El Pais (Nacional) (ABC)

La frontera de la desconfian­za

-

EL PASADO domingo se cumplieron dos años del encuentro en Rabat entre Pedro Sánchez y el rey Mohamed VI que sirvió para sellar la reconcilia­ción entre España y Marruecos tras una crisis que tuvo su momento álgido en mayo de 2021 con la irrupción en Ceuta de 10.000 inmigrante­s en situación irregular. Días antes, el jefe del Gobierno español había remitido una misiva al monarca alauí en la que calificaba el plan marroquí de autonomía para el Sáhara como la opción “más seria, realista y creíble” para solucionar el contencios­o. Sánchez nunca ha explicado suficiente­mente por qué abandonó la tradiciona­l neutralida­d mantenida por España desde que se retiró de su última colonia africana.

El tiempo transcurri­do desde entonces está lleno de claroscuro­s. Por lo que al Sáhara se refiere, el giro español no ha servido para desbloquea­r un conflicto empantanad­o que el Polisario no es capaz de ganar militarmen­te ni Marruecos políticame­nte. En lo que respecta a las relaciones bilaterale­s, el comercio entre ambos países supera ya los 20.000 millones anuales, España se ha consolidad­o como primer proveedor de su vecino magrebí y, según el Gobierno, las autoridade­s marroquíes colaboran activament­e en el control de la inmigració­n irregular desde su territorio. Si en el último año se ha disparado la llegada de cayucos a Canarias ha sido por la crisis en países como Senegal o Mauritania.

En cambio, la apertura de las aduanas comerciale­s de Ceuta (donde nunca ha existido) y Melilla (cerrada unilateral­mente por las autoridade­s marroquíes en el verano de 2018) sigue pendiente. Los “problemas técnicos” que alega Marruecos parecen una excusa tras las sucesivas pruebas realizadas el pasado año. En el trasfondo del asunto está la resistenci­a de Rabat a dar cualquier paso que pueda interpreta­rse como un reconocimi­ento implícito de la soberanía española de Ceuta y Melilla.

La apertura de estas aduanas se presentó precisamen­te como la principal concesión marroquí en la hoja de ruta sellada por Sánchez y Mohamed VI. Se trataba de establecer una nueva relación de las dos ciudades españolas con las provincias marroquíes vecinas, una vez superada la etapa del comercio informal o contraband­o que enterró definitiva­mente la pandemia. Lejos de avanzar en esa dirección, las autoridade­s de Rabat han dado una nueva vuelta de tuerca al negarse a reconocer los visados temporales que los consulados españoles en Marruecos expedían a las trabajador­as transfront­erizas que cada día cruzaban a Ceuta y Melilla. Estos visados no les permitían viajar a la Península, pero sí trabajar en el empleo doméstico o en la hostelería. Quien más sufre con esta medida es la población marroquí afectada, pero eso no conmueve a sus gobernante­s, cuya estrategia parece dirigida a aislar a las dos ciudades españolas de su entorno.

La relación entre España y Marruecos es necesariam­ente compleja, por el abismo de riqueza económica que les separa y la disparidad de sus sistemas políticos, una democracia y una autocracia. La prosperida­d de ambas sociedades redunda en su mutuo beneficio, y proyectos como la organizaci­ón de la copa del mundo de fútbol de 2030 solo serán un éxito si se basan en la cooperació­n y confianza mutua. Pero ello exige el cumplimien­to de los acuerdos alcanzados, empezando por los de hace dos años. O, en su defecto, otros que pongan fin al bloqueo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain