Hello Kitty, una monada millonaria, cumple medio siglo
Un encuentro en la feria del libro infantil y juvenil de Bolonia celebra el éxito de un personaje convertido en una marca global
Es difícil decir cómo se lo pasó la cumpleañera. Nunca se le ha visto sonreír en cinco décadas. Ni enfurruñarse. No iba a hacer una excepción justo ayer. Al fin y al cabo, la ausencia de boca es una de las claves del triunfo de Hello Kitty. Así, cada cual puede interpretar los sentimientos del personaje como quiera, según repite Sanrio, la empresa japonesa propietaria de la marca. Tenía razones para el entusiasmo. Por las cifras abrumadoras que enumeró Silvia Figini, directiva operativa de la compañía, en la conferencia que le dedicó la Feria del Libro Infantil y Juvenil de Bolonia, la más importante del sector. Es un “icono de cultura popular y monería”. Y porque ahí estaban las dos cosas favoritas de Hello Kitty, según su biografía oficial: amigos y tartas.
Puede que la palabra más repetida del encuentro fuera “cute”. Es decir, el adjetivo “mono”. Seguida por “éxito”. Ambas resumen la trayectoria de la felina creada por la dibujante Yuko Shimizu y estampada por primera vez en un monedero el 1 de noviembre de 1974. Desde entonces, el negocio ha logrado unos 7.400 millones de euros anuales y su alcance llega a influencers e ídolos del K-pop coreano y divas como Lady Gaga, Dua Lipa o Steven Tyler.
Figini celebró su capacidad de “mantenerse estable” en el mercado, sostuvo que el conocimiento de la marca ha subido un 90% en un año y que llevan cuatro de “crecimiento exponencial”. Es imposible calcular su público. Las cifras de seguimiento en redes sociales presentadas ayer arrojaban millones. Normal: lo que más le gusta a Hello Kitty es “hacer amigos”. Con los años, su pandilla se ha agrandado: el panda Aggretsuko, el pingüino Badtz-Maru o la coneja Kuromi, especialmente viral en España según la compañía.
En ningún momento, en cambio, Figini pronunció el término “gata”. Que nadie se atreva a llamarla así. Sanrio ya le echó un rapapolvo a la antropóloga Christine Yano, de la Universidad de Hawái, como se lee en la web de la ONU. De la que, por cierto, Hello Kitty es representante en algunas campañas y embajadora para Unicef. El principal argumento para no considerarla felina es que nunca se la ha visto a cuatro patas y que “camina y se sienta como una criatura de dos piernas”.
Tampoco hubo ayer espacio para otros debates. Hace 10 años, la revista Time encerró el dilema en el titular ‘¿Vuelta al pasado machista o icono de empoderamiento?’. Para algunos, el personaje ha mejorado la vida de millones de niñas, presentado una alternativa al dominio estadounidense de Barbie y hecho sentir más incluidas a las jóvenes asiáticas. Ha popularizado la libertad de querer ser mona y “femenina”, tal y como se entendió históricamente el concepto, si así le da a una la gana. ¿Si no, por qué hasta las punkis Pussy Riot la adoptaron como símbolo?
Sin embargo, bonita y callada es como el patriarcado ha querido siempre a la mujer, según el otro frente. Demasiado ha luchado el feminismo para tener voz como para que Hello Kitty lo arrastre al silencio.
Aunque, para Figini, Hello Kitty también es maestra en economía: “Fuimos pioneros en empezar colaboraciones en todas las categorías”. Entre las más recientes, Primark, Bershka, Casio o su renovado pacto con Adidas. Nada se dijo de la multa de 6,2 millones que la Comisión Europea impuso en 2019 a Sanrio por violar las reglas sobre competencia justo en su política de licencias. La compañía aceptó la sanción sin rechistar.
La fiesta, mientras, continúa. A las muestras en Asia y en Londres seguirán eventos en Colonia, Helsinki y Roma. Y apariciones en la semana de la moda de París y Milán. Ahí donde la necesitan, Hello Kitty va. Y ni siquiera abre la boca para quejarse de la agenda. Es lo que tiene su lema: “Nunca puedes tener demasiados amigos”. Una fidelidad intachable. Qué mona.
Su imagen se estampó por primera vez en un monedero el 1 de noviembre de 1974
La minina es representante de la ONU y embajadora para Unicef