounidenses al uso de chips más avanzados, claves para el desarrollo de la IA. En los últimos tiempos se ha aliado para su desarrollo con Huawei, otra empresa sancionada.
Yellen, la secretaria del Tesoro estadounidense, que se entrevistó ayer con el primer ministro chino, Li Qiang, en Pekín, ha convertido la amenaza del exceso de producción china de vehículos eléctricos, paneles solares y otros productos de energías limpias en uno de los temas centrales de su segunda visita a China en nueve meses.
“Hay una transformación energética mundial en marcha, y cada país tiene sus propias políticas de apoyo a las industrias necesarias”, replica Wang Qisui, vicepresidente senior del fabricante de baterías Gotion High Tech. Asegura que España no es una excepción a estas ayudas. Gotion es uno de los gigantes chinos de la producción de baterías. Konstantin Castan, el responsable de la planta, ha trabajado durante años en Volkswagen, dedicado a los motores de explosión. Ahora, desde Gotion, tiene una visión de lo que está pasando aquí y en el resto del mundo. El gigante asiático, concede, se ha convertido en el lugar en el que hay que estar para producir baterías. Lideran el sector. “Todo el mundo lo sabe”.
—¿Comprende el temor de la Unión Europea?
—Creo que los europeos necesitan acelerar. También Estados Unidos. Ahora es un mercado competitivo.
Volkswagen desembarcó en la ciudad en 2017. La visita también lleva hasta empresas extranjeras como esta. Es una forma de reafirmar otra de las ideas fuerza de Pekín: su compromiso con la apertura a la inversión internacional, frente a quienes denuncian un entorno empresarial complicado, por el énfasis en la seguridad nacional, su persecución de la autosuficiencia tecnológica y su producción masiva.
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