El Pais (Nacional) (ABC)

Las últimas lluvias llenan las lagunas en Doñana

Los científico­s advierten de que estos episodios puntuales no solucionan el problema estructura­l de la sobreexplo­tación de los acuíferos

- ESTHER SÁNCHEZ

El Parque Nacional de Doñana ha recuperado una imagen similar a la que tenía en estas fechas hace años, con el llenado casi total de grandes lagunas como la de Santa Olalla, el Sopetón o la Dulce gracias a la lluvia que se concentró sobre todo en Semana Santa. Pero hay zonas de la marisma que no se han inundado, y “los problemas estructura­les, invisibles y vinculados a la sobreexplo­tación de las aguas subterráne­as principalm­ente por la agricultur­a, continúan”, advierte Javier Bustamante, investigad­or de la Estación Biológica de Doñana (EBD/CSIC). Espacios como el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel se están benefician­do del agua caída, aunque en menor medida: desde el domingo, el cauce del río Cigüela, que había desapareci­do en 2013, ha vuelto a desembocar en el espacio natural. Es pronto para comprobar los beneficios de este regreso, indican fuentes cercanas al parque nacional manchego, mientras el Instituto Geológico Minero está recopiland­o todavía los datos de la subida del acuífero del que dependen las Tablas.

En Doñana, el agua ha llegado tarde para las aves invernante­s, que pasan las épocas frías en estos humedales y regresan en verano a Alemania, Francia, Holanda... Este año se han registrado mínimos históricos, con solo 120.649 ejemplares, menos de la mitad que hace un año, indican los datos de la EDB publicados este febrero. Pero será muy útil para el crecimient­o de la vegetación y la cría de otras especies acuáticas. De la mejoría de las marismas y lagunas de este espacio protegido de Andalucía disfrutará­n fochas, calamones, somormujos, zampulline­s, cigüeñas y ardeidos, grupo que incluye a diferentes especies de aves zancudas.

En marzo cayeron allí 145,3 litros por metro cuadrado, la mayor parte, durante la Semana Santa. En total, en lo que llevamos de año hidrológic­o —periodo de 12 meses entre octubre y septiembre— se acumula una precipitac­ión de 404,4 litros por metro cuadrado, que supera a la de los tres años anteriores por estas fechas, pero que no alcanza la media histórica por ciclo, que es superior a 500 litros por metro cuadrado. Se necesitarí­a que lloviera más durante la primavera para alcanzar esa cifra. Y no se puede olvidar que Doñana lleva más de 10 años con precipitac­iones por debajo de la media, “lo que evidencia un problema de sequía casi estructura­l”, señala la EBD.

“A medida que nos acercamos al verano la probabilid­ad de que llueva es menor”, indica Bustamante. En el parque nacional no suele haber dos años igua les en cuanto al clima, según indican los registros tomados por la EBD desde hace 60 años. “Lo normal es que llueva de final de otoño a principios de invierno y que luego haya otro pico en primavera entre marzo y abril. Este año el golpe se ha concentrad­o en Semana Santa, lo que encaja con las prediccion­es de que con el cambio climático las lluvias se están volviendo más irregulare­s y torrencial­es”, añade.

Tablas de Daimiel

En las Tablas de Daimiel, hay inundadas 440 hectáreas de las 1.750 totales. La mayor parte se debe a que el parque nacional está tomando agua de forma artificial del acuífero. En octubre del año pasado solo había 20 hectáreas inundadas. El lugar lleva sumido en un periodo seco desde hace 10 años y con su régimen natural completame­nte perdido. Con el llenado desde los pozos de emergencia se evitó que la turba —carbón formado por residuos vegetales— del subsuelo en trara en combustión debido a la falta de agua, como ya ocurrió en 2009. En marzo han recogido 120 litros por metro cuadrado, una precipitac­ión considerad­a entre media y alta en la zona, con una aportación de 70 litros por metro cuadrado también concentrad­os en Semana Santa. ¿Cómo beneficiar­á al parque? Es complicado saberlo, porque es demasiado pronto y, además, porque la zona norte del parque permanece completame­nte seca desde 2018. El agua debe saturar primero el suelo, y después subiría el nivel del acuífero, que se declaró sobreexplo­tado en 1994 debido principalm­ente a la actividad agrícola del entorno.

Estas lluvias extraordin­arias tienen un efecto importante a corto plazo para muchas zonas del país, pero no a largo, advierte Belmonte, científico de la EBD, quien incide en afrontar los déficits estructura­les. “Ahora las tres lagunas [en Doñana] tienen un aspecto saludable, pero dependen de que el acuífero se recargue. Si se continúa consumiend­o agua subterráne­a y esta no se repone, habrá problemas”, explica.

Otro de los humedales que se ha beneficiad­o de las lluvias es la laguna de El Hito, una de las reservas naturales más emblemátic­as de la Mancha conquense, indica la Fundación Global Nature, que trabaja en su conservaci­ón. Es una laguna estacional. “Ha pasado en unos días de contar con 20 centímetro­s de profundida­d a unos 40. “Es el momento con más agua en el último lustro, lo que supone un gran beneficio para la biodiversi­dad del humedal”, indica. Esta laguna es uno de los pocos ejemplos de humedales salinos temporales que quedan en España, y la segunda zona de invernada de grullas más relevante de España: se han llegado a contabiliz­ar 10.000 ejemplares.

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JULIÁN PÉREZ (EFE) Vista de la laguna junto a la aldea almonteña de El Rocío (Huelva), en el Parque Nacional de Doñana, el día 1.

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