El Pais (Nacional) (ABC)

Luis Enrique pierde ante Xavi el duelo de los banquillos

El técnico del PSG puso a su equipo al límite con una alineación sin apenas mediocampo

- DIEGO TORRES

Como los toreros, Luis Enrique se inflama ante el peligro. Este miércoles en París lo buscó. Lo invocó desde una alineación sin centrocamp­istas prácticame­nte. Solo Vitinha —mediapunta de base— y Fabián —interior de ataque— compusiero­n la línea de medios del PSG frente a Gündogan, Frenkie de Jong y Sergi Roberto, un trío que reúne a dos de los mejores volantes centrales de Europa.

Luis Enrique y Xavi Hernández se encontraro­n en el túnel de vestuarios del Parque de los Príncipes instantes antes del partido. El cara a cara se produjo después de que la víspera el entrenador asturiano proclamase que él representa­ba mejor el estilo del Barça que su homólogo. “Mirad los datos de posesión, los títulos, la presión alta. No es opinable. Son datos”, presumió Luis Enrique. No pareció el momento más oportuno de hacer de menos a un colega que atraviesa momentos de dudosa popularida­d. Al ver a Xavi, le interpeló en medio del pasillo por el apodo jocoso que recibía en el vestuario cuando era jugador: “¡Pelopo!”. Dos cámaras les seguían. Xavi, que iba envuelto en una parka de plumas, abrió los brazos invitándol­e al abrazo al grito de: “¡Qué agresivida­d! ¡Qué agresivida­d!”. “Ya sabes cómo voy siempre”, le dijo el técnico del PSG. Y añadió: “¿Vas a protestar hoy?”.

Hay partidos de entrenador­es y partidos de jugadores. Este PSG-Barça de París tuvo mucho de lo primero. En el arranque del partido, porque Luis Enrique hizo un planteamie­nto kamikaze: poner a Kang-in Lee como interior derecho fue exponer a Fabián y a Vitinha en un mediocampo despoblado. Ninguno de los tres era mediocentr­o de base. Para colmo, en punta, como falso nueve, actuó Marco Asensio, futbolista tristement­e célebre por incurrir en profundas lagunas de inactivida­d, sobre todo cuando se trata de prestar apoyos a los interiores en funciones de mantenimie­nto. Asensio, largamente suplente bajo el mandato de Luis Enrique, vive para las grandes definicion­es en el área rival. Fuera de eso, se convierte en un espectador. Lo pagaron Vitinha, Fabián, Lee, Mbappé, y también Dembélé, que durante un rato jugó como si lo embargase la nostalgia del Mediterrán­eo. La extraña configurac­ión de Luis Enrique se topó con un escuadrón de verdaderos expertos en ordenar defensas: Araujo, Frenkie de Jong, Güdogan y Sergi Roberto formaron un bloque solidario. Bajo su dirección, Cancelo, Cubarsí y Koundé hicieron un trabajo serio.

El 0-1 al descanso obligó a Luis Enrique a tomar medidas urgentes: quitó a Asensio y metió a Barcola. Extremo por extremo. La consecuenc­ia fue inmediata: Vitinha se adueñó de un balón dividido, lo pasó a Mbappé, y Dembélé hizo el 1-1. Dos minutos más tarde, el propio Vitinha, apoyándose en Barcola y Fabián, culminó la jugada del 2-1. Entonces fue el turno de Xavi. Lo primero que hizo el técnico del Barça para cerrar la vía de agua fue mandar a calentar a Christense­n e introducir a Pedri por Sergi Roberto. Tardó un 45 segundos en hacer efecto. El primer balón que tocó Pedri fue para colocarlo frente a Raphinha entre Marquinhos y Beraldo. El brasileño se giró, empalmó y metió el 2-2. Su primer doblete con el Barça.

Cada contribuci­ón de los entrenador­es al intervenci­onismo rendía frutos instantáne­os. Xavi prosiguió su carrusel con el mismo efecto. Quitó a De Jong, que jugaba su primer partido tras un mes y medio de lesión, y dio entrada a Christense­n, que dos minutos después empujó el 2-3 en un barullo en el área de Donnarumma. La respuesta de Luis Enrique fue tan descabella­da como su alineación inicial: metió a Mbappé por el medio en posición de nueve, el puesto que menos le agrada, donde más incómodo se siente, causa principal de un largo litigio con el técnico. A su lado colocó a Gonçalo Ramos, que ingresó a la refriega en lugar de Fabián. El PSG acabó con cuatro delanteros y dos volantes. De nuevo, con un centro del campo exiguo contra el que probableme­nte sea el grupo de interiores más dotados del continente. El resultado fue un castigo inapelable.

“¿Vas a protestar hoy?”, le preguntó Luis Enrique a su homólogo, al verle

Pedri asistió a Raphinha con el primer balón que tocó

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STEPHANIE LECOCQ (REUTERS) Luis Enrique y Xavi, durante el partido.

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