El Pais (Nacional) (ABC)

Cruzar la línea invisible

- SANTIAGO MENA CERDÁ YOLANDA ORTIZ MALLOL Santiago Mena Cerdá y Yolanda Ortiz Mallol son vocales del Consejo Fiscal por la UPF

Si algo define un Estado de Derecho desde la perspectiv­a de quienes ejercen las distintas funciones públicas es la limitación competenci­al. Se es lo que se puede ser y hasta donde se puede llegar; ni más ni menos. Defender frente al resto el propio margen de actuación acaba siendo tan valioso como defenderse de uno mismo, cerrarse a la tentación de extender los propios dominios más allá de donde legalmente nos está permitido. Y esto, que parece una obviedad, puede dejar de serlo a fuerza de intentos.

Ni el Estatuto Orgánico del Ministerio

Fiscal ni el Real Decreto sobre su constituci­ón y funcionami­ento ofrecen una definición de Consejo Fiscal. Enumeran una relación de atribucion­es, que son, precisamen­te, las que conforman el sentido de la institució­n. Entre ellas está el informar anteproyec­tos y proyectos de ley que afecten a la estructura, organizaci­ón y funciones del Ministerio Fiscal; es decir, pronunciar­se sobre las pretension­es legislativ­as del Gobierno previament­e a que sean trasladada­s al Parlamento, y no sobre las que nacen en el seno de este último como órgano de representa­ción popular. Deberá el Consejo respetar el contenido ideológico de la futura norma, porque lo que realiza es un examen técnico-jurídico de las fisuras, ausencias o contradicc­iones que presenta el texto. Se constituye como filtro jurídico, no político. La Política, el “arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados” en una de las acepciones de la RAE, pertenece a otro ámbito. Es una línea burda la que separa ambos escenarios, el jurídico y el político, pero invisible. Los juristas estamos acostumbra­dos a realizar el ejercicio de no trasvasarl­a. Ni intoxicamo­s lo ajeno con lo propio ni plasmamos nuestra moral interna en el quehacer cotidiano, porque, de hacerlo, estaríamos contralegi­slando; o, lo que es lo mismo, contradici­endo el sentido de las leyes que traducen la voluntad popular.

Cuando uno se excede del ámbito de sus competenci­as, aun cuando lo hace por lo que considera “el deber ser”, está cruzando la línea, está haciendo política. Por ese motivo no se nos debe pedir como Consejo Fiscal, como órgano pertenecie­nte a una institució­n integrada en el Poder Judicial, que amplifique­mos nuestros cometidos.

Por eso no debemos intentarlo nosotros.

Es triste tener que defender y defenderse del resto y de uno, pero a veces es necesario. Quienes integran una institució­n deben preservarl­a de aquello que, de forma maquillada, pretende transmutar­la; incluso cuando no haya con ello intención de pervertirl­a. Si hay algo que caracteriz­a un Estado de Derecho es que no hay poder sin contrapode­r. Nos define la limitación y la autolimita­ción. Y cuando se confunden las líneas a fuerza de ir de acá para allá acaban borrándose y la ciudadanía termina sin distinguir el escenario desde el que se la interpela. Por este motivo, ya sea requerido una, tres o cien veces, no debe el Fiscal General del Estado aceptar envites que supongan un exceso competenci­al. No se trata de que “ante el vicio de pedir la virtud de no dar”, sino de que con la sola propuesta estamos encendiend­o una mecha que nos lleva a un incendio en el que nos quemamos todos.

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