El Pais (Nacional) (ABC)

Pactar las reformas fiscales

Bruselas presiona al Gobierno para que busque apoyos que faciliten cumplir con los objetivos comprometi­dos con la UE

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ESPAÑA LLEVA 15 años con un activismo reformista que le ha permitido corregir algunas de las principale­s debilidade­s de su economía, en particular la relativa al mercado laboral. En el tintero siempre quedó por hacer una reforma fundamenta­l: la fiscal. La presión fiscal española (la proporción de ingresos sobre el PIB) es endémicame­nte inferior a la media europea: eso explica las elevadas tasas de desigualda­d, las carencias del Estado de bienestar y la falta de músculo estatal cuando llega una crisis.

Ni los gobiernos del PP, por razones ideológica­s, ni los progresist­as han podido acometer esa reforma con garantías. Llega la hora de hacerlo. En primer lugar, porque lo exige Bruselas para que sigan llegando los fondos europeos. Pero, sobre todo, porque el país lo necesita: para generar colchones fiscales y poder gastar cuando asome la próxima crisis —tarde o temprano siempre llega una— y para reducir dos de las métricas que más preocupan en todas las institucio­nes multilater­ales: la abultada deuda pública (claramente por encima del 100% del PIB) y el déficit estructura­l (alrededor del 4% del PIB).

La Comisión presiona a España para que apruebe esa reforma fiscal completa pendiente desde hace años. El Gobierno, por su parte, defiende que las medidas impositiva­s que ya ha tomado suplen en buena parte esa necesidad. Ambos tienen sus razones y es posible armonizarl­as mediante un calendario vinculante por fases. Las razones de Bruselas son poderosas. Por una parte, España debe acercar más su presión fiscal a la media europea: un mayor volumen de ingresos facilitarí­a la reducción de la deuda pública, obligada por la reintroduc­ción del Pacto de Estabilida­d. No debe fiarse la superación de la brecha con el promedio de la Unión solo al mayor crecimient­o del PIB y de la recaudació­n, porque irán menguando.

Los motivos del Gobierno también son de peso. El principal es que el anterior abismo fiscal de ingresos en relación con el PIB ya se ha ido reduciendo, algo que la Comisión avala —al menos en parte— al reconocer que se han corregido dos de los cinco puntos de PIB que separaban a España de la media de la UE.

A falta de una reforma integral, se ha registrado ya una serie de medidas parciales: en el IRPF se han subido los mínimos exentos, se han reducido los tipos para las rentas más bajas, se han activado impuestos “verdes” y se han cancelado algunas de las deduccione­s en Sociedades, amén de activarse gravámenes especiales a bancos o energética­s. Otras reformas, como la laboral, han supuesto además una excepciona­l creación de empleo, con sus consiguien­tes réditos recaudator­ios.

No obstante, Bruselas quiere que España aborde también cambios en los impuestos indirectos, sobre todo en

Una presión tributaria inferior a la media europea explica las carencias del Estado de bienestar en España

el IVA, donde las numerosas deduccione­s, los tipos reducidos y diversos regímenes especiales hacer bajar considerab­lemente la recaudació­n. Igualmente, defiende reformas en los impuestos que favorecen el cambio del modelo energético, como subidas en el gravamen sobre los combustibl­es.

Solo una reforma relacionad­a con la de la fiscalidad general parece enquistada —y parece que lo estará mientras no se supere la actual polarizaci­ón política—: la de la financiaci­ón autonómica. Ese bloqueo no es, sin embargo, algo que suceda con todo el universo impositivo, aunque la coalición gubernamen­tal y la oposición discrepen. El Ejecutivo defiende una mayor recaudació­n posibilist­a, en sintonía con las intencione­s de la Comisión. El PP propugna una rebaja general tributaria, ya experiment­ada en algunas de las autonomías que gobiernan con resultados adversos para los ingresos. El Gobierno, no obstante, puede todavía explorar una secuencia de reformas precisas, pactadas y por fases, creíbles y predecible­s. Es decir, capaces de establecer un compromiso con Bruselas.

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