Eduardo Zaplana, ante el juez por el ‘caso Erial’: “Nunca jamás he tenido dinero en el extranjero”
El expresidente valenciano niega el cobro de comisiones ilegales en el juicio por prevaricación, falsedad, cohecho y blanqueo
La declaración del expresidente de la Generalitat Valenciana y exministro de Trabajo, Eduardo Zaplana, ayer en el juicio del caso Erial de corrupción fue una constante negativa, hilvanada con respuestas como estas: “Nunca jamás he tenido dinero en el extranjero”, “jamás me dediqué a saber qué empresas eran las adjudicatarias de concursos públicos”, “no conozco las sociedades investigadas ni tengo relación con ellas”, “nunca he hecho negocios con Francisco Grau, Joaquín Barceló o Fernando Belhot (supuestos testaferros)”. El exdirigente del PP trató de zafarse de las acusaciones del fiscal anticorrupción, que le considera artífice de una trama que recibió presuntamente 20 millones de euros en comisiones ilegales por las adjudicaciones de los parques de energía eólica y las estaciones de inspección técnica de vehículos (ITV) concedidas por el Gobierno valenciano cuando él lo presidía, entre 1995 y 2002.
El juicio celebró ayer una de las sesiones más relevantes con la declaración de Zaplana, casi seis años después de que fuera detenido por su presunta participación en una trama para el cobro de comisiones ilegales. Se enfrenta a una petición de 19 años de cárcel por los presuntos delitos de prevaricación, falsedad, cohecho y blanqueo.
La duda sobre cuál sería el testimonio del expresidente se disipó apenas 10 minutos después de iniciarse la sesión. “¿Usted ha sido político profesional?”, preguntó el fiscal. “Sí, he sido político”, contestó él. A partir de ese momento siguió respondiendo con una única tesis: solo sabe de los negocios de la supuesta trama por la lectura del sumario. En cuanto a los documentos que fueron hallados en su poder, y en los que figuran los nombres y la operativa de algunas de las empresas acusadas de sacar y reintroducir el dinero en
España, dijo que le fueron entregados por sus amigos, pero solo con el fin de recibir un consejo y no porque fuera partícipe de ellas. Incluso, en algún caso, porque estos los dejaron olvidados en su coche: “Me acuerdo perfectamente”, dijo. En el caso de las cuestiones más peliagudas, la respuesta al fiscal fue: “No le doy la trascendencia que le da usted”.
Hoy se conocerá previsiblemente si la Fiscalía ha llegado a un pacto de conformidad con algunos de los supuestos cómplices del exministro, y en qué medida le afecta eso a él. El letrado del exdirigente del PP ha solicitado que, antes de que hablara Zaplana, declararan los acusados que supuestamente han llegado a algún acuerdo con la acusación. La petición ha sido desoída por el tribunal.
El expresidente valenciano también ha sido preguntado por una de las casas en las que vivió en Madrid, que figura a nombre de la mercantil Costera de Glorio de la que, según Anticorrupción, Zaplana formaba parte. Según el exdirigente del PP, el piso en la calle Núñez de Balboa es de uno de sus amigos de la infancia, Joaquín Barceló, al que la acusación señala como testaferro. “Me lo dejó porque éramos amigos”, dijo Zaplana. En esa amistad justificó el exministro el conocimiento de los negocios de Barceló, que según el fiscal son negocios del propio Zaplana.
Una de las principales bazas de la acusación es el testimonio de Fernando Belhot, el abogado uruguayo que se encargó de la “optimización fiscal” de los activos del entramado y que entregó 6,7 millones de euros a la oficina de recuperación de activos (ORGA) que, supuestamente, forman parte de los 20 millones que Anticorrupción cree que se recibieron fraudulentamente. El expresidente de la Generalitat Valenciana cuestionó la reputación de este abogado a quien, dijo, no le tiene “ni confianza ni simpatía”.