El Pais (Nacional) (ABC)

La gran partida se juega en Álava

El resultado en la menos nacionalis­ta de las provincias vascas es el más incierto Su población encarna el cambio social que EH Bildu ha sabido leer Un triunfo ‘abertzale’ sería muy simbólico

- PABLO GUIMÓN

“Hoy juego en casa”, decía ayer el jovencísim­o cabeza de lista del PNV por Álava, Joseba Díez Antxustegi, de 31 años, que acompañaba al candidato a lehendakar­i Imanol Pradales en la plaza donde tomó su “primer kalimotxo” en Araia, pueblo de poco más de mil habitantes rodeado de montañas, al borde de la llanada alavesa. A 60 kilómetros de allí, en la misma provincia de Álava, Javier de Andrés, candidato del PP, decía sentirse “muy en casa estando en Rivabellos­a”. Hoy será su jefe, Alberto Núñez Feijóo, quien participar­á en un encuentro con autónomos en Vitoria, donde ya protagoniz­ó un mitin el viernes, un día antes de que pasaran por allí el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; el líder de Vox, Santiago Abascal, y la vicepresid­enta segunda, ministra de Trabajo y líder de Sumar, Yolanda Díaz. En Vitoria dieron comienzo a su campaña tanto PNV como EH Bildu. Y esta última formación ha decidido que su candidato a lehendakar­i, Pello Otxandiano, vaya de cabeza de lista de Álava a pesar de ser vizcaíno.

Cierto: la final de la Copa ha reducido el campo de juego en el arranque de la campaña. Pero hay más razones que llevan el foco de las elecciones vascas del 21 de abril a la menos poblada de las tres provincias vascas.

Tres partes iguales

Una clave es el sistema electoral. Y la paradoja es que es el PNV el que ha defendido siempre un modelo confederal que el 21 de abril podría arrebatarl­e la hegemonía. En su afán por igualar a los tres territorio­s históricos, el Estatuto de Gernika repartió los escaños del Parlamento de Vitoria en tres partes iguales. Se dieron 25 asientos a cada territorio, a pesar de que Bizkaia cuadruplic­a la población de Álava y Gipuzkoa la duplica. De manera que un voto en Bizkaia, donde el PNV es más fuerte, vale casi la mitad que uno en Gipuzkoa y cuatro veces menos que uno en Álava. En aras de la preservaci­ón del equilibrio territoria­l, el PNV nunca se planteó reformar el sistema electoral. Tampoco, hasta ahora, había visto tan amenazada su hegemonía.

En la principal batalla de estos comicios, la que libran PNV y EH Bildu por la victoria, se da casi por descontado que el PNV ganará en Bizkaia, igual que EH Bildu en Gipuzkoa. Pero el desenlace en Álava, donde el Sociómetro vasco daba nueve escaños a cada una de las dos formacione­s, es mucho más incierto. “Álava es la provincia históricam­ente menos nacionalis­ta”, explica Antonio Rivera, historiado­r y catedrátic­o de la Universida­d del País Vasco, autor de varios libros sobre Álava y Vitoria. “Sobre todo en las elecciones generales. En municipale­s tiende a ser algo más nacionalis­ta y aún más en las autonómica­s. A eso se añade que, en los últimos tiempos, aparece también como la provincia más a la izquierda, pese a que históricam­ente es aquí donde la derecha españolist­a solía tener su mejor resultado”.

Esa tendencia más a la izquierda y menos nacionalis­ta se da aún en mayor medida en Vitoria, la capital, que supone tres cuartas partes del censo alavés. Sobre todo, explica el profesor, “en los nuevos barrios periférico­s de población obrera y joven”. Son vecindario­s donde ha calado con fuerza la estrategia de EH Bildu de centrar su discurso en lo social y postergar el tema identitari­o.

El menor precio del escaño hace que un leve incremento de votos en Álava pueda producir relevantes bailes de asientos. Y es la izquierda abertzale la que, desde el fin de ETA, parece tener una tendencia más positiva en una provincia que antaño era poco menos que territorio hostil para la coalición. Las últimas citas electorale­s demuestran que el de EH Bildu es ya un voto estructura­l en Álava, y un desequilib­rio hacia ese lado aquí sería acaso más novedoso que en las otras provincias, aunque desde luego no sería algo extraordin­ario.

Álava es hoy, además, donde más resuena ese descontent­o que busca explotar EH Bildu con la supuesta inercia en la gestión que arrastra el PNV, en particular con esa otrora sacrosanta Osakidetza cuyas costuras dejó a la luz la pandemia. El historiado­r Rivera lo vincula con ese carácter menos nacionalis­ta de los alaveses. “En el caso vasco, la autosufici­encia es un problema enorme”, sostiene. “Están encantados de haberse conocido, y cuanto más nacionalis­tas, más encantados. Esto pasa desde siempre. Encuesta tras encuesta, dicen que están bien y que Euskadi va bien. Por eso, en la medida en que estás en un territorio menos nacionalis­ta, ese sentimient­o es algo menor. Y la crítica a las institucio­nes es sustancial­mente mayor”.

Un buen resultado en la provincia supondría también una suerte de respaldo al “modelo alavés”, que es como Arnaldo Otegi se refiere a esa estrategia, ensayada aquí en 2016 y llevada después a Madrid, de ceder sus votos a cambio de nada con tal de alejar a la derecha españolist­a del poder. Sede del Parlamento y el Gobierno vascos, Vitoria representa, por último, el poder institucio­nal del PNV. Por eso un triunfo de EH Bildu aquí portaría, más allá de la aritmética, un extra de simbolismo.

Un leve incremento de votos en el territorio produce un baile de asientos

Aquí es donde más resuena la supuesta inercia en la gestión que arrastra el PNV

 ?? JOSEBA DÍEZ ?? Imanol Pradales y Joseba Díez Antxustegi, en un mitin del PNV ayer en Araia (Álava), en una imagen del partido.
JOSEBA DÍEZ Imanol Pradales y Joseba Díez Antxustegi, en un mitin del PNV ayer en Araia (Álava), en una imagen del partido.

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