El sector teme que los precios negativos de la luz desincentiven la inversión en solar
Los expertos avisan de que la baja rentabilidad impide completar la transición energética
El 1 de abril pasará a la historia como el día en que el mercado eléctrico cruzó un umbral que muchos países europeos habían dejado ya atrás: el precio de la luz caía por primera vez por debajo de cero. Lo hizo por la mínima (un céntimo por kilovatio hora), pero el hito volvió a repetirse poco después por una mezcla de factores: la hidráulica, en máximos; el buen tono de la eólica y la fotovoltaica; y algo de efecto contagio.
La situación supone un alivio para los más de ocho millones de consumidores que optan por la tarifa regulada y para quienes tienen un contrato indexado al mercado mayorista, pero también un motivo de preocupación en el sector. Los temores se han disparado: de prolongarse, estos valores mínimos en el mercado mayorista terminarán por desincentivar la inversión en proyectos para completar la transición energética.
“Tanto en marzo como en los primeros días de abril, los ingresos medios de las centrales fotovoltaicas están siendo inferiores a sus costes medios. Estos precios van a ralentizar la inversión”, sintetiza Natalia Fabra, catedrática de la Universidad Carlos III de Madrid. La académica llama a reabrir el debate sobre si el actual sistema marginalista es la mejor forma de fijar el precio de la luz.
Los productores de energía fotovoltaica capturaron 10 euros por megavatio hora (MWh) inyectado a la red, frente a los entre 30 y 40 euros que necesitan para empezar a ser rentables, según los datos de Javier Revuelta, analista sénior de Afry. La eólica, calcula, se embolsó 14 euros por MWh, lejos de los entre 40 y 50 que requiere. “Es verdad que estamos hablando de un mes, que lo que importa es el año entero y que a partir de junio esas cifras subirán sustancialmente... Pero hay una cosa clara: los productores ya saben que van a cobrar muy poco durante buena parte del año”, explica. Y señala que “el problema de verdad es que cada vez hay más horas a precio cero o muy bajo y que la demanda no termina de despegar”. “Hasta que el Gobierno no encuentre la manera de hacer económicamente viable el almacenamiento, el problema seguirá ahí. Es urgente”, reclama.
España cuenta hoy con casi 31 gigavatios (GW) de potencia instalada eólica y casi 26 de solar fotovoltaica. Ambas cifras crecerán con fuerza en los próximos años, según el PNIEC, la gran hoja de ruta energética del Gobierno, lo que se traducirá en precios aún más bajos: 28,5 euros por MWh de media.
“Mientras no despegue la demanda, estos precios son una muy mala noticia tanto para los proyectos que están en fase de ejecución como para los que están en la fase final de toma de decisión. Es lógico que los promotores estén dudando”, refrenda Christina Rentell, lead expert de Aurora Energy Research en España.
Los precios cero llegan en un momento de especial zozobra en el sector, preocupado por la oposición social en algunas zonas, la proliferación de impuestos en algunas comunidades y, sobre todo, un coste de capital que no ha dejado de crecer. La fórmula elegida por muchos promotores para evitar daños mayores ha sido la de firmar contratos bilaterales de suministro a largo plazo (conocidos como PPA).
Consciente del panorama, el Ejecutivo acaba de abrir a consulta pública una reforma de las subastas renovables, una alternativa para que los desarrolladores solares huyan del mercado mayorista.
Aunque los riesgos de estos precios son “evidentes, porque los plazos de amortización se alargan mucho”, según Rafael Salas, catedrático de la Universidad Complutense, también hay puntos positivos. “Son un reclamo para la electrificación, sobre todo para el coche eléctrico: la posibilidad de cargarlo a coste prácticamente cero para los usuarios que están en el mercado regulado o que tienen una tarifa indexada al mercado mayorista es muy tentadora”, sentencia al otro lado del teléfono.
La situación, en cambio, abarata los recibos y acelera la electrificación
La energía hidráulica está en máximos, acompañada de la eólica y la fotovoltaica