Entre Xavi y Pep, Luis Enrique
El entrenador asturiano, clave para que el hoy técnico azulgrana estirara su carrera como jugador, abre el debate sobre el estilo culé
A Luis Enrique le gusta el conflicto; a Xavi, no. Y, como si el partido de hoy (21.00, Movistar) comenzara en las ruedas de prensa, el asturiano no tardó ni un suspiro en salir a morder. “Siento pinchar el globo, pero conozco a Xavi como jugador y como compañero, pero no como entrenador”, arremetió. Desconoce el método de trabajo de Xavi, pero no sus estadísticas. “¿Quién representa mejor el estilo del Barcelona?”, dijo Luis Enrique; “sin lugar a duda, yo. Mirad los datos de posesión, de la presión alta y de los títulos…”. La actitud del técnico del PSG elevó la expectación de la comparecencia de Xavi en el Parque de los Príncipes.
Pero Xavi evitó el duelo dialéctico: “Es Luis Enrique. Lo conocéis”. Y se mostró tranquilo, hasta generoso a la hora de elogiarle. “Es uno de los mejores entrenadores del mundo”, subrayó. En cualquier caso, recordó: “Conozco bien a los cataríes. Tiene un equipo para ganar la Champions. Es el favorito de la eliminatoria”. Más risueño y conciliador, Xavi miró el presente sin olvidar el pasado: el verano de 2014. No era un momento fácil para el entonces capitán, tentado por el grupo City para impulsar al emergente New York City de la MLS. Para colmo, la selección sufrió una dolorosa caída en la fase de grupos de Brasil, cuatro años después de tocar el techo del mundo en Johannesburgo. Entonces, el director deportivo del Barça en aquel momento, Andoni Zubizarreta, cerró el fichaje de Luis Enrique para el mando azulgrana. “En mis equipos el líder soy yo”, advirtió, de entrada, el asturiano. Una frase que retumbó en el vestuario.
“Si Luis Enrique no tenía problema en mandar ese mensaje a Messi, imagínese el problema que le podía suponer desafiar a Xavi”, comenta un viejo empleado culé. Luis Enrique tuvo una charla privada con Xavi. De ahí surgió una frase que rápidamente se incorporó al imaginario barcelonista. “Si te quieras quedar, quédate. Pero no me toques los cojones”, le soltó, supuestamente, Luis Enrique a Xavi. Ninguna de las partes confirma la aseveración. Hablan, en cambio, de que el técnico convenció al capitán para que no emigrara a EE UU, aunque también le dijo que no le podía prometer la titularidad. Xavi jugó 44 partidos en aquella temporada, solo 21 de inicio. Útil en el campo, Xavi, el protagonista, saltó al vestuario. Sin él en la plantilla no hubiese sido posible el segundo triplete en la historia del club. De hecho, el capitán rescató al técnico en enero 2015.
Tras una monumental rabieta de Messi en un entrenamiento, fue Xavi el que se encargó de ir a calmar al 10 a su casa de Castelldefels. “Al principio, fue un año difícil. Pero acabó de película. Muy buena relación de capitán a entrenador, creo que le ayudé muchísimo. Lo recuerdo con orgullo”, comentó el hoy técnico del Barça sobre su último año en el Camp Nou. “Luis conocía a Xavi”, comenta un antiguo empleado del club, en referencia a los seis años en los que habían sido compañeros de equipo en el Barça, entre 1998 y 2004; “sabía que le podía ser muy útil tanto en el campo como en el vestuario, pero también sentía que lo tenía que marcar. No quería problemas con el entorno”. La particular interpretación del rol de la prensa de Luis Enrique —solo respeta a la que habla del juego—, lo posicionaba en un lugar diferente al de Xavi y, por supuesto, al que había tenido Guardiola, siempre presente en la órbita azulgrana, mucho más en aquel momento.
“Hay otros que lo miran de manera diferente. Pero son números, no es algo opinable”, volvió a recordar Luis Enrique. Todo estudiado: la posesión del equipo azulgrana del asturiano fue del 76,32% por el 69,15% del equipo del catalán. También victorioso en presión alta y títulos: 0,28 en goles tras recuperaciones (0,14 el de Xavi) y nueve títulos (dos). Xavi también tenía su respuesta analizada. “Da lo mismo qué equipo recuperó más balones (57 del de Xavi por 55 que promedió el Barça de Luis Enrique)”, subrayó. Y remató: “Se ha querido proteger a nivel mediático, los dos tenemos ADN Barcelona. Podemos presumir que Luis Enrique, Pep, Arteta y yo, todos con ADN Barça, estamos en cuartos de Champions”.
“En el fondo, los Pep, Luis y Xavi buscan lo mismo: que los quieran”, recuerda una fuente del club. “Luis quiere que lo quieran por su autenticidad, Xavi por su cercanía y Pep por su inteligencia. Y los tres quieren que se les reconozca su barcelonismo”, añade. Y así lo refrendó Luis Enrique en la víspera de la visita del Barcelona al Parque de los Príncipes: “Con el Barça tengo una relación de amor total”.
La habilidad de Xavi para tejer puentes era conocida en Barcelona. Por supuesto, también para Joan Laporta. Por eso, el presidente apostó por el entonces técnico del Al-Saad para reemplazar a Ronald Koeman. Pero a Laporta le sorprendió el resultado final: Xavi se hartó de las críticas, según él, pocas veces positivas. “¿Cuánto tiempo estuvo Guardiola? Cuatro años, ¿Luis Enrique? Tres. Yo estoy por los dos y medio”, recordó Xavi, unos días antes de anunciar que se marcharía al final de temporada.
La estrategia le funcionó. El equipo, incluso después de quedarse sin Pedri y De Jong, ha ganado ocho de los diez partidos
“¿Quién representa mejor el estilo del Barça? Sin duda, yo”, dijo Luis Enrique
“Ya lo conocéis. Es uno de los mejores técnicos del mundo”, contestó Xavi
que ha jugado desde que Xavi hizo público su adiós. Hoy Laporta está como en noviembre de 2021: entregado al escudo Xavi. Según cuentan en el staff azulgrana, los líderes de la comisión de fútbol [Rafa Yuste, vicepresidente deportivo; Deco, director deportivo; y el mismo Laporta] le sueltan cada vez que pueden, medio en broma, medio en serio, que dé marcha atrás. Xavi insiste: “A día de hoy, no ha cambiado nada”.
Ocurre que el PSG se puede convertir en el combustible de Xavi para meditar su decisión. Laporta, mientras tanto, se frota las manos. El entorno, también. Pero, como en 2014, Luis Enrique vuelve a la escena de Xavi con la llave de su continuidad en el Barça. Y esta vez no se presentó amigable. Al contrario, parece dispuesto a pelear por su lugar y su legado.