El Pais (Nacional) (ABC)

Jon Rahm une tradición y revolución en el Masters

El golfista vasco admite que lograr la chaqueta verde de Augusta el año pasado influyó en su marcha a la Liga saudí

- JUAN MORENILLA

En el club de la chaqueta verde el campeón viste los colores del enemigo. Jon Rahm se sienta en la rueda de prensa oficial previa al primer grande de la temporada, el Masters de Augusta que comienza el jueves, y en una manga y el cuello de su polo azul el ganador del año pasado luce el logo de LIV Golf, la revolucion­aria Liga saudí por la que fichó el pasado diciembre, y en el pecho un león, el símbolo de su equipo (la imagen del Banco Santander en la otra manga). Es la primera vez que el defensor del Masters es un hombre de LIV, y la escena, enmarcada en un museo de la tradición como es Augusta, contiene todo el simbolismo de estos nuevos tiempos en los que el golf se ha partido por la mitad.

Son 13 los jugadores de LIV que se alistan esta primavera en Augusta, y entre ellos hay siete campeones, como Rahm y Sergio García. El vasco es el mascarón de proa de los rebeldes, el hombre que cambió de chaqueta por un talón que puede ascender a los 500 millones de euros, y es a la vez el campeón vigente del Masters. En sus hombros recae tanto la revolución como la tradición. Dos caminos tan diferentes que, sin embargo, convergen en el golfista vasco. El mismo Rahm admite que su victoria el año pasado en Augusta, su segundo grande después del US Open de 2021, y por lo tanto la exención de por vida para jugar el Masters, y además un permiso de cinco años para disputar el resto de grandes, influyó para que a final de temporada diera el salto al campeonato saudí.

“Si no hubiera ganado un grande, quizás no hubiera tomado esa decisión. Ganar el Masters fue un gran paso hacia pensar unirme a LIV. Estar exento de los grandes, saber que puedes jugar el Masters siempre y el US Open hasta 2031, fue un factor importante. Obviamente no poder jugar algunos torneos del PGA Tour no ha sido lo más fácil. Amo el circuito americano y espero que en algún momento pueda volver a jugar allí”, razona el campeón de Barrika acerca de su esperado acuerdo para la creación de un circuito mundial.

El anuncio de la definitiva paz se retrasa mes a mes.

Rahm, de 29 años, desembarca en Augusta por octava vez con un traje distinto al del curso pasado. Entonces se plantó en abril con tres victorias en el PGA Tour (Sentry, American Express y Genesis) y como el rival a batir, y ahora llega sin ningún galardón en la Liga saudí aunque con cinco clasificac­iones entre los 10 mejores en las cinco paradas disputadas: tercero en Mayakoba, octavo en Las Vegas, quinto en Yedda, octavo en Hong Kong y cuarto en Miami. La misma regularida­d en la élite que exhibía en el circuito americano la muestra en LIV (con menos competenci­a, eso sí, 54 hoyos en lugar de 72, jugadores en pantalón corto y música a todo volumen en el campo).

En el Masters siempre ha pasado Rahm el corte desde que debutó en 2017 y en ese tramo nadie brilla con sus estadístic­as. El vasco vuelve ahora al punto de partida, a la pradera donde tocó el cielo como el cuarto español de una dinastía especial (Seve, Olazabal, García), el escenario de su última victoria, con el reto de cerrar todo un año de sequía. Ni en el circuito americano en el resto de campaña anterior ni el LIV en estos meses ha vuelto a morder una copa. Por esas burlas del destino, el Masters que le aupó como una estrella del PGA también le empujó a la Liga saudí. “¿Cambiará eso mi legado?”, se preguntaba ayer el campeón; “sí, es un pequeño cambio en el camino. Pero el cambio puede ser mejor”.

“No hay ningún torneo que tenga la esencia del Masters, su tradición. Es tan especial, tan diferente…”, amplía Rahm; “el año pasado habiendo ganado tres torneos no era tan favorito, por cómo había jugado el mes anterior, pero este año he jugado bien todas las semanas”, añade. A tres rondas, eso sí, un modelo al que no se acaba de acostumbra­r: “Hay veces que se me olvida y me lo tienen que recordar. Jugar cuatro vueltas favorece a los mejores, tienen más opciones”. Desde el DP World Tour Championsh­ip del pasado noviembre no disputa el vasco un torneo tradiciona­l de jueves a domingo. En la edición que festeja el 30º aniversari­o de la primera chaqueta verde de Olazabal, y el 25º de la segunda, Rahm tiene además el desafío de convertirs­e en el cuarto golfista en la historia con un doblete seguido en el Masters, tras Jack Nicklaus (1965-66), Nick Faldo (1989-90) y Tiger Woods (2001-02). El jueves partirá junto a Matt Fitzpatric­k y Nick Dunlap a las 10.30 (16.30 en España, Movistar Golf).

La vida sonríe al número tres del mundo, por detrás de Scottie Scheffler y Rory McIlroy. Es una millonaria estrella en LIV, el rey del Masters, espera su tercer hijo tras ser padre de Kepa y Eneko y hasta su querido Athletic es campeón de Copa.

Ayer, además, fue el anfitrión en la cena de los campeones en Augusta. De entrantes, tortilla de patatas, croquetas de pollo, chistorra y lentejas estofadas (receta materna). Chuletón a la parrilla o rodaballo al pil pil a elegir como plato principal. Una “experienci­a vizcaína”, cuenta el vasco, que dejó el encargo en manos del menú a José Andrés, el mismo chef que cocinó para Sergio García tras su victoria en 2017 y que dio un consejo al golfista: “No hagas un menú que creas que los demás van a disfrutar, sino lo que tú quieras cenar”.

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MIKE BLAKE (REUTERS) Jon Rahm, ayer durante la jornada de entrenamie­nto en el Masters de Augusta.

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