El Pais (Nacional) (ABC)

“A menudo las víctimas sufren un cambio brusco de comportami­ento”

- I. V.

Diana Díaz (Madrid, 1974), psicóloga especializ­ada en menores y familias, lleva 17 años en la Fundación Anar, los últimos siete, como directora de las líneas de ayuda de la organizaci­ón. Califica de “aberrante” la realidad que reflejan los datos del último informe sobre agresiones sexuales en menores entre 2019 y 2023, que la institució­n presentó.

Pregunta. El informe señala que son muchas niñas, muchas adolescent­es, las víctimas. ¿Qué consecuenc­ias tiene en ellas, cómo pueden darse cuenta las madres, los padres, el entorno, de que algo está pasando?

Respuesta. Lo más caracterís­tico es un cambio brusco, súbito, en su comportami­ento, lo vemos en el 23,5% de los casos. Y luego están las consecuenc­ias psicológic­as y emocionale­s. El 20,8% sufre ansiedad, miedo, vergüenza, culpa, o desarrolla­n trastornos de la alimentaci­ón, depresión o problemas de sueño. Además, hay algo que nos preocupa especialme­nte: en el 9,1% de los casos se identifica una conducta autolítica o de ideación suicida, ante esa situación, con la indefensió­n que sienten y a veces sin una respuesta del entorno, llegan al extremo.

P. ¿En todas las edades se manifiesta de la misma forma?

R. En las niñas más pequeñas, hablamos de sintomatol­ogías como

el dolor o la molestia en las zonas íntimas (6,7%). También la conducta hipersexua­lizada o manifiesta­mente sexual o juegos erotizados, que no correspond­en a la etapa evolutiva (5,8%).

P. ¿Hay cuestiones a las que a priori no se preste tanta atención como se debería?

R. Es muy caracterís­tico el rechazo social, el instinto de rechazar a ese adulto por alguna caracterís­tica. Si la violencia la ha ejercido un hombre con mucha barba, puede que la niña empiece a rechazar a adultos con barba, lo vimos en el 3,1% de los casos. Hay que respetar cuando las menores tienen esa intuición. No querer dar un beso puede no indicar nada o tener que ver con algo.

P. ¿Cómo de importante es estar atentos?

R. Mucho. La repercusió­n cuando hablamos de niñas y jóvenes es para toda la vida, afecta a su desarrollo sexual, social, educativo... Y estos síntomas son los que identifica­mos en el momento presente, el de ayuda.

P. Según su estudio, en 6 de cada 10 casos la familia tiene problemas para actuar.

R. Nos preocupa especialme­nte. Cuando hay una agresión se

xual dentro de una familia, impacta. Son hechos muy aberrantes y rompen el equilibrio de la propia familia. Eso hace que surjan mecanismos de defensa que impiden que uno se ponga en marcha en tiempo y forma, o que se tomen medidas o se denuncie. Hay negligenci­a o falta de actuación en el 41,5% de los casos.

P. ¿Qué les dicen las familias? R. Verbalizan mucho miedo a que sus hijas se revictimic­en, a que les tomen declaració­n varias veces, eso nos lo dicen en más del 20% de los casos. También hay mucha negación. Y aún peor, culpabiliz­ación en el 9,8%, se culpa a la propia menor de lo que le ha ocurrido, que si ha podido provocar la agresión. E, incluso, se llega a la justificac­ión, en el 9% de los casos. Escuchamos por ejemplo que “la niña tiene mucha imaginació­n”, o que inventa cosas.

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I. FLORES Diana Díaz, ayer en Madrid.

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