El Vaticano declara el cambio de sexo y los vientres de alquiler atentados contra la dignidad
La Santa Sede condena la teoría de género en un severo documento aprobado por el Papa
El Vaticano puso ayer negro sobre blanco su visión de la dignidad humana respecto a cuestiones como la transexualidad, los vientres de alquiler o la llamada teoría de género. Temas sobre los que en los últimos años ha dado pasos hacia adelante y hacia atrás para mantener el equilibrio entre las distintas facciones de la Iglesia. Ahora ya hay una opinión oficial. En un esperado documento, el Papa —quien ha dado luz verde a esta suerte de guía moral—, señala como “graves violaciones” esos tres elementos. Pero también algunas otras prácticas que forman parte ya de muchas democracias avanzadas, como el aborto o la eutanasia.
Dignitas infinita, sobre la dignidad humana es una declaración de una veintena de páginas en la que el Dicasterio para la Doctrina de la Fe ha trabajado durante cinco años. Se publica con ocasión del 75º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos para ofrecer “también a la Iglesia la oportunidad de aclarar algunos malentendidos que surgen a menudo en torno a la dignidad humana”. O, más bien, lo que el catolicismo considera que debe ser. La radicalidad del texto podría interpretarse como un intento para rebajar la tensión con el sector más conservador de la Iglesia, profundamente enfrentado al Papa por su apertura a las parejas homosexuales y a la posibilidad de que sean bendecidas.
El apartado que se refiere a la transexualidad y al proceso de reasignación de sexo quizá sea el más agresivo. El texto recuerda las enseñanzas del Papa: “Somos llamados a custodiar nuestra humanidad, y eso significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada [...] Es en el cuerpo, de hecho, donde cada persona se reconoce generada por los demás, y es a través de su cuerpo que el varón y la mujer pueden establecer una relación de amor capaz de generar a otras personas”. De ahí que, apostilla, “toda operación de cambio de sexo, por regla general, corre el riesgo de atentar contra la dignidad única que la persona ha recibido desde el momento de la concepción”. La declaración hace una excepción: la posibilidad de recibir asistencia médica en el caso de “una persona afectada por anomalías genitales, que ya son evidentes al nacer o que se desarrollan posteriormente”.
Un mero objeto
En el documento se enumeran las “violaciones graves de la dignidad humana que son de especial actualidad” y entre ellas la Iglesia se posiciona en contra de los vientres de alquiler, “mediante el cual el niño, inmensamente digno, se convierte en un mero objeto”. Se trata de algo “deplorable”, “que además ofende gravemente la dignidad de la mujer y del niño y se basa en la explotación de la situación de necesidad material de la madre”. “Un hijo es siempre un don y nunca el objeto de un contrato”, se indica en el texto, que recuerda el llamamiento del Papa para que “la comunidad internacional se comprometa a prohibir universalmente esta práctica”.
La Doctrina de la Fe, que hace unos meses publicó que era posible la bendición a las parejas gais, reitera que “toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad” y denuncia “que en algunos lugares se encarcele, torture e incluso prive del bien de la vida a no pocas personas, únicamente por su orientación sexual”. Sin embargo, carga contra “la teoría de género”, que considera “extremadamente peligrosa porque borra las diferencias en su pretensión de igualar a todos” y “pretende negar la mayor diferencia posible entre los seres vivos: la diferencia sexual”.
Un extenso apartado está también dedicado a “las violencias contra las mujeres”. Pero no se refiere únicamente a los asesinatos machistas, que también cita, sino que enmarca en ese apartado “la coacción al aborto, que afecta tanto a la madre como al hijo, tan a menudo para satisfacer el egoísmo de los varones”. El texto lamenta “la difusión de una terminología ambigua, como la de ‘interrupción del embarazo’, que tiende a ocultar su verdadera naturaleza y a atenuar su gravedad en la opinión pública”. También condena la eutanasia y el suicidio asistido y critica que se hable a veces de “leyes de muerte digna”.