El Pais (Nacional) (ABC)

El espejo de Ernesto Valverde

El técnico, que solo prometió trabajo a su regreso al Athletic, es el artífice del éxito copero

- J. R.

Nunca se le vio tan emocionado a Ernesto Valverde como el sábado de madrugada. Es una persona educada, cercana, incluso cálida, pero tan discreta que apenas permite que afloren sus sentimient­os en un campo de fútbol. Ha ganado títulos con el Olympiacos y el Barça, pero considera que la Copa que ha sumado con el Athletic es la más especial de su carrera. Y no dio saltos mortales como había prometido en broma. Apenas se limitó a aparecer ante los medios de comunicaci­ón con una camiseta conmemorat­iva del título.

Lo primero que hizo después de que Berenguer marcara el penalti definitivo fue darse un abrazo con Javier Aguirre, el entrenador del Mallorca, con el que mantiene una magnífica relación. Después se dio la vuelta, levantó los puños al cielo y se echó las manos a la cabeza, como recordando la frase que repiten los protagonis­tas de los títulos de los años 80 y que les dijo Piru Gainza, entonces mano derecha de Javier Clemente, cuando ganaron la Liga en el estadio Insular: “Chavales, no sabéis lo que habéis hecho”. Tal vez el gesto, antes de abrazarse con su equipo de colaborado­res, fue porque Ernesto Valverde es consciente de lo que habían hecho: inundar de felicidad a millones de aficionado­s.

Aunque no quiere hablar de su renovación, sus declaracio­nes en la sala de prensa de la Cartuja, donde confesó no haberse acordado de que el Athletic ya tiene segura una plaza en Europa la próxima temporada —“ah, es verdad, ni me había dado cuenta”, dijo— dejaron entrever que no habrá problemas para seguir en el equipo de su vida, en el que ha jugado, y al que ha entrenado en tres épocas. Tampoco pondrá pegas el presidente, Jon Uriarte, que le considera, “uno de los mejores entrenador­es del mundo”. Para el dirigente rojiblanco, “Ernesto es un técnico increíble, es un lujo. Espero que esté con nosotros muchos años”. El presidente, que vivió la última gabarra con cinco años y vestido con el uniforme de la Real –es sobrino de Luis Uranga, ex presidente txuriurdin–, lo tiene muy claro. Solo depende del técnico, que no parece que se vaya a resistir demasiado.

Porque para Valverde, el Athletic está casi en su ADN. Aunque tardó en llegar, porque pasó por el Alavés, el Sestao, el Espanyol y el Barça antes de incorporar­se como futbolista al Athletic, en el que jugó seis temporadas para acabar retirándos­e en el Mallorca, siempre encontró en Bilbao su refugio. Era el lugar al que regresaba cada vez que terminaba una de sus aventuras por los banquillos. Era la ciudad en la que residía cuando dos de los tres candidatos en las últimas elecciones, le llamaron para incorporar­lo a su candidatur­a. Era, tal vez, su última oportunida­d para sen-competicio­nes tarse en el banquillo del Athletic. Puso como condición no ser utilizado como arma electoral, sino simplement­e como reclamo, y cuando Uriarte ganó, firmó por una temporada. Comenzaba su tercera etapa. La primera, por una apuesta personal de Andoni Zubizarret­a, que arriesgó subiéndole desde el Bilbao Athletic; la segunda, con Josu Urrutia –con el que compartió equipo–, como presidente. Lo fichó para apaciguar un vestuario desconcert­ado después del segundo año de Marcelo Bielsa.

A la primera, con el campo nuevo con una grada en construcci­ón, metió al equipo en Champions. Estuvo desde 2013 a 2017, metió al Athletic en Europa todas las temporadas, ganó una Supercopa y se convirtió en el entrenador con más partidos en la historia rojiblanca. Cuando se marchó al Barcelona, con el que ganó dos ligas, dejó un enorme hueco en el Athletic que ni Ziganda, ni Berizzo, ni Garitano, ni Marcelino, acabaron de llenar. Durante ese periodo, el Athletic dejó de jugar europeas, y tampoco lo hizo a su regreso.

A Valverde, enemigo de promesas vanas, le debió parecer un tanto fuera de lugar la conferenci­a de prensa junto a Muniain y el presidente, en la que fijaron como objetivo jugar en Europa. La promesa no se cumplió, así que en la presente temporada no se repitió la escena. Nadie prometió nada, salvo trabajo, y el técnico nacido en Viandar de la Vera, en Cáceres, un pueblo al que acude cuando puede, dio una vuelta más de tuerca. Comenzó a contar con una serie de jóvenes prometedor­es, y a quitar protagonis­mo a algunos de los veteranos. El capitán Muniain y Raúl García han jugado bastante menos que en otras temporadas.

Apostó por Ruiz de Galarreta desde el comienzo; con Prados después; y se empeñó en mantener a Aguirrezab­ala en la portería para la Copa. Desde el principio hasta el fin. Le respondió parando un penalti a Morlanes en la tanda final, y respondien­do con grandes intervenci­ones en las ocasiones del Mallorca.

También apostó por Guruzeta, para acompañar en la línea ofensiva a los hermanos Williams y a Sancet, y el delantero le responde con goles. Para culminar, en la final, dio el toque de experto a la hora de los penaltis. Los cuatro que ejecutó el Athletic los lanzaron jugadores veteranos y además con menos minutos en el campo, para quitar responsabi­lidad a los más inexpertos. Raúl García, Muniain, Vesga y Berenguer respondier­on. “El quinto era para Unai Gómez”, decía Valverde. “Creo que se ha alegrado de no tirarlo”. Allí culminó su obra, la que ha llevado al Athletic a su 24ª Copa, y a él, a pasar a la historia del club como el técnico que la consiguió.

“Es uno de los mejores entrenador­es del mundo, un lujo. Espero que esté muchos años” Jon Uriarte

Presidente del Athletic Club, campeón de la Copa del Rey

 ?? JAVIER ZORRILLA (EFE) ?? Ernesto Valverde saluda a los aficionado­s del Athletic ayer en Lezama.
JAVIER ZORRILLA (EFE) Ernesto Valverde saluda a los aficionado­s del Athletic ayer en Lezama.

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