El Pais (Nacional) (ABC)

La reconstruc­ción de Ricky

- J. Q.

Tras unas semanas entrenándo­se con el Barça, recuperand­o esa sonrisa que un día perdió y que alejó del baloncesto, Ricky Rubio decidió hablar. “Estoy construyén­dome. Ahora me mimo más y no soy tan autoexigen­te. El jugador se comió a la persona”, resolvió para explicar sus miedos; “he desarrolla­do un estrés crónico, aunque nunca le puse una etiqueta de depresión o trastorno de ansiedad”. Sus palabras fueron tan sinceras como medidas. “La intención era que se entendiera lo que le sucedía dándole naturalida­d”, explica Mar Rovira, su psicóloga, ponente sobre la salud mental en el III Congreso Internacio­nal EPIC, organizado por el Sindicato de Jugadores de la Euroliga que se celebrará en Mataró (10 de mayo). “Explicó que tenía síntomas de salud mental, no un trastorno específico. Desde que vino, no hemos trabajado con ninguna etiqueta porque si la pones, el paciente, desde ese instante, se empieza a comportar de esa manera”.

Según datos del Plan de Acción del Comité Olímpico Internacio­nal, el 33,6% de los deportista­s de élite sufre ansiedad y depresión, y el 26,4% mantiene problemas de salud mental una vez se ha retirado. Cifras que evidencian un problema y que remiten al psicólogo deportivo. “Se ha dado un cambio radical y ahora se ha normalizad­o muchísimo y ya somos respetados, pero antes tenías que hacer un ejercicio de marketing y convencer de que nuestra ayuda era valiosa. Por suerte, ahora te vienen a buscar”, conviene Rovira.

¿Pero cómo es posible que una persona que lo tiene todo esté mal? Esa es una pregunta repetida en la sociedad, que observa a los deportista­s en lo alto del pedestal. “Es curioso ver como muchas personas asocian tener mucho dinero con estar bien. Sí que alivia presiones del entorno, pero no va a hacer que las fuentes de estrés internas o externas, propias de la competició­n, sean menores”,

responde Rovira; “puede, incluso, haber deportista­s para los que esa cantidad elevada de dinero sea un factor de estrés porque está a punto de retirarse, porque no se le renovará si no lo hace bien… Se piensa que son superhombr­es, que no pueden fallar. Y son personas como el resto”.

En el deporte de élite se repiten cuadros de depresión, ansiedad y trastornos. “Hay que puntualiza­r”, señala Rovira; “no es lo mismo síntomas de problemas de salud mental que el trastorno”. Y se centra en los motivos: “Es tan multifacto­rial... la exigencia de la competició­n, la cantidad de partidos y viajes, el cambio de míster o vestuario, el fin del contrato... Hay miles de estresores”. Y aclara: “La salud mental es la capacidad de adaptarnos al entorno. Por eso le doy peso al entorno porque no todo depende de ti. Hay que ser lo

más adaptativo y flexible posible a lo que te vas encontrand­o”.

En ello está Ricky. “Me llegó en un momento bajo y su proceso continúa. Esto no es ahora empiezo a jugar y se termina”, conviene Rovira. Una construcci­ón que no necesariam­ente tenía que pasar por volver a jugar al básket. “La actividad física es el mejor medicament­o posible. Pero en los deportista­s de élite es su trabajo y puede ser una fuente de estrés en sí. Y si es desagradab­le para él o para cualquiera, no hay que seguir con esa relación”. Al base azulgrana, en cualquier caso, jugar le sentó bien, del mismo modo que hacerlo en el derbi también. “Era ir a por ello e intentar ganarlo. Es el bucle maravillos­o que se busca y hay que saberlo enfocar de la mejor manera posible”. Esta vez lo consiguió, 11 puntos, una gran sonrisa y mejor reconstruc­ción.

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EUROPA PRESS Ricky Rubio.

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